Sociedad Psicoanalítica de Caracas

Ruptura de la confidencia en el proceso analítico.

por Rómulo Lander[1]

¿Qué es la confidencia en Psicoanálisis?  

 

La <confidencia> o también llamado <secreto profesional> es un asunto que se ubica en la esencia misma del proceso analítico. La oferta de confidencialidad que ofrece el analista a su analizado se apoya y se sostiene en la capacidad que tiene el analista para trabajar en alteridad[2] y con reverie[3].

Sin esas dos capacidades mencionadas <la exploración de inconsciente> no es posible. Sin esas dos capacidades el proceso analítico no se inicia o se detiene.

Aparece otro tipo de ayuda, la cual también es útil, pero esa ayuda ya no es de tipo psicoanalítica, esclarecedora. Así aparece la modalidad de ayuda pedagógica y ortopédica que también son ayudas útiles para lograr disminuir la intensidad de la angustia, pero no facilita el <conocimiento de si-mismo>. Para lograr eso se necesita el diálogo analítico.

El paciente que va a entrar en un proceso de análisis acepta hablar libremente de su mundo interior porque el analista le ha ofrecido:…<que todo lo que diga será escuchado en confidencia>.

El paciente que de verdad está interesado en el análisis va a encontrar <obstáculos propios> para poder hablar con toda sinceridad. A ese obstáculo lo llamamos <la resistencia>. El entender que el analista está capacitado para cumplir su <oferta de confidencia> y capacitado para escuchar atentamente sin ejercer ningún <juicio de valor>, resultan ser los elementos primarios, que van a ayudar al analizando a hablar libremente y con sinceridad.

Esas condiciones ofrecidas por el analista, van a ayudar al analizando a vencer la resistencia y a transformarse poco a poco en un analizando que progresa en su proceso analítico.

¿Por qué un analista inteligente y capaz que ha sido entrenado adecuadamente, rompe la oferta de confidencialidad que sinceramente ha ofrecido al analizando?

Encuentro que algunos psicoterapeutas dinámicos y también algunos psicoanalistas ya certificados <hablan indiscretamente> de sus pacientes en un ámbito social, aun cuando no mencionen ningún nombre. Creo que este tema de la ruptura voluntaria del <secreto profesional> es de enorme interés para nuestra comunidad de psicoterapeutas, incluyendo los analistas. A veces he pensado que se trata de analistas que no le dan suficiente importancia a la confidencialidad ofrecida y la guardan a medias.

 

Ruptura de la confidencia

 

Si la confidencialidad ofrecida por el analista es tan importante, entonces es necesario preguntarse lo siguiente: ¿Qué puede llevar a un analista bien entrenado a romper la confidencia?

Para aproximarnos a este complejo problema propongo examinar un grupo de fenómenos mentales que podrían afectar el funcionamiento de la mente del analista y que lo llevarían entre otras cosas a <la ruptura de la confidencia>Me refiero a la presencia de los siguientes aspectos:

(1)   <angustia> del analista

(2)   <soledad> del analista

(3)   <deficiencia narcisista> del analista

(4)   <síntomas> del analista.

 

Quisiera agregar al final de este texto alguna información sobre los

<Aspectos legales de la confidencia

1 La angustia del analista

Aparte de sus propias angustias y de sus dificultades personales, el analista está sometido a los <efectos de lo que escucha> proveniente del material mental que sus pacientes producen cada día. Si el analista es de los que trabaja rutinariamente <identificándose> con el material que escucha [en simetría con su paciente] entonces esta identificación tendrá sus efectos.

Cuando el analista se identifica permanentemente con el material producido por sus analizándos lo hace porque esa es la única forma de entender ese material y es por esta vía de identificarse va a producir su intervención analítica.

Este analista se encuentra en lo que llamamos <simetría> con su analizando.[4] En ese momento ha perdido la <alteridad>. Esta simetría le va a producir un incremento en el montante de angustia al analista. Cuando esta identificación ocurre va a ser inevitable, que se active el sistema de ideales del analista. Esta identificación va a provocar algo que crea problemas al analista. Va a aparecer  lo que se llama el <juicio de valor> que determina lo que es bueno y lo que es malo, en relación a lo que ha introyectado [proveniente del material escuchado de su analizando. Por esta vía aparece la angustia en el analista. Creo que en todo proceso analítico ocurren momentos de simetría y asimetría.

Es algo inevitable, pero el analista que se reconoce en simetría con su analizando busca rescatarse de ese lugar. La forma útil y provechosa de rescatarse es llevar el material clínico a <Grupos de Supervisión> o a <Supervisión individual> con un colega, todo esto, realizado dentro de un compromiso profesional de confidencia y secrecía.

 

La dialéctica de la simetría y asimetría 

Existe simetría en la dupla analítica: cuando el analista está identificado con el material que el analizando produce en cada sesión (Jacques Lacan, 1962). Trabajar en simetría o asimetría no es un acto voluntario, no es una escogencia del analista. Sabemos que es recomendable trabajar en asimetría.

Para lograrlo, el terapeuta debe capacitarse para ello. Esto lo logra a través de su análisis o terapia personal. Por lo tanto la profundidad lograda en el análisis del futuro analista es muy importante. Es lo que determinará el límite de su acto. Cuando trabaja con dramas humanos que ya ha conocido en sí mismo, el analista puede trabajar en asimetría.

En el caso contrario va a caer inevitablemente [involuntariamente] en simetría. De esta simetría puede rescatarse al hablar y supervisar en confidencia con un colega, que sea un interlocutor calificado. El analista en formación debe tener la oportunidad de explorar los aspectos más oscuros, reprimidos de su vida sexual y destructiva. No hay duda de que por esta vía va a ampliar sus capacidades futuras como analista  y como terapeuta dinámico.

Existe asimetría cuando el analista no se identifica con el analizante, esto permite que se coloque en atención flotante, lo capacita para escuchar sin prejuicio el material emergente, mantiene la discriminación sujeto/objeto, mantiene el <yo soy yo> y el <Yo no soy tú>. No hay identificación con lo que dice el analizando, por lo tanto el monto de angustia del analista es mucho menor.

Las sesiones en que el analista está en asimetría le permiten borrar de su mente, todo lo que ha ocurrido cuando la sesión termina. Queda así preparado para recibir al siguiente paciente con una mente tranquila.  Es oportuno citar aquí el <Block maravilloso>[5]  de Freud. Este <Block maravilloso> como metáfora la he utilizado con frecuencia para describir esa capacidad especial del analista. Así muchas veces podemos hacer que la sesión ya terminada se borre automáticamente de nuestra mente.

Otras veces no ocurre así. Según sea el caso que nos toca atender, perdemos la <asimetría> y al terminar la sesión quedan muchos efectos en nuestra mente y no es posible borrarla.

Freud escribió en 1925 una breve reseña donde nos describe un nuevo juguete de escritura que apareció en Viena para el disfrute de los niños llamado el <Block maravilloso>. En este Block, lo escrito se borraba, al separar la hoja superior de celofán de la hoja inferior de cera.

Freud utiliza este modelo para ejemplificar su teoría de la percepción y la memoria permanente y no permanente. Este modelo del <Block maravilloso> también nos sirve para ilustrar en metáfora la capacidad del analista de percibir claramente, escribir en esa hoja especial del Block el material producido por el analizando y luego al final de la hora levantar la hoja de celofán y borrar de nuestra conciencia lo escuchado durante esa hora terapéutica.

Solo cuando el terapeuta está en identificación con el analizando es decir en simetría [sin alteridad] es cuando no se puede borrar lo escuchado. Ese material continuará habitando insistentemente la mente del terapeuta e incluso puede hacer presencia en su vida cotidiana y en sus sueños.

El alivio de la angustia del analista

El peso de soportar diariamente el amor y el odio de transferencia, hora tras hora, en la soledad del acto analítico, se hace más difícil si se trabaja en simetría. Cuando caemos por razones personales involuntarias en simetría –la angustia o la tensión psíquica del analista– lo va a empujar a buscar un confidente. Es decir hablar con un otro lo que le está ocurriendo con algún analizando. Este desahogo o catarsis va a ofrecer al analista la oportunidad de aliviar su tensión psíquica y su angustia.

Generalmente este otro disponible son personas cercanas: el cónyuge o un amigo. Esta práctica es inaceptable, porque si el que escucha también se identifica con lo escuchado, entonces lo que ocurre, es que la angustia pasa de uno a otro. El otro que escucha, tendrá que hacer algo con esa tensión psíquica y la cadena continúa.

Además de que se ha roto el secreto profesional ofrecido. Si el terapeuta  desarrolla la <capacidad de continencia> de la angustia y el <continencia del sufrimiento> entonces puede buscar con calma un interlocutor calificado. Esto lo encuentra en la figura de un colega supervisor con quien examina <en confidencia> el material clínico en cuestión.

Soy de los que piensan que el analista progresa en su oficio y en sus conocimientos cuando examina constantemente su trabajo clínico. Esto lo puede hacer en el ámbito de un <Grupo de Supervisión> o  en <supervisión individual>. Todo esto ocurre dentro de un compromiso mutuo profesional de confidencia.

 

2 La soledad del Analista

El proceso psicoterapéutico transcurre en la intensa intimidad secreta transferencial de la dupla analítica. Es una <intensidad asimétrica> en donde el analista recibe y contiene en la <modalidad reverie> las proyecciones del analizando (W. Bion, 1967). El analista realiza su acto analítico en la plena soledad de su trabajo. Sabemos que ocurren cosas extraordinarias durante un proceso analítico. Todas esas cosas a veces son del orden del <horror> y otras veces del orden <lo sublime>.

Ambas permanecerán olvidadas para siempre en el sistema preconsciente del analista. Esto es así porque la oferta de confidencia permanece vigente aún después de terminado el proceso analítico. El analista se lleva sus secretos profesionales a la tumba. La naturaleza extraordinaria de la experiencia, unida a la necesidad de compartir el hecho extraordinario <a veces empuja> al analista a romper el compromiso de confidencia ofrecido. Esto ocurre con más facilidad si el analista tiene por razones de su historia de infancia <deficiencias narcisistas> importantes, las cuales sabemos no pueden ser modificadas por ningún análisis personal. Son experiencias gravadas en fuego en el inconsciente del analista. A veces estas deficiencias narcisistas del analista limitan la capacidad del analista de contener su soledad, su angustia y mantener el secreto profesional.

En otro orden de ideas soy de los que piensan que la práctica de este oficio de ser psicoanalista practicante se realiza con más <estabilidad y tranquilidad> si el analista tiene satisfechas sus necesidades-básicas de: amor, sexo, prestigio y dinero.

 

3  La <Deficiencia Narcisista> del analista

El <análisis personal> del analista debería ser tan completo <como sea posible>. El analista debería revisar los más profundo posible su sistema de ideales [yo-ideal y el ideal-del-yo]. Estos ideales son los que organizan y regulan la vida sexual y destructiva del sujeto.

Es recomendable lograr explorar los aspectos más reprimidos de la sexualidad y de la destructividad del futuro analista. No hacerlo va a limitar sus capacidades terapéuticas futuras. No hacerlo dejará intacto y reprimidos importantes elementos de su vida pulsional. El problema está en los inevitables obstáculos al proceso terapéutico. El paciente se resiste a conocer lo reprimido. Pero también sabemos que el <analista didáctico> puede señalar y abrir la oportunidad, según sea el material emergente para que el paciente futuro-analista <se atreva> a conocer lo reprimido de su propia vida sexual y destructiva. Por esta vía el futuro analista amplia los límites de su acto y se capacita para actuar con cierta seguridad.

El problema más serio se encuentra en el <lecho de roca>. Me refiero a las carencias narcisistas del futuro-analista. Estas carencias son estructurales y van a ser poco accesibles a una transformación por vía del conocimiento.

Estas carencias narcisistas van a continuar durante la vida profesional y a veces son responsables de la ruptura de la confidencialidad. Esto ocurre cuando por razones del azar el material del paciente coloca al analista en simetría y que por sus dificultades narcisistas no va a disponer de la <capacidad de continencia> necesaria que le permita recurrir a la figura de un colega, que en confidencia haga las veces de supervisor y de depositario de lo intolerable.

Al no tener en ese caso capacidad de continencia se desahoga en forma irresponsable, en pleno acting-out, sin saber a plenitud, la gravedad de lo que está haciendo.

 

4  El síntoma del analista 

Durante el proceso analítico van a ocurrir muchas cosas. Es recomendable que el  analista trabaje en <asimetría> [alteridad] y por lo tanto sea capaz de tener la <atención flotante> y sostener el <semblante> de la transferencia. Entonces podrá intervenir <desde donde no se le espera> cuando pronuncia sus observaciones pertinentes.

El analista intervendrá con intervenciones breves y a veces enigmáticas, que cuestionan al analizando. El propósito es dejar abierto el proceso, no obturar la búsqueda y relanzar al analizando a buscar más, por medio de su asociación libre. A lo largo del proceso puede ocurrir que el analista <se identifique> y caiga en simetría con su paciente. En ese caso decimos que el analista ha hecho <síntoma> con el material escuchado.

Este  material proveniente del analizando, el analista lo ha hecho propio. El analista va <sufrir> esta identificación según sea su propio sistema de ideales. Desde allí impulsado por el <juicio de valor> hace una intervención analítica. Es decir interpreta desde su síntoma.

Esta intervención desde el <síntoma del analista> producirá un acto pedagógico, ortopédico o arbitrario. Pero no un acto analítico puro. Es decir pasamos a explicar teorías a enseñar acerca la vida, a aprobar o prohibir disimuladamente cosas, o hacer un acting-out [del analista]. Estas son cosas que nos pasan normalmente a lo largo de un proceso analítico y del cual nos rescatamos oportunamente. Pienso que durante el proceso todo analista podrá oscilar entre momentos de asimetría y de simetría.

Por lo tanto durante el proceso analítico es natural encontrar <acto analítico puro> y otro tipo de actos como lo son el acto pedagógico, el acto ortopédico y el acto arbitrario. Insisto en que todos estos actos son aceptables y ocurren normalmente durante la conducción del proceso analítico (R. Lander, 1996, 2014).

Cada vez que estamos en simetría, el analista está en peligro de sufrir exagerados monto de angustia que lo puede empujar a romper la oferta de confidencialidad. En estos momentos es cuando es recomendable que el analista busque a un colega para conversar y supervisar en confidencia el caso en cuestión. O también es recomendable llevarlo a un <Grupo de Supervisión> o a un <Laboratorio de ideas psicoanalíticas> que trabajan con el compromiso profesional de confidencialidad.

 

5 Aspectos legales de la <confidencialidad>

Desde el punto de vista legal, la pregunta más difícil de responder refiere a la <protección legal> que el analizando tiene de su historia. Historia que ha sido  narrada en confidencia a su analista. ¿Podría algún Juez obligar al analista a revelar aspectos confidenciales del proceso analítico de un paciente en particular? La respuesta a esa pregunta no es universal, ya que cada país se rige por leyes diferentes. La IPA y el Instituto Británico de comparación de las Leyes Internacionales [BIICL] realizaron en 2004 un estudio sobre esta pregunta. Las leyes nacionales de cada país, los Reglamentos, Normas y Códigos de Ética de las distintas profesiones existentes, en relación a la Salud Mental, todas tienen diversas formas de manejar la confidencialidad, especialmente en aquellas que son específicamente dedicadas a la práctica del Psicoanálisis.

Los abogados, el contenido de las Leyes, de los Reglamentos y los Códigos de Ética, consultadas en ese estudio: <incluyen, comprenden y apoyan> la necesidad de la confidencialidad que existe entre un analizando y su analista. También consideran que la confidencialidad en psicoanálisis es de una <naturaleza esencial> al proceso analítico. Esta confidencialidad es mucho más importante en Psicoanálisis, que en la práctica clínica de la Medicina, de la Cirugía y de la Psiquiatría. Por una clarísima razón: …sin confidencialidad, no hay análisis.

El estudio legal que he citado, demuestra que a pesar de existir variaciones en los diversos países estudiados, tanto el analizando como el analista <no están> correctamente protegidos por las leyes. No están protegidos en su aspiración a tener el derecho a preservar la confidencialidad.

La razón ser de esta situación incomprensible es la siguiente: El derecho a la confidencialidad en psicoanálisis puede caer en conflicto con otras consideraciones legales. Las razones más frecuentes son: (a) El derecho a la vida, que involucra el acto suicida y homicida. (b) Actos civiles y mercantiles, que involucran uno o varios delitos. (c) Actos sexuales, que involucran delitos penales, como es el caso de los actos sexuales forzados en adultos y lo abusos sexuales y violaciones que involucran a los niños y a los adolescentes menores de edad.

En breve:

La confidencialidad o también llamado <secreto profesional> es un asunto que habita la esencia misma del proceso analítico. La oferta de confidencialidad que ofrece el analista a su analizando <se apoya y se sostiene> en la capacidad que tiene el analista para trabajar en alteridad y con reverie. Sin esas capacidades mencionadas <la exploración de inconsciente> no es posible y el proceso analítico no se inicia o se detiene. Aparece otro tipo de ayuda, pero esa ayuda no es análisis.

El entender que el analista está capacitado para cumplir su oferta de confidencia, para escuchar atentamente, sin ejercer ningún <juicio de valor>, son los elementos primarios que van a ayudar al analizando a hablar libremente y con sinceridad. Esas condiciones ofrecidas por el analista, van a ayudar al paciente a vencer la resistencia y a transformarse poco a poco en un analizando.

 

Referencias bibliográficas:

 

BION, W. [1967]: Simbiosis y ambigüedad. Editorial Paidós, Buenos Aires.

FREUD, S. [1925]: Block Maravilloso.

Obras Completas, Vol. 19. Hogarth Press, London

GARVEY P. Y LAYTON, A [2004]: Comparative confidentiality in Psychoanalysis. International Psychoanalytical Association [IPA] and British Institute of International and comparative Law [BIICL].

Charles Clore, House-Editor:     [email protected] — www.biicl.org

LACAN, J. [1962]: La Angustia Seminario 10. Copia Mimeo. Mexico, 1972

LACAN, J. [1964]: Los cuatro conceptos fundamentales Seminario 11. Editorial Paidós. Buenos Aires, 1987

LANDER, R. [1996]: El acto analítico Revista <Trópicos>. Año 5 Vol. 1 y 2  Caracas, 1996

LANDER, R. [2014]: Psicoanálisis: Teoría de la técnica Editorial psicoanalítica, Caracas.

www.romulolander.org  [descarga gratuita en la sección libros]

[email protected]

www.romulolander.org/

 

[1] Médico-Psiquiatra y Psicoanalista. Miembro de la SPC Psicoanalitica de Caracas, Federación FEPAL Latinoamericana y de la Asociación Mundial IPA.  También es miembro de la SVP de Psiquiatría de Venezuela. E-mail: [email protected].

 

[2] La <capacidad de alteridad> se refiere a la capacidad que tiene el analista de relacionarse con su analizando en <asimetría>. Es decir en establecer una <relación de objeto> más evolucionada que la primitiva <relación simbiótica> de objeto. En esa relación simbiótica de objeto: no se discrimina el Self del Objeto. Por la tanto es una relación donde <Yo soy Tú> y <Tú eres Yo>.  En metáfora se dice: <ponerse en los zapatos del otro>. Cuando eso ocurre –la relación establecida es simbiótica, simétrica y sin alteridad. La alteridad aparece cuando se establece el <Yo soy Yo> y <Tú eres tú>.

 

[3] La <capacidad de reverie> refiere la capacidad del analista de tolerar en su mente <la angustia del otro> sin identificarse y desde allí poder escuchar y sostener [con la simple escucha desprejuiciada] el estado de angustia del otro. Esto va permitir mantenerse en <alteridad>, lo cual permite pensar con claridad y permite la ausencia de un <juicio de valor>. El objeto de la escucha es entender y no es juzgar. Desde allí puede entonces hablar en REVERIE que és transmitir al analizando lo que el analista piensa de lo escuchado, sin identificarse.

[4][4] Este término refiere a la teoría de las Relaciones Objetales.

[5] Refiere a la <pizarra mágica> de hoy en día.

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