Foto: Josh Appel
por Addys Attías de Cavallin
Trabajo discutido en el 3er conversatorio virtual: Género, nuevas perspectivas.
19 septiembre, 2020
Ante la invitación para hablar sobre este tema me pregunté ¿qué expresar?, ¿de qué hablamos cuando nos referimos a género?
¿De identidad de género binario masculino y femenino?
¿O ambos?, ¿o ninguno?
Hoy el abanico es muy amplio, se me ocurre pensar que como en otros temas encontramos que las personas están menos inclinadas a excluir, limitar, prohibir. Y lo comparo con lo que sucede en las actuales relaciones padres-hijos, donde el colocar un orden administrando pautas de crianza, se está haciendo cada vez más difícil, como si el intentar entender al hijo y sus derechos, nos confunde. ¿Borrar la diferencia? ¿Pánico ante las consecuencias del desacuerdo?
Me pregunto, ¿será esta tendencia por mandato de la presión social o legal, más que verdaderamente incluir, permitir, liberar espacios y conceptos?
También está el uso del lenguaje inclusivo que rompe el carácter binario masculino-femenino y busca crear una letra que borre la diferencia: la x o la e, por ejemplo, les nenes. Intentar crear un lenguaje no sexista que no deje a nadie afuera, es como intentar eliminar lo hasta ahora usado: el masculino no nos pertenece.
Este Lenguaje parece más una anulación de la diferencia que inclusión. La anulación así implica pérdida de riqueza en los significados ¿y si pensamos, que más que en lugar de no dejar a nadie afuera termina por no incluir a ninguno?
Es un Nada, como aquella de Michael Ende en la Historia Interminable, que termina comiéndose todo. A propósito de la x, culturalmente no tiene un sentido positivo, es tachar, borrar, anular.
Comencemos por entender identidad de género: se entiende por identidad de género a la vivencia interna e individual del género, tal como cada persona lo siente. La que puede corresponder o no con el sexo visible al momento del nacimiento, incluyendo la vivencia personal del cuerpo.
Actualmente en lo que al género se refiere observamos críticas a la llamada heteronormativa y al binarismo de género, que nos han venido haciendo ver la realidad exclusivamente de una manera posible a través de pautas ya marcadas previamente, como un binarismo monolítico versus la perspectiva de género vista hoy como en continua construcción y elaboración a lo largo de la vida. Construcción social que cuestiona a que haya una esencia de cada sexo, pregunto, ¿no hay entonces estructuras predeterminadas? ¿hay pleno dominio de sí mismo? ¿y el inconsciente? Entonces debemos agregar otros conceptos: sexo para un orden biológico, diferencias anatómicas y fisiológicas, machos y hembras, y el concepto de sexualidad, donde desde el psicoanálisis se va a estudiar como único para cada sujeto.
Sexualidad formada en una generalizada disposición perversa-polimorfa, determinada por los avatares infantiles, “nada cambia la manera en que la sexualidad está arraigada en el cuerpo, en la acumulación consciente e inconsciente de la experiencia del cuerpo y la relación de la pareja parental que es su origen” (M. Parsons, 2012).
El concepto de sexualidad además está determinado por la forma en que una sociedad interpreta ese hecho biológico y con los significados que le adjudica. Visto así no sería una descripción objetiva y final de los hechos, pudiendo existir la posibilidad, y porqué no, la necesidad de reelaborarla.
- Freud en 1917 en la conferencia número 20 sobre “La vida Sexual de los seres Humanos” (el material de esa conferencia fue extraído básicamente de “Los tres Ensayos de Teoría Sexual, 1905”), resaltó iniciando la conferencia que todo lo sexual es indecoroso y es aquello que no está permitido hablar, insistiendo en que “no es fácil indicar todo lo que se relaciona con la diferencia entre los sexos”. En la conferencia se preguntó “¿qué actitud adoptaremos frente a las maneras inusuales de satisfacción sexual?”, agregando “la pretensión de excepcional de los homosexuales cae por tierra tan pronto comprobamos que en ningún neurótico faltan mociones homosexuales y que buen número de síntomas así lo expresan… nos vemos precisados a considerar la elección de objeto dentro del mismo sexo como una manifestación regular de la vida amorosa, ni más ni menos”. Además, no hay ningún sujeto que sea la representación de lo puramente masculino o femenino, todo sujeto porta un poco de cada uno. Freud también expresó que la mayoría de los varones se quedan muy a la saga del ideal masculino y que todos los individuos humanos a consecuencia de su disposición bisexual (constitución), y de la herencia cruzada, reviven en sí caracteres masculinos y femeninos, de suerte que la masculinidad y feminidad puras siguen siendo construcciones teóricas de contenido incierto.
Quiero contar que antes, en 1903, en una entrevista a S. Freud en un diario de Viena, Diet Zeit, que preparaban un artículo sobre un escándalo local, el juicio a un profesional destacado de Viena acusado de prácticas homosexuales, dijo “defiendo la postura que el homosexual no es propiedad de un tribunal”, agregó también allí que los homosexuales no pueden ser tratados como enfermos, enfatizando “¿eso acaso no nos obligaría a caracterizar como enfermos a grandes pensadores e intelectuales a quienes admiramos?”
En esas conferencias de introducción al psicoanálisis señaló que no quería suscitar convicciones, “quiero estimular a quebrar prejuicios”.
Así, no sería cuestión de contrastes entre los géneros y su manejo erótico, tal vez es mejor el término de lo que es común entre ellos, sin olvidar que el súper yo vigila las satisfacciones.
Laplanche, 1987, dice “el género es plural, usualmente binario m-f, pero no por naturaleza. Es el proceso de asignación que llevan a cabo los padres de inicio y se va ampliando al lenguaje, y por las conductas del entorno familiar”. Agrega que podemos hablar de una asignación continuada o de una prescripción real. Prescripción en el sentido en que hablamos de mensajes llamados “prescriptivos” del orden, en realidad, bombarderos de mensajes, que van definiendo al sujeto en forma constante.
Vemos como las identificaciones pertenecen no solamente al complejo de Edipo o a la pareja parental como pareja sexual, sino a su actuación en general como hombres o mujeres.
En lugar de identificarnos con nos identificamos por.
Identidad formada por una multiplicidad en sí misma, un juego continuo de aspectos diversos donde circulan sucesivas identificaciones, situación que resaltó Piera Aulagnier (1977), “un yo de manera dinámica, como signado por un movimiento que incluye permanencia y cambio en relación de alianza”.
Volviendo a Laplanche, enfatizamos el mérito de haberse dedicado a estudiar lo que él llamó “falsos asentamientos de la teoría psicoanalítica”, donde Freud revisa el camino de la diferencia de sexos, el concepto de bisexualidad, el de la fase fálica y el complejo de castración. Para Freud, inicialmente fue importante lo que para él representaban las diferencias anatómicas entre los sexos, la biología marcaba qué es lo femenino y lo masculino, así lo reflejó en “La Anatomía es el Destino”. En ese momento manifestó lo masculino como lo más evolucionado y lo femenino como lo más primitivo; buscaba y se interrogaba sobre este tema contando con los conceptos de entonces en la biología.
Hoy podemos agregar, para comprender las particularidades de la sexualidad en hombres y mujeres, “al otro”. Este otro que es quien asigna un sexo y un género.
- D. Bleichmar (1997) señaló que hay aspectos diferenciados entre los significados sexuales que se otorgan al cuerpo de la niña y del niño por los adultos con los cuales conviven y los cuidan. Así, se crea el proceso de constitución del yo y sus ideales que acompañan a esa asignación – género.
En la prioridad del otro adulto en psicoanálisis, señalado por Laplanche (1987), el adulto está en la implantación de la sexualidad inconsciente, no es algo venido desde lo innato, lo biológico. Destaca la “situación antropológica fundamental”. Esto lo coloca como “la confrontación entre un adulto y un infante, infante que aún no tiene inconsciente, y un adulto dotado de un inconsciente sexual que incluye la sexualidad infantil”. Agrega que entre ambos se da el registro del apego, el cual está infiltrado por elementos sexuales que proceden del adulto y luego el infante, sin comprenderlo, se coloca en un déficit de entendimiento, de traducción, y estos elementos quedan almacenados hasta que el sujeto intente traducirlos a su manera.
Es el resultado, entonces, del comportamiento significativo del adulto, especialmente la madre, y el inconsciente del niño en vías de constitución.
Además, nuestra identidad de género está influida por interacción de factores biológicos, psicológicos, sociales, económicos, culturales, entre muchos otros. Y entonces puede ser nuestra sensación de ser hombre, o mujer, o ambos, o ninguno de ellos.
- Personas cisgéneros, cuya identidad de sentirse hombre o mujer coincide con los genitales de nacimiento.
- Personas LGTB.
- Personas de género fluido, sintiendo una mezcla dinámica de ambos géneros, o también no identificándose con ninguno de los dos.
Es muy claro el impacto cultural, ideas sobre sexo y género de los últimos años, con los llamados entusiastas sexuales (P. Robinson, 1976), la teoría del queer, voz crítica surgida en los años 90 que se opone a cualquier forma de normativa de la sexualidad, en el sentido de que no son esencialmente de naturaleza biológica, sino el resultado de una elaboración social, que varía en cada sociedad. Expresa un deseo por las configuraciones polimorfas que se distancian del control y organización del sujeto sexual en identificaciones obligatorias. También encontramos los movimientos de resistencia intrínseca al poder de la hegemonía masculina del heterosexual.
El psicoanalista Claudio Laks Eizirik (1997), dijo que la expresión “continente negro” empleada por Freud en 1926 para caracterizar la sexualidad femenina “se aplicaría aún mejor al enigma y al unheimlich (oscuro, extraño), que nos desafía cuando nos encontramos con las constelaciones que constituyen ambos géneros y sus variaciones actuales.
Intentemos acercarnos a este enigma de los géneros preguntándonos contra qué se enfrenta el yo:
- ¿Del discurso del género como construcción social que cuestiona que hubiera una esencia de cada sexo?
- ¿De la culpa edípica?
- ¿Angustia de castración despertada por los deseos edípicos?
- ¿Para defendernos de un colapso psicótico?
- ¿O si los movimientos que hemos venido desarrollando pueden defendernos de la relación con el objeto y si en algunos casos pretendemos deshumanizar a la otra persona para evitar la intimidad?
Intimidad que atemoriza y parece necesario huir de ella, intimidad y unión nunca deben estar presentes. Temor a fundirnos en el otro.
¿Luce como insoportable la relación con una persona que tiene su propia alteridad? Porque parece existir la evitación de la condición de persona.
Quiero agregar ahora el tránsito particular que enrumba al transexual. Pudiera encontrarse la necesidad de recrear la promesa de un desborde erótico y que el cuerpo logrado grita “me hago a mí mismo”, cuerpo que parece comandar con la negación del espacio psíquico, ya que éste no va al ritmo físico externo. Luce la parodia de la frase la anatomía es el destino, ya que la operación psique va a ser la de difícil creación y en la que nos podemos preguntar ¿dónde queda el duelo por los aspectos corporales perdidos?
La industria del sexo ha venido a la par de estos nuevos géneros, He conocido en intercambio con colegas profesionales, de pacientes en los que su ejercicio sexual es desde una proyección de su deseo de crear un libreto, excitarse y buscar realizarlo en internet.
Aquí nos damos cuenta de la industria del sexo, de la máxima rentabilidad del mercado cibernético que sintetiza y define un modo específico de producción y consumo, una temporalización masturbatoria de la vida, una estética visual alucinógena del objeto vivo, “Texto yonqui” (Preciado, 2008). En ese texto aparece la fuerza orgásmica, definida “como la potencia actual o virtual de excitación total de un cuerpo que no conoce diferencias entre hétero y homosexualidades, ni entre objeto y sujeto. Es la fuerza orgásmica como la suma de la potencialidad de excitación inherente a cada molécula viva y que aspira extenderse en el espacio y en el tiempo, a todo y a todos, en todo lugar y en todo momento”.
Parecen lucir como ávidos glotones que no quieren perder nada y desean gozar por todos los espacios que consideran erógenos. Personas que no diferencian un órgano de otro y parecen tener un cuerpo polisexual vivo que ayudado por la tecnología parece un cuerpo individual con una extensión de las tecnologías globales de la comunicación. (Texto Yonqui).
¡Espacios virtuales que favorecen la soledad!
Finalmente, unas notas sobre el binarismo masculino-femenino y su interjuego.
Lo masculino externamente parecía oponerse a lo femenino, como distanciamiento de la mujer encontrando construcciones que colocaban al hombre en el control de las emociones y sentimientos hacia sí mismo y hacia los demás, y sobre todo huir de lo femenino, no ser como ELLA; en cambio la mujer lo ha hecho diferente.
La mujer entró en los desafíos actuales movilizada por los cambios en lo social con las muchas nuevas formas de estructuración familiar, con los avances biotecnológicos, la fertilización asistida más allá de la heterosexualidad. La mujer no huyó de sus aspectos masculinos, algunos los tomó para ella, fuerte, vestida de hombre, como guerrera en roles de supervivencia. Y como antiguamente fue objeto de leyes, por ejemplo, el derecho a la “pernada” (El noble y la prerrogativa de la primera noche con la mujer de su vasallo), aún hoy en las más serias instituciones y corporaciones parecen ver a la mujer como disponible.
Estamos para pensar hoy en la mujer sobrecargada y autosobrecargada, a veces omnipotente, silenciada y autosilenciada.
Mujer que nos lleva a recorrer su historia de niña donde la mayor significación de la fase pre-edípica, esa fuerte ligazón madre-hija, va a marcar la condición femenina, donde la amenaza de perder este amor es la situación de mayor eficacia para generar angustia.
La niña va aprendiendo con el modelo de su madre, madre que le ha mostrado su dependencia por ser amada y le inculca que el mayor dolor es perder el amor. Y crece con la fantasía de completud al sentirse amada. E. Bleichmar (1977) señala que la mujer colocada en asumir los ideales femeninos maternos entra en conflicto para acceder a los parámetros requeridos al modelo de la cultura. Desde ese vaivén de ser amada se va a instalar la fragilidad en su equilibrio narcisista.
La mujer hoy está sobrecargada, poco entrenada en el manejo de la tarea de la maternidad y sus nuevas formas de cuidado y crianza de los hijos, y poco preparadas para resistirse a lo que desde afuera se le impone como ideal del yo, e internamente se da una lucha por el cuestionamiento del mismo, por no repetir el modelo social de la feminidad materna.
Hoy tenemos el gran avance del derecho femenino a su absoluto placer en lo sexual, aunque su goce continúa siendo del desconocimiento para algunos hombres a quienes parece molestar que la mujer lo impone o lo exige.
Hoy en las más actuales novelas (50 sombras de Grey, de Erika L Mitchell), la autora en su narrativa pone el énfasis en la complacencia del deseo masculino, ¿o no?
Me pregunto si el hombre aún no acaba de integrar la división ancestral que tiene de la mujer: madona y prostituta.
Continuando con la interrogante y encontrándonos todavía con la violencia de género, con la voz de recargo y soledad, vuelve la pregunta, ¿a quién beneficia esto? Propongo detenernos y ver si algunos caminos que no recorrimos deberíamos conocerlos y pensar.
Como antes los depredadores generaron en la mujer dolor y paralización, algunas de ellas parecen sabotearse y cambian el cuento antiguo de cenicienta y princesa al cuento actual de mujer maravilla, luchadora todopoderosa que dice ¡yo sí puedo!
¿La respuesta será cambiar el vivir de cara al exterior, al modelo que nos imponen y responderse lo que está adentro de cada una, lo particular de la hoja de ruta femenina? Porque lo cierto es que, a pesar de todos los avances en sus derechos, todavía las escuchamos con mucha ansiedad en lo emocional.
Finalmente deseo terminar con las palabras de Jorge Luis Borges, “nuestro hermoso deber es imaginar que hay un laberinto y un hilo.” (El Hilo de la Fábula, de M. Vargas Llosa, en El Héroe Discreto).
Referencias bibliográficas
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- Parsons, M. (2012). La Sexualidad y la Perversión luego de Cien Años.Tomo XVI. Sao Paulo, Brasil: Editora Escuta LTDA
- Pinkola Estés, C. (1992) Mujeres que corren con los Lobos. New York, USA: Editorial Ballantine.
- Preciado, B. (2008). Texto Yonqui. PDF.
- Vargas Llosa, M. (2013). El Héroe Discreto. Madrid, España: Editorial Alfaguara.