CINEPSICOANÁLISIS
Febrero 2024
“VIDAS PASADAS”
Directora: Celine Song
Actores: Greta Lee, Yoo Teo, John Magaro.
Nominada al Óscar como mejor guión y película.
Nora y Hae Sung, amigos de infancia en Corea del Sur, se reencuentran en América, después de una temprana migración, entretejiendo sus nuevas vidas. Excelente crítica.
Moderadora:
Marisol Sandoval.
Psicoanalista. SPC
Panel:
Héctor Torres.
Narrador y Co director de “La vida de nos”.
Ana Córdoba .
Psicoanalista. SPC
ANÁLISIS DE LA PELÍCULA “PAST LIVES”
Ana Córdoba. Psicóloga clínica y psicoanalista.
En primer lugar, quisiera celebrar la elección de esta película para el cine psicoanálisis, no sólo por su calidad artística y belleza, sino por el hecho de que no se trata de una situación o personajes conflictivos o patológicos. Siempre es muy llamativo lo que nuestra teoría tiene para decir en aquellos casos de patología psíquica o de las neurosis más severas, sin embargo, el psicoanálisis tiene mucho que aportar sobre la comprensión de lo que experimentamos de manera natural durante toda nuestra vida y como sentimos y reaccionamos ante ello, como sucede en esta película.
En Past lives vemos la historia de vida y de la relación entre dos personajes. Na Young/Nora y Hae Sung. Aunque la película tiene muchos elementos ricos e interesante para analizar, he decido céntrame en dos: el duelo migratorio y algunos elementos sobre el amor de pareja.
Conocemos a los personajes cuando ambos tienen 12 años, son amigos y asisten juntos a la escuela. De inmediato sabemos el planteamiento principal de la película, los dos jóvenes están enamorados y la familia de ella va a mudarse prontamente a Canadá, por ello, la madre de Na Young ha decidido fomentar citas entre los dos adolescentes para que su hija tenga “buenos recuerdos”. Desde este momento podemos empezar a ver los efectos de la migración en la joven Na Young.
En el texto “Reflexiones psicoanalíticas sobre la migración”, Francisco Nicolussi (1996) explica que el que emigra se coloca en una situación de renuncia, es decir que elige renunciar a algo a cambio de otra cosa. Esta es la lógica de la madre de Na Young cuando le dice a la madre de Hae Sung que; “Al dejar algo atrás, uno también sale ganando”, para explicar su decisión de mudarse de país. Sin embargo, nos dice el mismo autor, en el caso de los niños y adolescentes migrantes, no existe tal elección, son obligados a migrar por el deseo de los padres, que la mayoría de las veces no se corresponde con el deseo de ellos. Vemos entonces a una Na Young que llora en las escaleras, que es obligada a cambiar de nombre, un nombre occidental que termina poniéndole el padre porque ella no consigue que le guste ninguno, y la vemos también hacer uso de defensas maníacas.
Según Melanie Klein (1940) Las defensas maníacas son un conjunto de actividades defensivas que realiza el Yo durante la posición depresiva, ante los sentimientos de pérdida, daño y culpa por el objeto bueno. Estas defensas se utilizan para proteger al Yo de un mayor sufrimiento y en cuanto el dolor psíquico disminuye, estas defensas dan paso progresivamente a la actividad reparatoria. La organización de las defensas maníacas incluye mecanismos que ya han estado presentes en la posición esquizoparanoide como la escisión, idealización y negación, a los que me referiré de nuevo más adelante. La relación que llamamos maníaca con el objeto se va a caracterizar por la aparición de tres sentimientos: control, triunfo y desprecio (Lander, 2009).
Así vemos a la joven Na Young negar su tristeza por la partida diciendo a sus compañeros de clases que ella: “se va porque quiere” (control) y se quiere ir: “porque los coreanos no ganan el premio nobel de literatura” (triunfo y desprecio).
Contrario al ambiente de felicidad y complicidad que vemos en los primeros intercambios entre los jóvenes, su última caminata a casa termina siendo incomoda y sin palabras, con apenas un “adiós” a la distancia, como muestra de la dificultad de ambos para manejar la tristeza que sienten ante la inminente separación.
Luego de esto vemos el tránsito de la familia de Corea a Canadá y podemos observar a una Na Young en el patio del colegio, sola, escuchando hablar a muchos adolescentes en un idioma distinto al de ella, y podemos imaginar que, quizás, se estaría preguntando como logrará insertarse en este nuevo lugar.
Doce años después es notable que se han desarrollado en ambientes distintos, Hae Sung ha pasado por el servicio militar obligatorio y está estudiando ingeniería y Nora ha vuelto a migrar, esta vez por decisión propia, hacia la ciudad de Nueva York, para ser dramaturga como su padre. Ella parece no tener presente el recuerdo de Hae Sung hasta que, en compañía de la madre, ha decidido ver que ha pasado con las personas que conocían en Seúl. Se sorprende al ver que él, no sólo la recordaba, sino que activamente la había estado buscando, y decide entonces retomar el contacto.
Parecen maravillados al encontrarse de nuevo. En esta primera conversación se entiende lo significativa que fue esta relación de la infancia para ambos. Hae Sung la buscó por mucho tiempo, es el amigo que siempre se preocupó por acompañar a Na Young cuando lloraba. El único, al que parece que le importaba su llanto. Vemos como se retoma la relación de confianza y complicidad entre ambos, Nora es llamada de nuevo por su nombre de nacimiento, retoma hablar y escribir en coreano, lo que por años solo hizo con su madre, se cuentan sobre su cotidianidad, se preocupan uno por el otro, hacen esfuerzos, como levantarse muy temprano o acostarse muy tarde, para poder hablarse. Se sienten como si fueran los mismos niños de 12 años que iban y venían juntos de la escuela, tanto que me parece hacen uso de la negación al no contemplar la posibilidad de viajar a la ciudad del otro, como si la distancia no los separara. Pero la realidad se impone, y los problemas de la conexión de internet y la diferencia horaria se hacen cada vez más presentes, visitarse no parece posible en el corto plazo, y entonces Nora decide terminar la relación.
Esta vez la despedida si tiene palabras, Hae Sung pide explicaciones, “Tarde 12 años en encontrar a mi amiga” le reclama a Nora quién expone sus razones, dice: “Emigre dos veces para llegar a Nueva York, quiero lograr algo aquí, quiero dedicarme a mi vida aquí, pero en cambio me dedico a buscar vuelos a Seúl” Pienso que lo que Nora quiso decir es que el contacto con Hae Sung le ha hecho recordar su vida en Seúl, y por tanto contactar con el dolor por lo que dejó atrás. Al encontrarse a través de la pantalla, no sólo a él, sino a los lugares y paisajes en los que solía vivir de niña, Nora siente nostalgia, un sentimiento que se define como “el dolor de la ausencia de aquello que nos fue familiar” (Nicolussi, 1996)
En la primera video llamada Nora le confiesa a Hae Sung que lloraba mucho los primeros días después de migrar, pero que al ver que a nadie le importaba realmente, decidió dejar de hacerlo. Al no tener quien la contuviera, la joven Nora tuvo que apartar de la conciencia sus sentimientos de pérdida, como forma de adaptarse mejor a su nuevo ambiente. Pero los duelos no se superan ignorándolos, pueden esperar por años a activarse otra vez en cuanto se presente una nueva oportunidad para elaborarlos. Y ahora que Nora tiene que enfrentar de nuevo la tarea de adaptación, y de reconstrucción de la identidad que implica volver a migar, no se siente en la capacidad de enfrentar su duelo, y prefiere, al igual que los 12 años, poner sus sentimientos a un lado y cortar todo contacto con Hae Sung.
Hae Sung se embriaga con sus amigos, como cuando se termina con una novia, y sabemos qué hace su intercambio en China, regresa a Corea y tiene una novia. A Nora la vemos ir a la residencia de artistas y a conocer a Arthur, con quien se casará en unos años. El encuentro con Arthur es relevante porque es la primera vez que se menciona en la película el concepto de “In Yun” ese lazo del destino entre personas que son atraídas a encontrarse por miles de vidas, y que tendremos en mente los espectadores el resto de la película.
Doce años después Hae Sung ha decidido viajar a Nueva York, para ver a Nora. La felicidad del encuentro denota que sigue existiendo un gran cariño entre ambos, pasan el día juntos y hablan sobre sus relaciones actuales, trabajos y acerca de su encuentro hace 12 años. Al final del día vemos el impacto que esto ha tenido en Nora. Al estar con Hae Sung se cuestiona sobre su identidad y lo que es ser “coreano”, le parece contradictorio que se siente menos coreana que él, pero al mismo tiempo es más coreana cuando está con él.
Esta sensación es común entre todos los migrantes, después de años de vivir en el nuevo país manifiestan sentirse de ambos lugares y de ninguno al mismo tiempo. La migración de Nora ocurre al principio de la adolescencia, esa etapa en la que se espera se realice el trabajo de consolidad de la identidad. Su vida en Norteamérica la expuso a una cultura e idiomas distintos, ciertamente no tiene ya esa visión de la vida “tan coreana” que observa en Hae Sung. Pero su infancia, sus primeras experiencias de vida fueron en corea, su idioma materno es el coreano. Todo esto sigue formando parte esencial de su subjetividad y las reconoce en el encuentro con su amigo de la infancia.
Arthur, el esposo de Nora, se ha dado cuenta de esta conexión y siente celos. Por un momento entra en el juego de la triangulación edípica y siente a Hae Sung como un rival por el amor de Nora. Le preocupa que a ella le parezca atractivo, que lo extrañe, le angustia la intimidad que tuvieron de niños, desestima su propia relación con Nora que cataloga de aburrida ante la idea romántica de amor infantil que se encuentra de nuevo por acción del destino (del In Yun). En la fantasía de Arthur, el pasado y la cultura que tienen en común hace que Hae Sung logre lo que él no puede, acceder y comprender por completo la mente de Nora. Le dice Arthur a Nora en la cama: “sueñas en un idioma que no puedo comprender, es como si contuvieras un lugar en tu interior al que no puedo ir”. Creo que lo que Arthur no contempla es que, incluso habiendo crecido en el mismo lugar, cultura y con el mismo idioma, todos somos un poco extranjeros en la mente del otro. Incluso en el trabajo analítico podemos tardar años en acceder a aspectos del inconsciente de nuestros pacientes, que ellos mismos se sorprender en reconocer. Como la misma Nora que no sabía que soñaba en coreano.
Reconocer la individualidad del otro es necesario para mantener relaciones sanas. Dice Nicolussi (1996) que tolerar la frustración de ser diferentes nos coloca en una situación interna de individuación y de independencia, en cierta forma de ser “libres”. Bajo esta premisa Nora le recuerda a Arthur que ella ha escogido amarlo y estar con él, le dice “esta es mi vida, y la vivo contigo” y creo que esta conversación intima entre ambos, sobre su identidad, miedos y deseos le permite a él salir de la situación de competencia y acompañar a Nora en el encuentro con Hae Sung y en la elaboración de su duelo.
Por su parte Hae Sung también ha estado compitiendo por el amor de Nora. Encontrarse reactiva la nostalgia por aquel primer amor. El problema con la nostalgia es que en ocasiones puede llegar a confundir aquello que era pero que ya no es más, con aquello que podría ser, que se hubiese querido que fuese (Masciangelo c.p. Nicolussi 1996). Lo podemos observar claramente cuando él le dice en el bar que ha estado pensando en todos los escenarios posibles de lo que hubiera pasado si ella no hubiera migrado o si él hubiera ido a Nueva York 12 años atrás. Pienso que ante la pérdida Hae Sung idealizó a Nora y al amor que tenían. Lo podemos entender en sus declaraciones de ser sólo un chico normal, frente a ella, la chica ambiciosa que se fue de Corea porque le quedaba pequeña y logrará ganar premios. El efecto de esta idealización es que no ha podido formalizar la relación con su novia, ya que con ella también se siente “demasiado ordinario” piensa que ella debería casarse con “alguien más interesante”.
Considero que esta idealización queda clara cuando le dice a Nora: “tenías que irte porque eras tú, y la razón que me gustaras es que eras tú, y tú eres alguien que se va”. Hae Sung mantenía en su mente a la adolescente de la que se enamoró y la distancia le permitía seguir viéndola como la historia de amor perfecta. Ahora que se han encontrado, que él ha visto su vida cotidiana, que tiene un esposo que la ama, aunque se pelean, que ella ama, aunque él no hable perfecto el coreano, puede ir en vía a la integración y permitirse amar a una mujer, aunque no sea extraordinario.
Para Nora estos días con Hae Sung han sido también de encuentro y reconocimiento con su identidad coreana, con el dolor por dejar atrás el país en que una vez vivió y con aquella niña que alguna vez fue. Al despedirse de él se puede permitir contactar de nuevo con sus sentimientos de pérdida, y llorar por Seúl, por el amor que no fue y también por aquella niña de 12 años que aún se orinaba y lloraba todos los días. Esta vez, felizmente cuenta con Arthur, a quien también le importa la razón de su llanto.
Referencias Bibliográficas
Lander, R. (2009). Melanie Klein. iniciación a su vida y obra. 3ed. Editorial psicoanalítica. Caracas, Venezuela.
Nicolussi, F. (1996). Reflexiones psicoanalíticas sobre la migración. Versión electrónica. Revista de Psicoanálisis Vol.53, no. 1. p.323-340.