* Análisis del Film: “La Favorita” (2018). Realizado por Carmen Elena Dos Reis. Psicoanalista de la SPC, en el marco del XXIV Encuentro de Psicoanálisis el 13 de Octubre de 2019.
Buenos días, agradezco la presencia de uds aquí en el marco de nuestras XXIV Jornadas, tituladas: “Sexo y Psicoanálisis, cambios en el siglo XXI”, al Comité Ejecutivo de la SPC, especialmente a su directora científica, Dra. Claudia Arias por la invitación de comentar esta maravillosa y compleja película, además de considerar un honor compartir con dos queridas amigas y colegas, la Dra. Doris Berlín y Dra. Sary Garrido, esta mesa. Por último, agradezco a Carlos Rasquin, quien amablemente leyó y reviso estos comentarios.
La película de Yorgos Lanthimos está basada en la vida de un personaje real, la Reina Anne de Gran Bretaña, pero no pretende ser una historia fidedigna. Esta soberana ejerció su reinado a principios del siglo XVIII. La primera vez que vi el film, me produjo cierto choque, impacto que ya me había comentado Doris sintió también. Es una película que habla de sexo, que es la temática de nuestra jornadas, pero no de un vínculo erótico enmarcado en un contexto de conexión, mucho menos amoroso. El uso perverso del sexo de Lady Sarah y Abigail, es lo que a mi juicio podría producir ese primer impacto inicial.
El siguiente aspecto, a ser solventado, para el análisis es la organización de las ideas, pues es una película que puede ser entendida psicoanalíticamente desde distintas aristas: el mundo interno de cada uno de los personajes, la relación de cada una de las tres protagonistas entre sí. Desde la temática: sexo, trauma, cuerpo y enfermedad, poder, narcisismo, perversión, decisiones de estado y su vínculo con el sexo, entre otras. Entonces se me ocurrió, jugar un poco con uds, al proponer unos apartados para el análisis, simulando lo capítulos en los que se encuentra dividida la película, organice las ideas que les quiero compartir en un apartado para cada uno de los personajes principales, la reina Anne, Lady Sarah y Abigail.
Empecemos entonces con el primer apartado propuesto:
I.- LA REINA ANNE, LA HAMBRIENTA DE AMOR, USA AL OTRO PARA SUBSISTIR PSIQUICAMENTE Y ES USADA PARA ACCEDER AL PODER
La reina Anne, se nos muestra como un personaje en apariencia con gran poderío, en la primera escena la visten, tiene un séquito a sus pies; pero su mundo interno y su estructuración es en extremo frágil, dependiente, con un componente narcisista muy importante, endeble, necesitada de afecto. Intentaré, apoyada en algunos autores en describir aspectos relevantes de su estructuración inconsciente con un componente muy grande de narcisismo.
En una de las primeras escenas le dice a Lady Sarah, una de sus amantes en el film, cuando ésta hace referencia a que el amor tiene límites: “Eso no debería ser”, lo cual me hizo recordar a esa hermosa metáfora que usa Freud (1930) al comparar el amor de un bebé por su madre con un sentimiento oceánico, donde él y su progenitora son uno, en una fusión, que no conoce la diferencia entre uno y otro, amor infinito, incondicional, que no admite el disentir y por tanto el límite. Lo deseable es que dicho sentimiento pueda ir variando cuando se introduce el tercero que separa, frustra, pero promueve la diferencia yo-no yo, que da paso a la independencia y la autonomía. La reina Anne no tolera este límite porque lo lee como desamor, desinterés, pero sobre todo porque sin ese otro significativo aparecen angustias de desintegración, siente que no puede vivir sin el otro y se defiende de esa situación, lo que recuerda la diferencia que establece Piera Aulagnier (1994) entre las relaciones amorosas y pasionales, atribuyendo a ésta última un aspecto de fuerte sensación interna de quiebre si el otro no está, el placer está asociado a una necesidad del otro y no a la elección del otro.
Cuando Lady Sarah, le muestra una diferencia con respecto a su parecer, se quiebra, porque la ilusión de ser una con ella se rompe, por eso se entristece cuando le dice que su maquillaje es exagerado e inadecuado, que parece un tejón. Además desplaza su cólera, hacia el guardia. Se van dando paradojas, se maquilla en forma exagerada para ser diferente, pero no soporta luego la diferencia mostrada por el otro significativo.
De igual manera, se desorganiza ante la ausencia del otro requerido por necesidad, por ello cuando no lo tiene, al decir de Maldonado (2008) se produce una rivalidad narcisista y deseos de destruirlo, porque la presencia del objeto en sí misma ensombrece los sentimientos de grandeza, basados en la ilusión de prescindir del mundo objetal. El autoritarismo impregnado de sadismo, hace que trate al objeto como que es de su posesión, eso aumenta la dificultad en la elaboración de los duelos, ya que cuando pierde el objeto, no solo pierde su objeto de interés sino parte de su propia identidad.
Lo vemos en varias escenas de la película, ante el baile exhibicionista de Sarah con otro, haciendo gala de su profunda destreza motora, Anne no soporta ser el partenaire voyerista, contactar con la desilusión de no ser única para Sarah la llena de furia, dejar de ser ella el centro de su mirada la destruye, se retira del salón, no sin antes comunicar su decisión de no aumentar los impuestos, como una manera de castigar a su amante y luego le da una cachetada. Ante el acercamiento de Sarah, pasa de devaluarla a idealizarla, tienen relaciones sexuales, tener la atención de Sarah le restituye su identidad, de ser valiosa para ella, se aproxima sexualmente y nos muestra el componente oral, sus gestos son como si se la comiera.
Cuando Lady Sarah, le lanza una prohibición de no comer más chocolate porque se le inflama el estómago, se retira a su habitación, pero luego la vemos comer vorazmente, como intentando mostrar con eso lo contrario, ella puede hacer lo que quiere más allá de lo dicho por el otro. Intenta llenar a través de la comida, su vacío. Sarah atiende asuntos de estado y ella desesperadamente busca su mirada, se coloca en la ventana en amenaza de lanzarse. Sarah la avienta al suelo y ella vuelve a aproximarse a su cortesana, describiéndola, como si de comida se tratara.
Este personaje, presenta grandes fallas en su capacidad de simbolizar, así vemos, como tiene múltiples duelos por abortos, hijos que mueren al nacer, hijos que mueren luego de un tiempo de nacidos, de quienes desmiente su pérdida, es decir sabe que los perdió y al mismo tiempo parece negarla al suplir la ausencia, estableciendo una especie de ecuación simbólica (Segal, 1950 cp por Hinshewoood, 2004), en la cual el símbolo es tratado como si fuese el objeto original, sustituye a cada hijo con un conejo, los mima, les celebra el cumpleaños y no soporta que los rechacen. Describe su padecer, cuando le dice a Abigail “por cada uno que muere, un poco de ti se va con ellos”
Esta hipótesis, además, parece cobrar sentido cuando al escuchar la música de unos jovencitos mientras observa en la ventana con Abigail el concierto, no tiene como tramitar simbólicamente el dolor que le produce, ver chicos que no son suyos, los expulsa, hace un quiebre, actúa lo que no puede pensar, se desubica en tiempo y espacio, no sabe dónde está. La situación traumática se actualiza en su mente, toma al bebé de su criada como tratando de recuperar lo perdido, que no puede simbolizar.
Así mismo también, colapsa, cuando en el parlamento tiene que anunciar la subida de impuestos y Harley previamente la felicita por lo contrario, con información obtenida a través de Abigail.
Vemos, también, como ha logrado establecer fuertes disociaciones entre sus objetos internos idealizados y persecutorios, así vemos como su cuerpo termina teniendo para ella, en momentos un tinte persecutorio, cuando dice como si no hubiese conexión emocional, que le corten la pierna cuando sintió mucho dolor, vive la pierna en ese momento como ajena, como si no formarse parte de ella.
El cuerpo, sus dolencias, acompañan el martirio de esta mujer, sufre de dolores insoportables, que le atormentan, como si su enfermedad hablara también de sus dolores psíquicos, que no puede tramitar, hablar, representar con palabras.
II. – LADY SARAH. LA MUJER PODEROSA
Lady Sarah, al principio de la película, nos muestra su relación con la reina, cuando ésta padece sus dolores, ella la calma, haciéndola recordar el momento de conocerse, tratando de ubicarse ante la reina como la mujer que la protege y cuida, una madre buena incondicional, que parece ser el anhelo de Anne.
Así mismo, es quien manda en lugar de la reina. Humilla a Harley, manipula a la reina Anne, por ejemplo, le dice que tuvo un sueño, viendo un francés con la cabeza de Moulbourgh, tratando de mostrar como su deseo de que Inglaterra ganase la guerra pasaba por la posibilidad de perder a su marido y estaba dispuesta a ello. La reina, en cuanto aparece la ilusión de amor incondicional por parte de Lady Sarah, la idealiza y le atribuye todo lo bueno, también le quiere dar todo lo bueno, sin límite, cuando le regala la posibilidad de construirle uno de los palacios.
Lady Sarah, muestra su poderío ante Abigail, cuando hace que las decisiones de la reina sean conducidas por ella. En la escena del baño de barro, también le muestra a Abigail, que puede “ganarle” recurriendo a una historia larga juntas, juegan a que son hombres, pero en espejo, ella es el sr. “Moerly” y la reina “Freeman”, que son los apodos cariñosos entre ellas, se intercambian los roles, ella es la reina; la reina es ella, para luego volver a sus roles originales. Se restablece para la reina la ilusión de que son una, fusionadas. En ese momento la vuelve a elegir, prefiere tomar jerez con ella a que Abigail le prepare la cama.
La relación con la reina se quiebra cuando la amenaza, le golpea el anhelo irrealizable que ella le es incondicional y su protectora. La soberana se molesta, la expulsa, le quita la llave, objeto de simbología fálica, pierde sus privilegios. Anne, cuando Lady Sarah no regresa, luego de salir a cabalgar y caer producto del envenenamiento por parte de Abigail, se niega a que salgan a buscarla. Aspecto que cambia cuando aparece la posibilidad de restituir ese anhelo ante la propuesta de Goldolphin que Lady Sarah le escriba. Intenta en su mente proteger la imagen de Sarah, cuando le dice a Abigail que Sarah no pudo desviar los fondos.
Lady Sarah, se defiende ante la reina diciéndole que ella le dice la verdad, y en este particular si hay una diferencia con respecto a Abigail, ella es más auténtica ante la reina que Abigail, es capaz de mostrarle sus diferencias y hace gala de poder ante ella. La reina y ella intercambian roles de someter y ser sometida, aspectos sadomasoquistas de la relación que sostienen.
La reina queda devastada ante la ida de Sarah, se deprime, espera con ansia su carta como una forma de sobrevivir psíquicamente, restituir su propia valía. Su salud empeora y la vemos en la última escena sin poder mover su hemicuerpo izquierdo, posterior a un ACV, que podemos leerlo también como una metáfora de que se fue quien la completaba, si lo vemos como esa fusión que no logro romper.
III.- ABIGAIL: LA OPORTUNISTA
Abigail, llega al palacio, llena de excremento, luego que el hombre del carruaje la lanza al barro, se muestra sumisa por su propia conveniencia. Al presentarse ante Lady Sarah, le expone su disposición de someterse, dejarse humillar, capaz de ubicarse en el lugar en que se le coloque: de un monstruo para entretener niños, empleada doméstica del palacio, haciendo los peores trabajos para luego a lo largo del rodaje ir adquiriendo el poder que Lady Sarah ostentaba, desafiando y transgrediendo la ley.
Sobre el particular, Abigail, parece resumir su forma de ser con lo que le dice a Harley en una escena de la película: “Estoy de mi lado, siempre, a veces es una feliz coincidencia para usted”.
El manejo perverso del secreto, nos recuerda a lo planteado por Dor (1987), en él se desafía y transgrede la ley, pero se incorpora a un tercero al que se hace cómplice de un secreto que siempre puede ser revelado.
Abigail le dice a Lady Sarah, que Harley le propuso traicionar su confianza y no lo hizo. La amenaza de manera velada, al mostrarle que conoce su mayor secreto, la relación homosexual con la reina, lo cual podría producir en esa época, un hecatombe si se hiciese pública, luego dispara al pájaro, manchando de sangre a Sarah, como muestra de que sería capaz de “ensuciar “ su reputación y destruirla para lograr sus fines.
Empieza a detectar los vacíos de Lady Sarah ante la reina Anne y se propone “llenarlos”, no por compasión ante la soberana sino para irse ubicando en ese ideal de incondicionalidad que detecta busca.
Empieza buscando las yerbas para aliviar el dolor de la reina, invade espacios, que no le están permitidos, para “ayudarla”, persiguiendo en realidad todo lo que le convenía, logra invadir la cama de Anne, se acuesta desnuda, mostrando que puede también satisfacerla sexualmente.
Observa que Lady Sarah no le da un lugar privilegiado a los conejos-hijos de la reina y así los trata, ganándose la simpatía de la soberana. Cuando le dice a la reina que es hermosa, ésta le contesta si se burla de ella, inmediatamente viene la escena del coro de música, la reina no quiere verla. Ella rápidamente busca la silla como mostrando que está dispuesta a todo por Anne y le propone enseñarla a bailar, llenando de nuevo un vacío de Lady Sarah. Así mismo, baila ella también con un bastón, juega en espejo, ella y la reina bailando con un bastón de apoyo, al contrario de la destreza en el baile mostrada por Lady Sarah.
Cuando Lady Sarah ve amenazado su lugar con la reina le dice a Abigail que ya no irá más con Anne, ésta se mete en la cama de la reina desnuda, ofreciéndose. Cuando logra acercarse para aliviarle los dolores en las piernas, la masturba y logra convertirse en su nueva amante. Allí, le propone a la reina algo muy tentador, su cuerpo doliente, pasa a ser un cuerpo que siente placer. Al percatarse de ello, Lady Sarah revela algo que ya sabía, Abigail le había robado el libro, como forma de despedirla. Ella se victimiza ante la reina, luego de golpearse a sí misma, consumando además su venganza, le da veneno a Lady Sarah y logra sacarla del reino.
Su rivalidad con Sarah férrea y a muerte, le permitía estar atenta a su relación con la reina, para ubicarse como favorita. Lugar que empieza a descuidar cuando Sarah es desterrada, se emborracha y no está presta para cuidar a la reina en uno de sus ataques dolorosos de gota y sus úlceras en las piernas. Al no percatarse de la mirada de la reina, aplasta la cabeza de uno de los conejos-hijos. La reina asume su autoritarismo cargado de sadismo, la llama y la maltrata, la hala de la cabeza, la reina de pie, ella a sus pies, como si metafóricamente, una estuviese en el Olimpo y la otra en el Hades, quitándole el trato privilegiado.
Por otra parte, vemos como a través de un estrategia con Harley, consigue ser de nuevo una dama, al casarse con Masham, pasa a ocupar un apartamento en el lado Este del Palacio. Vemos, como en las escenas de Abigail con Masham solo parece haber cierto disfrute en los juegos en que lo golpea y él la trata bruscamente, como en una de las escenas del bosque; también cuando ella se burla de él, como en la escena en que le quita la peluca, pero no hay una conexión. De hecho al masturbarlo en la noche de bodas, ni siquiera lo mira, realiza un acto mecánico. El es usado para restituirle su lugar de dama, como un objeto, como también ella fue usada como objeto por su padre, al ser el pago de una deuda de juego.
Para finalizar, diremos que el sexo va a ser usado por cada uno de nuestros tres personajes principales de una manera diferente, en el caso de la reina Anne, como una manera de calmar sus angustias, dolores y restituir su maltrecho narcisismo. En el caso de Lady Sarah para sostenerse en el poder y en Abigail para obtenerlo. Muchas gracias por su atención!
Referencias bibliográficas
Aulagnier, P. (1994). Los destinos del placer. (1ª ed en español). Buenos Aires, Argentina: Paidós.
Dor, J. (1988). Estructura y perversiones. Buenos Aires, Argentina: Editorial Gedisa.
Freud, S. (1930). El malestar en la cultura. Obras Completas (2ª ed. 9ª reimp.), Vol 21(pp. 57-140), Buenos Aires: Amorrortur, 2006.
Hinshelwood, R. (2004). Diccionario del pensamiento kleniano. ( 2ª ed). Buenos Aires, Argentina: Amorrortur
Maldonado, J. (1998). El narcisismo y el trabajo del analista. Paradojas, obstáculos y transformaciones. Buenos Aires, Argentina: Lumen.