Sociedad Psicoanalítica de Caracas

Lo impensable de los residuos radioactivos de la violencia política social y de la ecología dañada deviene cuerpo-dolor.

 

 

Yolanda Gampel

(Trabajo presentado en el evento: Diálogo con la Dra. Gampel el 04-11-2023)

 

¿Cree el terapeuta en la humanidad de su interlocutor, siendo su paciente criatura única que porta el inconsciente de su historia de vida, que anhela expresarse como alguien que busca una respuesta a sus preguntas? Esta pregunta, yo diría, es una pregunta silenciosa, no hablada en voz alta, que puede no ser tan consciente como en los niños pequeños, o que puede haberse vuelto inconsciente por la represión después de un período de conciencia. En este caso quedan rastros del proceso de represión, memoria de pantalla, elemento de sueño recurrente, síntoma fóbico compulsivo, de la violencia política social y los restos radioactivos de los mismos, estos rastros también pueden ser hábitos, somatización, incluso alergia. Estos son problemas de la lengua corporal que toma el lugar del lenguaje imaginario, del ser o verbal. El observador sensible, el psicoanalista cuando está atento y presente, primero debe ser consciente de que se encuentra con una persona a su imagen y que el paciente todavía se niega a sí mismo este rasgo.

 

Los acontecimientos dejan profundas huellas en la historia individual y colectiva. Huellas de dolor de lo social. Su significado y efecto se registran en tiempos diferentes. En torno de los sucesos se organiza un “antes” y un “después”. Y hoy nos hallamos, simultáneamente, en un antes y un después cotidianos y en un “hoy” amenazador, doloroso, que no termina.

El dolor se manifiesta en un sujeto, un individuo concreto, que lo percibe en su cuerpo, en su alma, en su psiquis. Lo social es una entidad de conjunto que implica a dos o más individuos y los vínculos entre ellos. Ambos términos son conceptos y no imágenes. No tienen color, forma ni olor (al igual que los restos radioactivos de lo que hablaré luego). Se los percibe cuando se presentan en el cuerpo, como dolor físico, sensación penosa en un punto del cuerpo, o dolor psíquico, bajo diferentes imágenes y formas: pena, congoja, pesar, aflicción, duelo, sufrimiento. A través de imágenes que se desincrustan del cuerpo, hay emociones que pueden desatar situaciones determinadas que vuelven al espíritu, cuerpo, mente, situaciones no evacuadas. Al tiempo que la muerte y las imágenes que despierta se desincrustan del cuerpo, aparecen imágenes interiores y, al mismo tiempo, un trabajo está en marcha.

La confrontación con el trauma es la imposibilidad de aprender el peligro frente al que estuvimos. La mente no puede confrontar la posibilidad de su muerte directamente y sobrevivir es paradójico para el ser humano. Sobrevivir es un testimonio interminable de la imposibilidad de vivir.

En cuanto a lo social, el cuerpo de lo social, ¿manifiesta, percibe dolor? En lo social el dolor aparece en los actos recordatorios, en la literatura. Sabemos que nunca se trata de una réplica exacta del dolor sufrido, ni en el cuerpo del individuo ni en el cuerpo de lo social. Es una aproximación metafórica hecha memoria, representación, acto simbólico, poema.

Vivimos en países que producen dolor. En Israel, debido al conflicto de territorios, culturas, religiones diferentes. En Argentina, por una economía errónea e inestable, por la destrucción del país y del futuro de sus jóvenes. Pero no son los únicos lugares del mundo donde el dolor de lo social irrumpe en el cuerpo de lo individual ¿Qué posición adopta el analista frente al dolor de lo social transmitido en la sesión?

Partí de la definición de dos tipos de trasfondos psíquicos coexistentes: el trasfondo de seguridad básica (background of safety, B.S.) y el trasfondo “de lo inquietante y extraño” (background of the unheimlich/uncanny, B.U.). Mi hipótesis era que los individuos que han pasado por experiencias traumatizantes de violencia social tienen necesidad de separar y disociar los dos trasfondos y mantener esa división a fin de continuar viviendo, o aun simplemente sobrevivir, sin ser invadidos por ese pasado traumático. En determinados momentos, estos individuos traumatizados son incapaces de distinguir, diferenciar o integrar su recuerdo dentro de la realidad psíquica o dentro de la vida corriente. Lo que emerge entonces toma la forma del recuerdo bruto, real y concreto de una realidad terrible ya vivida. En mi trabajo con sobrevivientes de violencias sociales, he podido constatar que los dos trasfondos no permanecen siempre yuxtapuestos, sino que una parte del B.U. se infiltra dentro del B.S. Se crea así una zona de ambigüedad, caracterizada por la confusión, los sueños, la somatización, la enfermedad, la incredulidad. Cuando el B.U. recubre una parte mayor del B.S., nos hallamos frente a una sintomatología más seria, que amenaza conducir a una situación extrema si tiene lugar su superposición (Gampel,1999).

Viñeta 1: El trauma de la Shoah, el duelo del cuerpo.

GS tenía 6 años cuando, en plena guerra, vio a sus padres por última vez. En ese momento la escondieron en un orfanato y más tarde en un convento. Mucho tiempo después, a los 53 años, casada y madre de dos hijas, vino a tratarse debido a un estado depresivo acompañado de tendencias fóbicas y obsesivas. Se sentía invadida por una angustia tan profunda que le impedía llevar a cabo sus actividades cotidianas, como si sentimientos inquietantes dominaran su sustrato de seguridad y la paralizaran. Un año después de comenzado el tratamiento, durante una sesión GS contó que había visto el filme Cinema Paradiso, y que mientras lo veía había experimentado un dolor en el costado izquierdo y una parálisis de la mano del mismo lado. No lo relacionó con la película, que halló fácil de comprender. Sin embargo, la había impactado el componente “católico” del filme, así como los personajes del operador y del niño que era su ayudante. Adjudicó el dolor y el adormecimiento a una sensación que ya había experimentado varios días antes de ver la película, había tenido dolores toda la noche. A su familia y amigos les extraña que no consulte a un médico. Me cuenta su inquietud y cree que se trata de un problema del corazón, al tiempo que evoca rápidamente la hipótesis de que sus enfermedades pueden deberse a una tensión psicológica. Cuando le pregunto qué piensa sobre esa tensión, no tiene respuesta. Cuando le pregunto por qué no consultó a un médico, me responde: “porque es simplemente psicológico”. Añade que en el momento en que está hablando conmigo reaparece el dolor en el pecho, que es indefinible, pero se parece a la angustia. Le pregunto sobre las relaciones que fueron importantes para ella durante su vida en el convento. ¿Quién se ocupaba de ella? ¿Quién la tranquilizaba? Menciona que tenía el orgullo de no llorar nunca y de no preguntar nunca nada. Mientras tanto se acuerda de un profesor de piano y de un profesor de idiomas y al comentar esto retorna el dolor. Le hago notar que cada vez que recuerda los lazos emocionales de su infancia, el corazón le hace daño, le vuelve el dolor. En ese momento dice que ella concede mucha importancia a la opinión de los otros, que por ejemplo esa mañana no había tenido tiempo de maquillarse, y que se demoró en hacerlo antes de entrar al consultorio. No quiere tener aspecto desagradable o una mala cara mientras está conmigo. Aun cuando yo conocía muchos aspectos de su personalidad que a ella le disgustan, no quería que la viera sin maquillaje. Comprendo que me está pidiendo que no haga caer sus defensas demasiado rápido y que no toque sus emociones más profundas. En ese momento comenta que el dolor había desaparecido y que el cambio le asombra, pero que el sustrato de esa inquietante extrañeza (BU) continúa presente en ella y que podía volver a primer plano según las circunstancias.

Los niños que habían perdido sus objetos de amor y los elementos constitutivos de su ser inscriben la realidad desaparecida de forma indeleble, como un duelo imposible de realizar. Así se establece esto que llamo “sustrato de lo inquietante y extraño”, un elemento psíquico que encarna y “organiza” algo imposible de organizar como lo es esta vivencia terrible y desestructurante. Paradójicamente este sustrato funciona como un receptáculo de todas las pérdidas, así como de la negación de éstas.

Para los sobrevivientes de la Shoah, una estrategia posible de supervivencia es dejar de lado las emociones más dolorosas y, sobre todo, no traducirlas en palabras. Entonces el cuerpo se convierte en el lugar donde se expresan indirectamente esas emociones, las angustias, el miedo, el dolor que todos han conocido durante su infancia. Ese sufrimiento somático crónico constituye entonces la única huella de un dolor psíquico casi imposible de experimentar debido, justamente, a su potencia traumática. En lo que concierne a GS, el presente y el pasado están entrelazados en un clivaje estratificado que le impide formar o acceder a la noción de conciencia de sí y del mundo como una historia continua y lograr así una cierta unidad del ser. La experiencia traumática de la separación brusca de sus padres y de su entorno familiar seguía existiendo en ella, expresándose a través de vulnerabilidades localizadas en su envoltura corporal (Gampel, 2005).

Viñeta2:  Transmisión radioactiva

Ciertos aspectos de la historia de una paciente y del trabajo que hemos realizado juntas en terapia pueden ilustrar la problemática de la “transmisión radioactiva” (Gampel,1996,1999, 2000, 2005) y de la “identificación Endo críptica” (Abraham y Torok, 1978). Una médica joven, especializada en anatomía patológica, solicitó ayuda para entender por qué había elegido esa especialización que consiste en trabajar con los cadáveres. (Paciente de Huller que presentó este caso en 2003.)   Aun cuando no vivía un conflicto específico en el nivel de sus relaciones consigo misma y con los demás, nunca llegaba a sentirse bien, a alcanzar sensación de bienestar. Al decirlo, no sabía ella misma de qué se trataba. Se quejaba de inconvenientes debidos a lo que ella llamaba el exhibicionismo sexual de su padre. Cuando éste llegaba del trabajo se desvestía y, sólo cubierto por un slip, se acostaba a descansar inmóvil sobre el piso de la sala de estar. La familia aceptaba pasivamente esa conducta, pero la joven sentía vergüenza de invitar a sus amigas a la casa. A medida que avanzaba el trabajo psicoanalítico, la paciente comenzó a investigar el pasado de sus padres. Tras largas peripecias llegó a saber que durante la Shoah su padre había formado parte de un Sonderkommando en un campo de exterminio. Debía reunir los cadáveres, apilarlos y arrojarlos en las fosas. Trabajamos mucho sobre ese descubrimiento y sobre el impacto que éste le causó. Emitimos la hipótesis de que quizá su padre no podía hablar de su terrible pasado, ni aun recordarlo. Los “residuos radioactivos” dejados por la crueldad experimentada habían penetrado en él y lo habían llevado a identificarse con los muertos, por eso se acostaba en el piso, casi desnudo y permanecía inmóvil. Por lo tanto, este “actuar” inadecuado del padre no resultaba de un exhibicionismo sexual, sino de un rito compulsivo de la memoria inconsciente. Esa hipótesis interpretativa permitió a la joven comenzar a hablar de su cariño hacia el padre. Trabajando sobre la alternativa repetir/rememorar salió a la luz la ambivalencia de los lazos de ternura hacia el padre. Lentamente pudimos poner al día la asociación entre su identificación con el padre y la elección de su especialidad médica. ¿Había elegido la patología para cuestionar la muerte? ¿Para hallar ella la solución que no podía encontrar el padre, y así calmar el sentimiento de culpa de su padre, que ella misma había asumido inconscientemente? Trabajamos mucho tiempo sobre los “restos radioactivos” de la violencia que sufriera su padre, con los que él se había identificado: un secreto que había ocultado en una cripta. El proceso analítico permitió construir un espacio en el cual se produjo algo como si ella misma entrara en la cripta que guardaba el secreto del padre, para así poder transformar “los restos radioactivos”. Esa reconstrucción a través del trabajo psicoanalítico le permitió a esta joven mujer reencontrarse consigo misma y constituirse según sus deseos. Con el tiempo adoptó otra especialidad médica (Gampel 2005)

Comentarios: En este trabajo se puede observar la concepción de la conciencia de vida y las emociones que comprometen, en todos los niveles y en todo momento, la realidad del cuerpo, desde una sensación global hasta las vísceras, y hasta las mismas células Me permite profundizar la noción de conciencia de sí mismo y del mundo, dentro de una historia, en una determinada época, en un determinado lugar, en términos que unen –en lugar de separar– aquello que llamamos psiquismo, intuición, espíritu; de la densa realidad material concreta que conforma nuestro cuerpo con su historia, sus avatares sus marcas e inscripciones, sus condicionamientos. Toda iniciativa que asume la psiquis (agencement, agencia) pone en juego el adentro y el afuera, una multiplicidad de territorios, de afectos, de acontecimientos, de sorpresas provenientes del cuerpo — ya que no sabemos lo que el cuerpo puede. Al mismo tiempo, tratándose de una correlación existencial, existen peligros: es necesario resistir las trampas que la psique nos tiende, las del contagio y la identificación (Freud, 1921).

En las viñetas 1 y 2, lo traumático y su expresión en el todo –tanto en el ser mismo como en el uso del cuerpo– se debe, primordialmente, a la violencia de un mundo que destruyó, en ciertas personas, el self, el ser, la subjetividad y dejó sólo lugar para sobrevivir. Hablo de la radioactividad como metáfora de la violencia proveniente de lo social, y del mundo como fuente de radioactividad que enferma y enloquece. Nuestra cultura aloja la radioactividad y estamos en simbiosis con ella, nos defendemos como podemos, banalizando el mal (Arendt, 1953), adaptándonos a “cualquier cosa” (Amati, 1992), pero, cuando un acto terrorista, una película, una ofensa, una elección, un acontecimiento que nos lleva a un cuestionamiento, rompe esa simbiosis, aparece la “radioactividad” transformada en emisor, y deviene síntoma.

Estas “identificaciones radioactivas” son aspectos terribles, violentos y destructores de la realidad externa que penetran en el aparato psíquico sin que el individuo tenga ningún medio de control o de protección, y no solo penetran, sino que se arraigan, generan daños en el psiquismo, que pueden ser inmediatos o poco tiempo después. Es a través de analizar los relatos de las víctimas sociales que encontramos interiorizados estos “residuos radioactivos” de los que no son conscientes y con los que muchas veces se identifican. Se caracterizan por su indeterminación y su imposibilidad de ser representables. Al pertenecer al inconsciente, al resurgir de la represión, de la negación, no pueden ser objeto de “rememoración”, solo pueden ser “actuados”, es decir, traducidos en palabras o actos. Estas actuaciones pueden ser realizadas por las víctimas de la violencia, o inclusive por sus hijos, a través del misterioso proceso de la transmisión transgeneracional. Se manifiestan de manera notable cuando se produce una conjunción de factores pulsionales, de elementos personales o familiares y/o de acontecimientos exteriores. Esta alternativa entre actuar y rememorar nos enfrenta a la cuestión de la articulación aleatoria de la identificación y la representación.

Queda por saber cómo afectan los “residuos radioactivos” a la conciencia que no cesa de organizarse y de hallar un terreno y un modo para expresarse. La radioactividad puede circular de modo imprevisible y no tocar o afectar a un individuo particular. Opera a distancia, sus efectos no poseen límites en el espacio ni en el tiempo. La “identificación radioactiva” comporta elementos heterogéneos venidos de ‘afuera’, asimilados, incorporados, interiorizados de un modo fantasmático, que pueden resurgir durante una sobretensión traumática. Cuando un individuo es portador de una cierta radioactividad metafórica –en forma de una huella, un vestigio, un núcleo identificadorio o cualquier otra forma psíquica o física–, termina sufriendo en el cuerpo un encierro que le impide vivir.

Viñeta 3: Un pedido de consulta terapéutica fuera del consultorio

Invitada a un encuentro psicoanalítico en Kyrena, organizado por el entonces grupo de formación de Istambul, crucé la frontera entre Chipre griega a Chipre turca y llegué a Kyrena, en el norte de la isla.

Kenia (griego: Κερύνεια, turco: Girne) es una ciudad en la República Turca del Norte de Chipre, ubicada en Chipre del Norte. La ciudad se encuentra en la estrecha orilla del mar entreMediterráneo la cordillera de Kyrenia. La isla esta divida una parte turca y la otre griega

Uno de los organizadores de la conferencia vino a darme la bienvenida y me sugirió de visitar el lugar y tener una idea donde estoy, K me relata como el grupo se formó, me habla de ella misma y de esta parte Turca de la Isla …tierra que ha sido invadida por diferentes conquistadores Bizantinos, Romanos, Venecianos, Otomanos. Me habla de las diferentes transiciones y cada rincón contiene trazos de edificios, palacios, iglesias, monumentos que son testigo del pasaje de cada conquistador.

Le pregunto sobre ella misma en este lugar, me dice que tiene dos hijos varones y tres nietos, Habló de sus nietos y de su relación con ellos con mucha ternura y espontaneidad.

Llegamos aun magnifico muro veneciano, detrás del muro, había un palacio, K evoca las guerras de los venecianos, de los chipriotas griegos y turcos en en 1974, y toda una serie de situaciones de guerra y violencias políticas sociales, hasta hoy en día

Seguimos subiendo a lo largo de la fortaleza, K se detiene y estamos frente a frente y me dice que me ha estado esperando durante mucho tiempo, por lo menos 4 años, desde que yo prometí venir. Estamos frente ese muro veneciano maravilloso, comienza a descender el sol, atardece

K, no la conozco y ud también no me conoce, respondo acabamos de conocernos e intercambiamos ciertas cosas…….

K tengo un sueño que vuelve a se repite y si me permite quiere contármelo.

Ocurre en el palacio que estaba detrás del muro, que está frente a nosotras

Sueño “que entra en el pasillo de esta fortaleza y dos hombres me persiguen, me golpean en la nuca, siente un dolor terrible y aunque debería haber muerto sigue viviendo. Y se despierta cada vez que siente el dolor del golpe”

Me quedo en silencio y siento la vibración del momento.

Le pregunto que le hace este sueño y que hizo con el

K responde que acudió a un médium que le dijo que en  otra vida fue asesinada así, por un golpe en el cuello.

Le pregunté qué hizo cuando escuchó lo que dijo la médium

K respondió que no le dio ninguna solución y que continúa soñando este sueño.

Medito sobre lo que vengo de escuchar, nuca cuello, pienso en cómo fue sostenida por su madre y que paso en esta Isla cuando ella nació, que no puede ser tenida (hold)

Le pido que cierre los ojos y que en una escala de 1 a 10 me diga el grado de su dolor K responde que la intensidad del dolor es de 10, y luego, durante horas, cuando se despierta del sueño, le duele mucho la parte posterior del cuello, que continua durante todo el día y lentamente desaparece.

le pregunto qué imágenes le evoca, qué pensamiento le viene a la mente en este momento, cuando me contó el sueño en este lugar.

K: Largo silencio, pero ninguna imagen surge en su mente.

le pregunto si quiere escuchar lo que apareció en mi como imagen al escucharla. Largo silencio y luego dice, si

le explico que la imagen que surgió en mi pertenece al primer período de la vida cuando las madres pasan un bebe de sus manos a otra persona, lo hacen con un extremo cuidado y piden que resguarden la nuca del bebé (recapacito sin decirlo: es parte del musculo trapezoidal que conecta la cintura escapular con el cráneo y la columna vertebral en diferentes direcciones para que la cabeza no tiemble). Es decir, las madres se refieren a un saber sobre el sostén de un bebe para el cuidado del bebe.

K quiere entender lo que eso significa para ella

Le pregunto si podemos seguir indagando, me dice, si, que ella está conmigo le pregunto si su madre vive y K responde que sí y que es una mujer que incluso la ayudo con sus hijos y ahora con sus nietos. Digo si ha escuchado algo o sabe sobre su primer año   de vida. Cómo esta madre y su entorno la sostuvieron. K dice que nunca habló con ella al respecto.

Le pregunto cuándo nació. En esta isla donde ha habido tantos cambios de gobiernos y gobernantes, luchas, ¿hubo algo que sucedió dentro de la isla alrededor de su nacimiento y en el primer año de su vida?

Me escucha y hace un gesto con movimiento de cuello. Sería interesante de saber si su madre se acuerda de un evento en la isla. Ud. relato los eventos de guerras y revoluciones que ocurrieron en esta Isla, piensa que su mama puede recordar lo que paso en el tiempo de su primer año de vida?

K dice que nunca habló con ella al respecto.

Cavile sobre el modo que se presentó contando la historia de la isla y sus vicisitudes. Ella está en silencio y piensa. Después de unos minutos, dice que a menudo escuchaba a su madre hablar sobre los peores momentos de ansiedad que atravesó cuando en el 1953 hubo un terremoto terrible en la Isla que destruyo, la mitad de la Isla. ¿Le pregunto si con respecto al temblor de tierra, ocurrió algo con la casa de sus padres?

K: mi madre relata, que esa fue la experiencia más aterradora de su vida.

Dicen que, durante el terremoto, su casa fue parcialmente destruida y fue difícil pasar de la cocina a la habitación donde estaba el bebé. La madre relataba que después de que pudieron llegar a su cuna, la encontraron en el suelo, y dice que el terremoto hizo saltar a la beba de la cuna al suelo.

Reacciono prontamente y digo, allí recibiste el golpe muy grande en la nuca y te mantuviste con vida. Como lo describes en el sueño “me golpean en la nuca, siente un dolor terrible y aunque debería haber muerto sigo viviendo”

K se quedó silenciosa y atónita, suspensa, fascinada por unos momentos las dos estábamos muy emocionados y sacudidas de lo que descubrimos. Seguimos caminando y sugerí que fuéramos a tomar un refresco juntas. Ella seguía hablándome de su familia, de su marido, política, las beligerancias en la Isla1964, la guerra de los años1970-1975.

Me dejó en el hotel y por la noche cenamos con otros dos colegas, encargados de organizar el encuentro. Cuando vino a cenar apenas la reconocí, impresionante, estaba muy elegantemente vestida y parecía mucho más joven que la K que vi esa tarde. Estaba muy sobreexcitadas no le

cabía corazón en el pecho, y se sentía feliz y quería hacer algo por ella misma, fue a la peluquería, se compró un lindo vestido, para usarlo en la cena, K me preguntó cómo quedó todo esto registrado.

Hablamos de las experiencias emocionales fuertes que no tienen palabras y quieren nacer para ser expresadas verbalmente regresan a nosotros a través del dolor en el cuerpo, enfermedad, momentos extremos de angustia …. El sueño y nuestro cuerpo, nos ayuda a dejarlos nacer y necesitamos encontrar a alguien que nos ayude a dar sentido a lo que está sucediendo

¿Como introducir el psicoanálisis en el contexto en que vivimos? ¿Qué circunstancias pueden impedir a una madre de contener, sujetar y sostener a su niño?

Voila, una ficción y un encuentro

Todas los las viñetas, hablan de un instante de encuentro, conectivo (J Moreno), Lo no conocido, lo inefable del O de Bion, de ese momento especial único , de las transformaciones silenciosas y no percibidas (François Julien) que para Bion es también una cesura que puede llevar a un break Down o a un break through.

El final no lo relate hoy….

¿El Ser, hecho cuerpo psique, alma tiene final en el tratamiento psicoanalítico?

 

Bibliografía

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  10. Moreno Julio 2002
Ser humano: la inconsistencia,los vínculos,la críanza   Libros del Zorzal

 

 

 

 

 

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