Reflexiones desde el discurso de david tuckett: building a psychoanalysis based on confidence in what we do
Serapio Marcano (caracas)
La creación de los working party, como expresión de la nueva política científica de la epf, nos parece que ha sido una excelente idea que habla de transformaciones y búsquedas creativas para trabajar institucionalmente en el psicoanálisis.
Desde hace cuatro años venimos trabajando en latinoamérica en la búsqueda de concentrar nuestros esfuerzos en las producciones científicas bianuales regionales que son presentadas en los congresos de fepal y lo hemos sistematizados en los llamados ejes temáticos que comprenden teoría, clínica, educación en cuanto a entrenamiento y a formación permanente, comunidad y cultura, mitos, investigación y niños y adolescentes. De esa manera nos acercaríamos a la propuesta de los working party si sostuviésemos a lo largo del tiempo la conformación de grupos de trabajo e investigación en dichos ejes.
Se ha creado el comité de educación de fepal con diversos subcomités y se ha presentado un proyecto de instituto de formación psicoanalítica.
Ciertamente, al igual que sucede en europa y quizás en el mundo entero, nos encontramos con la dificultad de definir lo que es y lo que no es psicoanálisis, porque una cosa es definir el psicoanálisis partiendo desde una perspectiva teórica, la cual está basada en conceptos fundamentales como troncos que sustentan la arquitectura institucional colectiva, lo que nos da una identidad profesional, y otra, es basar la identidad de lo que es psicoanalítico en el método que utilizamos para trabajar en la práctica clínica de nuestros consultorios. Se puede decir que partiendo de freud no habrá “un” (single) método que definirá lo que consideramos psicoanálisis, ya que encontramos en la misma práctica freudiana fundante diversos métodos. Recordemos tan sólo la expresión del mismo freud en 1937 cuando en el esquema de psicoanálisis dice que “hay algunos analizandos que han permanecido tan infantiles que aún en el análisis sólo es posible tratarlos como a niños”.
Cuando decía esto habían pasado varios años desde los momentos de tensión que habían producido las modificaciones metodológicas de algunos analistas como es el caso de ferenczi. Pero freud tenía la preocupación que la disciplina teórica y clínica que había creado se viese amenazada si se cambiaban los valores de los fundamentos principalmente teóricos como ocurrió con las propuestas de jung y adler y metodológicos con las de ferenczi.
Por eso reafirma su lugar de creador al decir que el psicoanálisis se apoya en la existencia de los conceptos del inconciente, la represión, la transferencia y la psico-sexualidad y que técnicamente se estandariza su aplicación a los neuróticos, en los cuales la interpretación era la via regia para realizar la tarea. No estaban formulados entonces los nuevos desarrollos teóricos acerca de las estructuras del funcionamiento mental primitivo y por tanto no se podían ampliar los procedimientos metodológicos, porque al ampliarlos, subsecuentemente, pueden formularse las modificaciones metodológicas que correspondan para abordar, con los contra-estilos comunicacionales correspondientes, dichas estructuras. No en vano decía freud que el método psicoanalítico no era aplicable a la psicosis, hoy diríamos que no era aplicable a todo el espacio psíquico no neurótico. Estamos totalmente de acuerdo en que se afirme que podemos no ser capaces de describir “la” manera de hacer psicoanálisis y que podemos describir y comparar algunas maneras. Esto habla de aceptar un pluralismo en el hacer.
Hay varios obstáculos que influyen en la comunicación entre analistas y los tres que señala david son válidos: 1) focalizar el método del presentante debido a la tendencia a supervisar lo que ha sido realizado desde el punto de vista del escucha; 2) dificultades en la comunicación debido a que los mismos conceptos psicoanalíticos tienen diferentes, pero implícitos, significados en diferentes culturas y 3) la inconmensurable estructura para hacer comparaciones, pues no hay manera de hacer la misma pregunta para cada presentación y entonces poder comparar respuestas.
Otro punto planteado por david es en relación a la interfase. La apertura al intercambio con otras disciplinas tiene sus riesgos y sus ventajas. Me pregunto y pregunto si hay alguna posibilidad de evitar los riesgos: que nos tomen superficialmente, que lo que ofrezcamos sea expuesto de manera superficial, o que lo presentemos sea hecho de una manera dogmática o reduccionista, o que nos aislemos para no correr ninguno de esos peligros. Pienso que es preferible correr el riesgo de que lo que se exponga sea mal utilizado al superficializarce, que el encerramiento aislante para proteger la pureza y la profundidad de nuestros conocimientos.
En cuanto al riesgo de la posible pérdida de identidad si colaboramos con los psicoterapeutas, el problema estaría, según mi punto de vista, no en la colaboración con ellos, sino en los psicoanalistas que tienen problemas de identidad psicoanalítica y no han analizado suficientemente, o profundamente, su resistencia al psicoanálisis y sus implicaciones en relación a sus particulares estructuras psíquicas. Tener miedo de corrompernos es como decir que si trabajamos en medios corruptos vamos a terminar necesariamente siendo corruptos. Lo seremos en la medida que nuestros valores éticos no están suficientemente establecidos. Si nos acercamos a los psicoterapeutas con el afecto y la con la humildad necesaria y sostenemos nuestras convicciones sin arrogancia podemos incentivar el interés en el psicoanálisis no solo en los otros sino en nosotros mismos. En este caso, la identidad psicoanalítica se refuerza con la pasión útil y no con devoción, pues ésta ultima apunta hacia un vinculo con nuestra disciplina desde una posición de creyentes devotos en lugar de un vínculo basado en el conocimiento logrado a través de pensar el mismo, lo que nos enfrenta al descubrimiento de nuestras ignorancias.
¿será que éstos miedos nos movilizan nuestras fantasías agresivas y de aniquilamiento más primarias, las que proyectamos defensivamente en los psicoterapeutas, e incluso en otros analistas que ejercitan diferentes modos de abordaje psicoanalítico y, como dice erlich, nos defendemos de ello con pasividad y aislamiento? Lo que hace verdaderamente frágil a la identidad psicoanalítica es la rigidización de la misma y por el contrario lo que la hace fuerte es la capacidad de tolerar las diferencias que nos da la flexibilidad que permite movernos dentro de un espectro conceptual y metodológico que tiene sus límites.
En lo que respecta a educación nos parece válido sostener un working party donde se investigue todo aquello que pueda favorecer u obstaculizar el proceso educativo, en particular los factores irracionales dentro de los institutos de enseñanza, determinados por contenidos inconscientes de los analistas formadores. En américa latina lo hemos venido indagando durante los encuentros de institutos y en los congresos a través de de las discusiones acerca de materiales de supervisión donde se muestra la dupla supervisor-supervisando en una o varias sesiones de supervisión. Uno de los puntos a investigar sería cómo el proceso de supervisión conduce a que el supervisando configure una identidad psicoanalítica propia en lugar de una identidad basada en una identificación imitativa con sus supervisores, la cual está sustentada sobre factores inconscientes y modos defensivos del tipo idealización, sometimiento y persecusión. Creo que las entrevistas a los analistas de entrenamiento no dan información suficiente para la evaluación buscada, a menos que se hagan al modo de entrevistas psicoanalíticas para detectar las motivaciones inconcientes de los involucrados en le proceso de enseñanza-aprendizaje. Un aspecto a considerar en los institutos de formación es lo relativo a los grupos de poder dentro de los mismos, los cuales muchas veces están en función de filiaciones ideológicas psicoanalíticas aparentemente teóricas o metodológicas. Dichas asociaciones filiales son utilizadas para aprobar o vetar colegas o candidatos en diversas circunstancias, a las cuales subyacen situaciones de rivalidad o fallas narcisísticas importantes que se expresan a través de dichas filiaciones. Una manera que hemos encontrado en algunas instituciones para prevenir lo anterior es a través de la implementación de una reglamentación clara y sencilla que respete el derecho de todos a asumir las funciones y roles que correspondan de acuerdo a sus intereses particulares. Para ello se evalúa, según las reglamentaciones, el compromiso de los psicoanalistas con los principios teóricos y metodológicos psicoanalíticos fundamentales a través de entrevistas personales, estudios del currículo vitae, discusión de material clínico de pacientes en análisis con analistas senior, y la presentación de un trabajo teórico-clínico ante pares, o ante la sociedad como un todo, a fin de mostrar su modo de pensar y quehacer psicoanalítico. En algunas instituciones como es el caso de la sociedad psicoanalítica de caracas en venezuela, los “training analyst” tienen la obligación de reconfirmar la función didáctica cada cinco años si desean mantener la misma, repitiendo para ello los mismos procedimientos que siguieron cuando la asumieron por primera vez. Los profesores de seminarios evalúan y son evaluados por los alumnos en una hoja que se entrega al comité de evaluación cada vez que se termina un ciclo de seminarios. Las características de las evaluaciones buscan descartar, o minimizar, la influencia de la subjetividad siempre presente y una manera de prevenir distorsiones es que para que un candidato sea considerado inaceptable para aprobar un seminario un grupo de ellos, debe haber un número coincidente de reprobaciones por parte de diferentes profesores de seminarios.
Lo que expresa david a través del reporte de budapest nos muestra la complejidad que existe en los institutos psicoanalíticos de todo el mundo para evaluar, después deslastrando lo mas posible la subjetividad inconsciente de los evaluadores, la capacidad analítica, la idoneidad y la ética de los analistas en formación y sobre todo la honestidad de reconocer los lugares de insuficiencia en sus conocimientos sin que ello sea señalado como un estigma.
El reto es cómo detectar lo que falla para proveer los medios de subsanarlo y no para expulsar a aquel que demuestra fallas, a menos que las mismas sean incompatibles con el oficio de psicoanalista. Quizás un punto crucial es el momento de hacer la selección de los aspirantes y lo que concebimos deben ser las cualidades o características que los mismos deben llenar para ser admitidos como analistas en formación. Debemos pensar también cuál es la diferencia en la evaluación de los requisitos para ingresar a la formación y las condiciones que debe reunir aquel que es aprobado para egresar del instituto y ser calificado de psicoanalista. En la primera el énfasis está puesto en la característica de la estructura psíquica del aspirante a candidato y en la segunda, en las características de sus conocimientos teóricos, clínicos y metodológicos o técnicos, además de haber cumplido con los reglamentos del instituto de formación. Esta última evaluación no nos habla del compromiso, del ahora analista, con lo que freud llamaba “…la convicción de la existencia del inconciente (afectos y significados inconscientes) de su propia persona”, como condición para la calificación del analista, y cómo evolucionó dicha convicción dentro de su análisis. Este debe ser el mínimo requerimiento para alguien que es analista y se ha analizado. Tal requerimiento está implícito en lo que david sugiere como las tres capacidades específicas que debe desarrollar y demostrar su dominio por parte un analista en formación. Yo agregaría que debe demostrar que dichas capacidades se desarrollaron para comprender a sus analizandos tanto como a él mismo.
Esto nos lleva a que podamos considerar a continuación lo relativo a los estándares educativos. Ciertamente, ante la confluencia de diversos factores socio-económicos, políticos e institucionales, los presidentes de las 26 sociedades psicoanalíticas latinoamericanas plantearon a la ipa en el año 1.999 el requerimiento de considerar la flexibilidad en cuanto a los estándares que se aplicaban en relación a los análisis de los candidatos en formación y a los pacientes en supervisión, dentro de los modelos que la ipa aceptaba para las sociedades componentes. La frecuencia no es un problema planteado por los latinoamericanos, sino que se origina a partir de las grandfather clauses (excepciones), introducidas en 1972 o 1973, por la situación de los franceses y uruguay. En julio del 2.002 se aprobó, luego de estudios al respecto, la resolución que abría el abanico para que las sociedades pertenecientes a la ipa adoptaran el modelo que consideraran pertinentes, bajo el propósito general de investigación. La resolución planteaba aceptar la existencia de una pluralidad de modelos. No se reduce, pues, a la elección entre el modelo francés y el británico. Para los analistas latinoamericanos el criterio de modificación metodológica no se refiere a la frecuencia que hasta ahora se ha aplicado a la ipa y poder escoger entre tres y cinco sesiones a la semana, sino que vas más allá al considerar que el método puede variar desde un ideal de frecuencia alta a una baja frecuencia, que para los candidatos y sus pacientes en supervisión nunca sería menor de tres veces a la semana. Pero que además el método ideal tiene que ser replanteado cuando la estructura ideal de los analizandos, es decir aquellos que hacen psiconeurosis de transferencia, se alejan de dicho ideal y por ende no pueden armonizar con un ideal de la cura, lo cual nos aleja del psicoanálisis ideal, para acercarnos a “otros” psicoanálisis. Uno de estos “otros” ha sido llamado por a. Green “corpo-análisis” agregando, además, que esta querella divide al mundo analítico actual desde hace muchos años. Coincido con green cuando dice que:” el encuadre encarna el ideal del psicoanálisis y que el mismo se ha establecido para demostrar que un momento u otro las condiciones fijadas no serán respetadas en su integridad por el analizando ni por el analista”. Pretender que el encuadre sea inmutable y sagrado es expresión de una ideología pues se asume como un dogma de fé y lo que no sea de acuerdo a ello se convierte en herejía. Por el contrario, creo que lo que hay que sostener es un ideal del psicoanalista, de la práctica y la teoría psicoanalítica como algo a buscar, como un norte que nos oriente en nuestro navegar psicoanalítico. Tomar las desviaciones de ese ideal como momentos de tensión para ser investigados, puede conducirnos a nuevos descubrimientos en la práctica, en la teoría y en los analistas mismos. Cristóbal colón descubrió la américa cuando creía estar yendo a las indias occidentales. Basta que recordemos a freud en sus nuevas conferencias introductorias, a bion en su concepto de capacidad negativa y a green cuando dice que “lo que el psicoanálisis reivindica es la verdad del inconsciente, el cual tiene poder de subversión y que la divergencia sobre los ideales desaparece desde el momento en que no asignamos al analista otra tarea que la de analizar, sin ningún otro propósito, pues de lo contrario corremos el riesgo de caer en la idealización de los ideales teóricos, clínicos, metodológicos, de los analistas, de los candidatos y del análisis mismo”. Estas idealizaciones son las que pueden conducir al “no análisis” en su vasta acepción.
Buscar estandarizar al método psicoanalítico con un criterio de entrar en una competencia por un mercado de clientes para que nos compren nuestro producto es plantearse al psicoanálisis, según pienso, desde un vértice que no sería el psicoanalítico, es ver al psicoanálisis desde un vértice económico, buscando producir riqueza a los dueños de la patente del producto, muchas veces a costa de los consumidores del mismo. Hoy día, a diferencia de adam smith, de david ricardo y de talcott parsons, otros pensadores de la moderna economía, como es el caso de joseph stiglitz, en “el malestar en la globalización”, se plantean que una aplicación mecanicista de los principios económicos que no tome en cuenta las idiosincrasias de los consumidores, puede conducir a una fantasía de riqueza que corre el riesgo de quebrarse en cualquier momento y caer en la pobreza al haberse hipotecado todos los recursos que le eran propios. No somos la última coca cola en el desierto así como tampoco somos la coca cola. Si tomamos en cuenta todo lo anterior diremos que el pluralismo, en consecuencia, tiene más que ver con creatividad y crecimiento del método psicoanalítico mismo y sus desarrollos teóricos que con el riesgo de perder nuestra identidad.
La propuesta, surgida a raíz de nuestros encuentros en helsinki, de poder organizar en diversos escenarios discusiones cruzadas interregionales, a partir de materiales clínicos, puede ser una de las maneras de encontrar los puntos de acuerdo y debatir nuestras divergencias acerca de los criterios de lo que hace a la especificidad del psicoanálisis.
Caracas 28 de abril de 2004.