A más de un año de la rutina pandémica, el aislamiento se ha vuelto cotidianidad para todos.
Los niños, en este contexto que rompe con el curso normal de su infancia, también sienten incertidumbre y miedo. Por ello, es nuestro rol entenderlos y acompañarlos.
Tendemos a “adultizar” el mundo infantil, esperamos en ocasiones de ellos una forma de entendimiento que aún no son capaces de ofrecer; en su lugar, es importante considerar la etapa del desarrollo en la que se encuentran.
¿Qué esperar y cómo manejar en los niños los efectos psíquicos del aislamiento por la pandemia?
Los bebés sienten la preocupación en el ambiente. Se pueden alterar sus rutinas diarias (como el sueño) y se observan más temerosos en el contacto con nuevas personas. Debemos mostrar calma y respetar sus deseos por acercarse a otros.
Al año y medio y 2 años, son relevantes la autonomía, la autorregulación sensorial y la consolidación del lenguaje. Pueden observarse ciertos retrasos en el lenguaje y temor a la incorporación de elementos sensoriales novedosos del ambiente. Es importante darles el
espacio de adaptarse progresivamente a la realidad sensorial antes desconocida.
De 3 a 5 años, los niños intentan ubicar su lugar en su familia y en su contexto, así como entender que sus acciones con otros tienen consecuencias; lo cual se vuelve difícil con el distanciamiento. Recalcar los sentimientos y la humanidad de los otros en contraste con lo
parcial que se percibe a través de las barreras de la tecnología, es una labor importante.
En los niños de 6 a 9 años comienza la consciencia por la enfermedad y comprenden que la muerte es irreversible. Es importante hacer e involucrarlos en los rituales de duelo.
De 10 a 12 años ocurren los cambios corporales y son primordiales las relaciones con sus pares; la escuela es relevante porque marca el distanciamiento de los padres; la presencialidad es vital para transitarla. Debemos encontrar los sustitutos para ofrecer estos espacios
presenciales, a través de actividades extracurriculares, por ejemplo.
Como reflexión final, la implicación psíquica del tapabocas y la ausencia de contacto físico influye en todas las edades. El vínculo con amigos y familiares y la interacción con personas y ambientes desconocidos se ha visto limitado como resultado de la pandemia, la lectura de las emociones y la comprensión de otros como un ser humano completo y no una porción observada en una pantalla, dificulta la socialización, y con ello el transitar de los niños y adolescentes por cada una de sus etapas. Sin embargo, comprendiéndolos, explicándoles y ofreciéndoles alternativas frente a los retos del aislamiento, favorecemos su desarrollo.