EL PAIS EMIGRA. Gerardo Márquez Quero. ¹
El año 2014, nuestra Sociedad Psicoanalítica de Caracas, organizó su Encuentro Anual sobre el Psicoanálisis
2.0, Presencia Virtual. En su desarrollo, tuvimos la experiencia de trabajar y pensar sobre las nuevas
tecnologías, su impacto, sus bondades, sus limitaciones, en fin el empleo de las mismas como elementos que
pueden permitir el alcance y la presencia del psicoanálisis y del pensamiento psicoanalítico. Una de las
actividades que se llevó a cabo fue el testimonio de psicoanalistas de la Sociedad, quienes desde la distancia
migratoria (en diversos países) hicieron su participación vía skype, para dar cuenta de la importancia de estas
tecnologías en el sostenimiento del vínculo profesional, filiatorio y personal como miembros activos en el
desarrollo del psicoanálisis. Esa participación generó un ambiente en este auditorio de nostalgia, tristeza,
inquietud, por el reconocimiento de la ausencia de aquellos que se han ido y aunque presentes, estaban dando
testimonio también de su partida del país.
Este año organizamos, con un sentido de congruencia con los tiempos actuales el Encuentro Psicoanalítico:
Consecuencias y Conflictos de la Emigración. Tema que nos alienta a recordar la mencionada actividad de
Psicoanálisis 2.0, pues tal vez ahora, sólo unos meses luego, y gracias al súbito y estrepitoso curso de los
acontecimientos, la reflexión y las angustias, pueden estar girando no sólo en torno a la nostalgia por los que
han partido, sino a la nostalgia por nuestra propia migración, aun habiendo elegido la permanencia en el
mismo territorio. Pues aún en las mismas coordenadas geográficas que hace unos meses atrás, es preciso
decir que nos encontramos en un territorio que se mueve rápido, muy rápido y se distancia cualitativamente y
cuantitativamente de lo conocido, grato y seguro, empujando (me impresiona) a un necesario proceso de
desconocimiento y conocimiento progresivo de estas nuevas cualidades y los procesos subjetivos a que dan
lugar.
La migración implica el desplazamiento de personas desde un territorio considerado habitual a otro. Es el
objetivo de estas palabras, analizar el fenómeno migratorio como un elemento que impacta en la psique,
dejando huellas cuya traza nos interesa advertir en el campo del psicoanálisis. En particular, es de mi interés
el cuestionamiento sobre las implicaciones que sobre el Narcisismo y la Identidad va a generar la experiencia
migratoria. De tal forma, que también desde la consideración del Narcisismo y la Identidad poder pensar en
las condiciones de una Posición de Flexibilidad o Rigidez de la psique frente al fenómeno de la migración.
En Venezuela históricamente pensamos nuestro territorio como receptor de inmigrantes, desde la Epoca
Colonial, Españoles, Alemanes como los Welsers, pasando por la forzosa traída de esclavos desde Africa, así
como la organización de pueblos enteros como el asentamiento de alemanes en La Colonia Tovar (1843)
fundada por el General Agustín Codazzi, el favorecimiento de la llegada de inmigrantes italianos y canarios por
parte del General Páez.
Sin embargo, en el siglo XX, es con el advenimiento de la riqueza petrolera cuando se produce la llegada entre
1948 y 1961 de la mayor cantidad de inmigrantes europeos contabilizados en cerca de un millón de personas,
que representaron en su momento la séptima parte de la población venezolana. Consecuencia de las
devastaciones de carácter social y económico, y las atrocidades de las diversas guerras en Europa, y una
política de apertura a la inmigración que inició formalmente el gobierno de Eleazar López Contreras y llevó a su
máxima expresión el gobierno de Marcos Pérez Jiménez.
Es sin embargo, el período de los últimos cincuenta años, tal vez el menos estudiado por la cercanía temporal,
o por las dificultades cada vez mayores de registros confiables, cuando se generan hacia Venezuela los
desplazamientos de grandes masas sociales, desde distintos países suramericanos. En las décadas de los años
70´, como consecuencia de la persecución política e ideológica de los regímenes dictatoriales de América del
Sur, Centroamérica y el Caribe; y en la misma época y con un acento progresivamente mayor hasta nuestros
tiempos, de los desplazados por el conflicto que atraviesa Colombia producto del enfrentamiento de los
movimientos Guerrilleros, Paramilitares y fuerzas gubernamentales. Generando la llegada de cantidades
[Escriba aquí]
importantísimas de población al país, con consecuencias no sólo en la demanda de atención y servicios, sino
con impacto profundo en el desarrollo de la trama social de las ciudades y zona rural, que asiste como testigo
enmudecido, un fenómeno que prácticamente no tiene registro, ni cabida en la discusión pública ante la
presencia de los numerosos males que aquejan al país.
En el año 2010, María Elvira Cabello, Cónsul de Colombia en Venezuela, reconoció que no se dispone de la
cifra exacta de colombianos en el país (Centro de Estudios de Ciencias Jurídicas, Análisis 365). Sin embargo,
según ella podrían rondar los 2,5 millones de personas. La polémica sobre los datos alcanza incluso los cuatro
a cinco millones de personas, cuya presencia en el país, sufriría de un sub‐registro abrumador, que entre otras
consecuencias implica el desconocimiento e invisibilidad del 16% del total de personas que habitan Venezuela.
Habitantes que padecen e influyen activamente en el padecimiento compartido de una sociedad que les acoge
literalmente como si no existieran. Siendo objeto de prejuicios que se sostienen entre otras razones por la
poca atención institucional y pública al fenómeno de tal envergadura, rayana en una sospechosa indiferencia.
Tal vez por estas razones durante mucho tiempo se ha relativizado el fenómeno de la emigración del
venezolano, como incomparable en términos cuantitativos a la llegada masiva de inmigrantes de la región.
Sin embargo, en Venezuela a partir de los años 80´, y enmarcado por las vicisitudes económicas, como la
devaluación, deterioro social y desorganización de las Instituciones se han producido emigraciones de
proporciones significativas, que alcanzan en los últimos quince años características sintomáticas de una crisis
inocultable.
El sociólogo Tomás Páez, egresado de la UCV, a través de un estudio realizado con la UCAB, afirma que desde
1999, de Venezuela han emigrado cerca de 1.600.000 personas, representando a la fecha 5,5% de la población
del país. Sostiene que el 90% de los emigrantes poseen formación universitaria. De los cuales el 40% tienen
una maestría o post‐grado, mientras que el 12% alcanzan el nivel de Doctorado. En reportaje de BBC Mundo,
se reseña que según la Encuestadora Datanálisis, el 10% de los venezolanos “dice” estar realizando trámites
para su emigración. Comienza paulatinamente a ampliarse a grupos sociales sin preparación universitaria el
deseo de emigrar, haciendo más complejo el panorama de adaptación en el nuevo destino. Mientras que
según el Pew Research Center, el 26% de la población desearía emigrar. Curiosamente cifra similar a Pakistán,
siendo superado por Nigeria, Ucrania, Filipinas, Perú, Chile, Líbano, Polonia, Jordania y Egipto.
Pensar desde el psicoanálisis en las causas y consecuencias de estos fenómenos en la psique, implica a mi
entender el estudio de la Clínica de la Migración.
Del Yo y el proceso Identificatorio
Pensar en lo que constituye el yo, la percepción del sí mismo y su relación con el mundo que le rodea,
representa un ejercicio que en su concepción permite llegar a definir una respuesta, que, al mismo tiempo de
ser respondida, continúa siendo inagotable. Es la respuesta a la pregunta por la propia subjetividad, ¿quién
soy yo? Pregunta clave de la propuesta de nuestro dispositivo, que enfrenta a quien se adentra en el trabajo
analítico con su propio desconocimiento y el reconocimiento de huellas, de presencias durante mucho tiempo
inadvertidas, que fueron sumando y estructurando hasta llegar a ser, aquello que subjetivamente le define a
cada quien. Así, Venezuela, país, hogar, venezolanos, criollo, extranjero, musiú, emigración son palabras,
términos que nunca representarán la misma carga subjetiva para ninguno de los presentes o ausentes a esta
reunión.
El motivo que nos reúne, entiendo que está dirigido a reconocer esta carga subjetiva y personal que nos
identifica a cada uno, siempre y cuando estemos dispuestos a correr el riesgo de la incertidumbre mientras
sostenemos la certeza del cuestionamiento.
El cuestionamiento puede sostenerse gracias al establecimiento del conflicto psíquico, y su devenir, en asunto
a ser escrutado; o por el contrario como un ejercicio fallido (al menos de inicio), cuando en la configuración
del narcisismo se estructura el déficit psíquico, que va a determinar un elemento de dificultad u obstáculo para
la posibilidad de pensar‐se. Allí en el déficit psíquico, es decir en la magnitud de los escollos del narcisismo es
donde a mi juicio, se produce el lance que puede derivar en las complicaciones del proceso adaptativo y de
integración al destino del emigrante.
El proceso de emigración, implica la posibilidad de realizar una puesta a prueba de todas las funciones del
psiquismo, en lo que me impresiona una reedición bastante cercana al proceso de nacimiento, y a los orígenes
de la constitución del aparato psíquico. Es decir una experiencia límite o pico que por la intensidad de la
misma, puede conducir al yo a un proceso regresivo, y en todo caso de replanteamiento de su organización,
que puede acarrear desajustes temporales o permanentes, dependiendo en buena medida de la estructura
psíquica inconsciente, los recursos defensivos yóicos, de las propias circunstancias concretas del
desplazamiento geográfico y de la viscosidad libidinal para poder realizar las migraciones afectivas e
identificatorias del entorno y de sí mismo.
En el duelo, por el hogar abandonado, objeto de apego y definición de la propiedad yóica, se manifiesta la
ausencia de aquello que sostiene la existencia psíquica, muchas veces sin ni siquiera ser advertido. Esta trama
o “Matrix” que compone el sostén identificatorio narcisista, es la que sufre una hendidura en el momento que
el sujeto realiza un cambio como el migratorio. El enfrentamiento de la hendidura o brecha, constituye una
ominosa percepción de tal matrix, con la progresiva o súbita caída de la misma. Es la percepción de un
aspecto del yo, abruptamente dejado atrás el que está involucrado en la partida y el duelo por todo aquello
que lo conforma. Variables como el idioma, el acento de ese idioma, las costumbres implícitas, los giros
sociales, la comunicación pre‐verbal, los acuerdos sociales, se van transformando en grandes asuntos que
plantean un reto al yo, que requiere al mismo tiempo recordar lo anterior, para empezar a desalojarlo del
enlace libidinal, y reconocer en aquello distinto y nuevo, un aspecto de la propia identidad que empieza a
delinearse.
Este proceso sin embargo, requiere de una flexibilidad representacional, de cierta disponibilidad libidinal, para
hacer un doble trabajo de recuerdo, elaboración y adquisición de las nuevas representaciones de la integración
libidinal y el establecimiento de nuevas tramas que van ahora a reconfigurar al sujeto. Generando en el mejor
de los casos un proceso de reafirmación del Narcisismo, con la profundización del proceso de subjetivación,
que implica el reconocimiento en sí mismo de aquel extranjero visto en la llegada; y al mismo tiempo en los
otros, de algunos elementos de la propia identidad que le vinculan al lugar de destino.
Ahora bien, existen situaciones en las que el compromiso de la discriminación yóica, difusión de identidad,
dificultades en el proceso de simbolización, dificultades graves en la afectividad y viscosidad libidinal, que
impide la movilidad de las representaciones objetales y arriesga al yo un padecer melancólico, ofrecen un
escollo de difícil resolución y complicaciones sintomáticas, en la adaptación e incluso en la organización
funcional de la psique en el proceso migratorio.
LA DECISION
En esta etapa, el peso de las implicaciones clínicas será sostenido no tanto por las variables concretas (que son
importantes), sino por la fantasía organizada alrededor de tales variables, su interjuego, el timing u
oportunidad, y los montos de ansiedad presentes. De nuevo, no se trata de plantear que esté bien o mal la
decisión de la migración, sino por el contrario de cuan explorada y subjetivada se encuentra. ¿Qué implica?
¿Qué fantasías están implícitas? ¿Cuándo aparecieron los deseos de emigrar? ¿Por qué no lo desea? ¿Qué
problemas piensa que va a responder y a resolver en la emigración? ¿Antes de ahora había contemplado la
posibilidad? ¿Qué eventos traumáticos y cuanto tiempo de por medio ha vivido antes de esta resolución?
¿Pertenece a su deseo, siente que no tiene alternativa o por el contrario se va en contra de su voluntad?
¿Qué consecuencias tiene esto para su proyecto?
La perplejidad y el aturdimiento, consecuencias de la ambivalencia, y el trabajo de equiparar las amenazas de
lo conocido local, con los riesgos de lo desconocido foráneo, pueden ser complicaciones propias de este
período que ameriten atención particular, y aunque no estén presentes es de amplia consideración la atención
analítica.
LA SALIDA
Es por Maiquetía. ¿Usted sabe a dónde se dirige? Es parte de la configuración fantasmática colocada en el
paraíso idealizado en el afuera, que puede complicar gracias a la idealización, el aterrizaje adaptativo que
implica la elaboración de gran cantidad de duelos de lo perdido en el pasado y del futuro hipotético. Como
recordaba una querida Analista en su proceso migratorio “no nos están esperando”.
El acto impulsivo e irreflexivo como un síntoma que puede acarrear graves consecuencias. Es frecuente
escuchar de parte de varios estudiosos del fenómeno migratorio, el peligro del fenómeno “Estampida”, en el
que no hay elaboración, ni preparación, o razonamientos suficientes para emprender el acto. Acá, como
corresponde a la Clínica del Acto más cercano a lo Automático, el riesgo es grande, por cuanto comporta un
extrañamiento del carácter subjetivo integrado.
Las defensas maníacas, que confieren optimismo exagerado con dificultada de integración y aceptación de la
realidad (registro de las pérdidas), pueden acompañar por un trecho lo suficientemente amplio el impulso para
la partida.
LA LLEGADA
Lo que la metáfora permite equipara con una especie de nacimiento emocional, al mismo tiempo encubre la
idea de transformación, cambio y muerte. Términos de suficiente magnitud, como para pensar en una llegada
que puede prolongarse, tanto como la vida misma. Con riesgos de que el cuestionamiento y la pregunta de
fondo sobre particularidad subjetiva, quede trastocada por un afán en el reaseguramiento de aquello perdido,
actualizado en la vivencia de desarraigo, y buscado en referencias como la vivienda, la profesión, el confort.
Pero también con la oportunidad de que esta vivencia como extranjero, produzca un efecto determinante y de
reafirmación de reencuentro con esa ajenidad necesaria del explorador de los territorios de lo inconsciente.
Modalidades como el Trastorno Afectivo Migratorio ‐ Duelo y Ansiedad por la Identidad Comprometida y/o en
Transición Síndrome del Inmigrante con Estrés Crónico y Múltiple. Síndrome de Ulises. Dr. Joseba Achotegui.
Barcelona; por una parte, y otras como el Síndrome Laboral de Adicción al Trabajo. Complejo del Inmigrante.
(Autoimpulsado a demostrar su capacidad, para calificar puede caer en una relación adictiva con el trabajo con
repercusiones peligrosas en la vida afectiva del sujeto). Conflictos Maritales. El atrincheramiento narcisista
que puede reforzar la restricción de la vida social al Gueto. Representan propuestas fenomenológicas, que en
mi impresión quedan establecidas y son consecuencia, del desenvolvimiento de las estructuras psíquicas
inconscientes, en un Mundo que pareciera que vacila y pendula en este momento, de una apertura
Globalizante, a la vuelta a los viejos regionalismos sectarios.
Finalmente deseo compartir esta idea sobre la emigración no en sentido concreto personal, sino en términos
metafóricos, del país.
El país que se fue, el que tenemos cada uno en su mente y no se acepta haber perdido. Aún permaneciendo
en el mismo lugar, con iguales coordenadas geográficas; éste cambia y si el sujeto no lo percibe, es por su
propia resistencia al cambio y la ceguera negadora del inevitable cuestionamiento: ¿Qué quiero y puedo hacer
al respecto?
Somos emigrantes todos, aún quienes no han salido de su ciudad de origen. Pues en ese caso el propio lugar,
también cambió. Se fue. Por ahora no es posible volver al lar soñado‐perdido, pues este es una
representación sustituta del Nirvana Materno. Nos corresponde a cada uno construir aquí o allá el lugar
propio, más allá de las idealizaciones y la denigración.
“En medio de la mentira, por encima de ella, en la hendidura, busca este país su verdadero rostro para
curarse”. Rafael Cadenas.
¹ Médico Psiquiatra. Psicoanalista Asociado SPC.
Trabajo presentado en el Panel: Clínica Migratoria. En el XX Encuentro de Psicoanálisis de SPC. Conflictos y Consecuencias de las Migraciones.2015.