Rómulo Lander

Psicoanalisis: teoría de la técnica de Rómulo Lander

El propósito del analisis

Plantear el propósito de la terapia analítica implica plantear los objetivos de la cura psicoanalítica. Empecemos por el principio. Sigmund Freud planteó que el psicoanálisis era un método para investigar la psique hu-mana. Los pacientes con sufrimiento psíquico a comienzos del siglo 20 no encontraban métodos de alivio que realmente funcionaran. Estos pa-cientes esperaban que algo los curara de sus sufrimientos y de sus sínto-mas mentales. Ciertamente cuando en 1893 aparece el Psicoanálisis, la era un nuevo método que ofrecía esperanzas. El diálogo psicoanalítico era muy especial. Era un diálogo sin juicio de valor y por lo tanto sin ejercer ninguna censura moral, ofrecía la posibilidad para que ocurriera la catarsis, la reconstrucción de los recuerdos de infancia, la revisión y resignificación de los traumas infantiles [sexuales o no] esto se lograba a través de revivirlos en transferencia y todo esto daba la oportunidad para que los síntomas desaparecieran. En el fondo era lo que los pacientes deseaban y esperaban. Así lograron aliviarse y el Psicoanálisis comenzó a tener popularidad. Desgraciadamente de esta evolución quedaron establecidas dos ideas erróneas. Primero, la idea de que la terapia psicoanalítica era algo de exclusiva práctica médica. Y segundo, que el psicoanálisis era una forma especial de terapia. En los últimos cien años de práctica psicoanalítica, ambas ideas han sido corre-gidas y modificadas. Primero, el análisis lo puede practicar cualquier persona con talento para trabajar el inconsciente y que además haya sido entrenado o entrenada correctamente por un Instituto de Psicoanalisis. Y segundo, el Psicoanalisis no se práctica como una forma de terapia. El verdadero objetivo del Psicoanálisis es la <búsqueda de la verdad interna del individuo>. Como acertadamente plantea Wilfred Bion en 1967: …‘la búsqueda de la verdad es esencial para el crecimiento mental. Tan esencial como los es el alimento que consumimos para lograr el creci-miento orgánico del cerebro. Sin verdad sobre sí mismo, la mente no se desarrolla, muere de inanición’… El psicoanálisis ofrece un método para que el sujeto luche contra sus propias resistencias. Una lucha para lograr adquirir algo de su verdad interior perdida. Al hacer esto, el sujeto ex-pande las posibilidades de su mente y ciertamente evoluciona y cambia sus síntomas. Algunos equivocadamente observan este fenómeno como la curación de algo, cosa que no lo es. Digo esto, porque que no hay nada que curar.

Para que el terapeuta de tipo psicoanalítico logre hacer esta tarea de ayu-dar al otro a tomar conciencia de su verdad perdida, tiene que estar, den-tro de lo posible, en una actitud neutral de no deseo, para entonces así poder escuchar sin prejuicios el material mental que el paciente le va a ofrecer. Freud llamaba a esto la <atención flotante>. Wilfred Bion se refirió a este mismo asunto como: ‘la capacidad del terapeuta analista de poder ubicarse en un punto cero de no deseo y no memoria. Lacan decía que el analista debe tacharse como sujeto deseante para poder ocupar la silla del analista. Esta capacidad sólo se adquiere después de muchos años de análisis personal, ya que al resolver sus conflictos neuróticos el terapeuta va a estar más o menos libre de necesidades neuróticas incons-cientes y de dificultades serias de personalidad, que impidan o limiten, su capacidad de neutralidad ante el material mental que emerge del pa-ciente. Aclaro: la presencia de conflictos neuróticos inconscientes no significa la presencia de ninguna enfermedad.

Cuando el terapeuta psicoanalítico tiene deseos personales de ser un cu-rador, podría encontrarse en la difícil posición de que su objetivo cons-ciente en la terapia, sea el de curar a su paciente. Va entonces a encon-trarse rígidamente fijo y prejuiciado a cumplir este objetivo que natural-mente incluye, lo que para el terapeuta, es su propio concepto de salud. Sencillamente en la terapia analítica las cosas no son de esta manera. La cura de las dificultades neuróticas es importante, pero el objetivo es ayu-dar al paciente a buscar y encontrar aspectos de su propia verdad interior, que es lo que verdaderamente le permitirá evolucionar. Encontrar aspec-tos de esta verdad lo lleva a estados de integración mental, estados de mayor desarrollo, de una vivencia de identidad y eventualmente adquirir lo que esa persona en particular considera su propia curación.

En relación con estas ideas recordemos lo que Sigmund Freud escribió el 25 de enero de 1909. Este día Freud escribió una carta a Carl Gustav Jung y allí le decía lo siguiente: …‘para salvar mi conciencia, siempre me he dicho a mí mismo, que por encima de todo no trate de curar, que me conforme con aprender algo de la mente y además ganarme la vida. Creo que estos han sido mis propósitos conscientes más útiles en el ejercicio del psicoanálisis’… Aquí cuando Freud dice: nos está diciendo que trata de preservar lo más posible su neutralidad, de verdaderamente escuchar al otro, de suspender sus pro-pios deseos, de llegar a una <atención flotante> que es lo que en última instancia va a permitir el análisis de lo inconsciente.

Si el paciente percibe un deseo del terapeuta de curarlo es posible, que al percibir este deseo, el paciente llegue a una pseudo curación o falso cre-cimiento. Esto ocurre así, cuando el paciente está dispuesto a complacer y satisfacer los deseos del terapeuta. En caso de que sea así, la toma de conciencia de este fenómeno transferencial y resistencial podría aún re-presentar para el paciente un beneficio, porque adquiriría un pedazo de su propia vida interior: . Por eso todas las cosas que ocurren en el proceso de la terapia, si son comprendidas y hechas conscientes se convierten en una ayuda al proceso de la integración mental y del crecimiento psíquico. Como vemos curar, no es el objetivo de la terapia, sino un producto secundario que ocurre gracias a la integración mental y búsqueda de la verdad.

TEORIA DE LOS MECANISMOS DE LA CURA

Adentrarse en el problema teórico de los mecanismos de la cura exige definir primero cual es el concepto de curación que se va a utilizar. Es bien conocido por todos, que nosotros los psicoanalistas, evadimos utili-zar el concepto de curación en nuestra práctica clínica. Nosotros no de-cimos que el analizando al final del análisis está curado. Para hacer eso tendríamos que preguntar ¿curado de qué? El mismo Freud en 1909 dijo que no era partidario de considerar la curación como un objetivo del psi-coanálisis. Sin embargo es cierto, que a través de las distintas épocas, la pregunta de ¿Cuáles son los mecanismos de la cura? Se nos muestra una y otra vez.

Al intentar responder esa pregunta yo prefiero utilizar los conceptos que ofrecen Wilfred Bion y Jacques Lacan. Para mí ambos analistas a su ma-nera dicen lo mismo. Wilfred Bion nos dice en 1967 que la búsqueda de la verdad interior es esencial para el crecimiento mental. Por eso Bion concluye, que el propósito del psicoanálisis no es la cura sintomática, ni la adaptación del individuo a su núcleo familiar, ni su adaptación a la sociedad donde vive. Nos dice que el propósito del psicoanálisis es ayu-dar a lograr que el individuo que conozca su verdad. Jacques Lacan dice lo mismo, cuando en 1960 nos enseña que la ética del psicoanálisis está en la ética del bien decir. El bien decir del psicoanalista muestra el camino que lleva al analizando a descubrir algo de su verdad interior. Por eso Lacan concluye diciendo que el propósito del psicoanálisis está en que ayudemos al sujeto . Es decir que la solución no es adaptarse a la familia, ni a la sociedad donde vive. Sino en ser lo que el sujeto verdaderamente és y para lograr esto no debe ceder en su deseo. Similar a la idea planteada por Bion. Sin embar-go, Lacan agrega que este fin de análisis es heroico, que y ser uno mismo, conlleva grandes sacrificios que no siempre están al alcance de todos los analizandos.

Por otro lado Bion nos alerta de los falsos resultados. Nos dice que para lograr , se requiere de una transformación especial que él llama transformación en . La distingue de otro tipo de transforma-ción, que aún cuando útil y con cierto valor, no produce el efecto desea-do de ser lo que se és. La llama transformación en . Esta refiere al conocimiento. Es decir a los cambios producidos por un análisis inte-lectualizado. Un saber sobre la propia historia, sin cambio verdadero, sin vivencia. La transformación en , que refiere a lo desconocido in-consciente, produce un cambio verdadero, vivenciado, profundo. Muchas veces está transformación en , o el insistir en el deseo y ser lo que se és, choca con los valores morales de la familia o de la sociedad. Por eso el psicoanálisis en sus fundamentos es amoral. No hay ninguna moral que imponer al analizando. El psicoanálisis se fundamenta en su ética, que es la ética de la búsqueda de la verdad interior.

Límites de la cura

La variación que existe en la estructura mental de los analizandos impone variaciones en el abordaje técnico y en los propósitos de la cura. No es lo mismo analizar una estructura neurótica, que una estructura psicótica. Una estructura neurótica, incluyendo a las neurosis graves y los casos limítrofes, es una estructura que se funda sobre el mecanismo de la re-presión [Verdrangun]. Dispone libremente del recurso de la metonimia en su relación con el otro, puede tolerar la incertidumbre y ciertas ambi-güedades de la transferencia. Toleran lo que el analizando podría enten-der como un rechazo del analista, sin producirse un colapso mental. Estas capacidades de la estructura neurótica, permiten el despliegue y la operatividad de la transferencia en una cura tipo, o llamada también cura Standard en donde la neutralidad analítica, la atención flotante, el silen-cio, y la interpretación, son herramientas básicas que el analista tiene a su disposición en este tipo de casos.

La estructura psicótica compensada o estabilizada sin clínica psicótica visible, no tolera nada que se parezca a un rechazo, ya que podría co-menzar a colapsar su equilibrio mental. No disponen del recurso de la metonimia, dejando poco espacio al analista, que se va a encontrar some-tido a una transferencia rígida que lo obliga a ser muy cuidadoso con lo que dice y lo que hace en sesión. En esos casos de Psicosis esquizofrénica compensada, la ayuda principal al analizando se funda en una actividad del analista que podríamos llamar pedagógica. Es decir, un análisis dirigido al Yo (Ego) enseñándole a sobrevivir. Este tipo de ayuda a veces es salvadora y logra re-ordenar la vida del sujeto. Pero eso es todo a lo que podemos aspirar en ese análisis. Debo decir que existen razones su-ficientes para estar muy satisfecho de este tipo de proceso analítico, tan especial (tipo pedagógico) y de su satisfactorio epílogo.

Cuando nos encontramos ante una clínica del vacío y no ante una clínica del conflicto o una clínica del trauma y cuando el vacío interior del ana-lizante es de tal magnitud que el vínculo transferencial con el analista se convierte en algo tan fundamental para ese analizando, entonces, encon-tramos que ese análisis se convierte legítimamente en interminable. Este tipo de analizando puede reordenar sus sistema de ideales y actualizarlos, produciendo cambios importantes en su estructura mental. Puede rescatar de la represión su recuerdos traumáticos de infancia y conocer su sexua-lidad infantil reprimida, pero el vacío interior no se modifica y requiere en forma permanente de la presencia transferencial de la figura del ana-lista. Aunque cambie de analista ese análisis sigue siendo interminable.

Mecanismos de la cura

Después de muchas consideraciones considero que podemos reducir a dos los mecanismos fundamentales que intervienen en la transformación del sujeto: (a) El insight, el darse-cuenta y (b) la revivencia, el hacerse-cargo.

(a) El insight refiere a la capacidad del sujeto de llegar a conocer lo des-conocido. Es decir hacer conciencia de algo que hasta entonces no era conocido. Por eso en español se dice darse-cuenta. En el proceso del aná-lisis esto se logra a través de la palabra. Pero a veces, cuando la palabra falla y desfallece, la toma de consciencia se logra solo a través del acto. Aquí cabe la pregunta siguiente ¿La palabra y el acto de quién? La res-puesta más rápida y simple resulta ser inexacta. Me refiero a contestar: La palabra y el acto del analista. Esto es y no es cierto. El analista dispone de su herramienta fundamental: la interpretación psicoanalítica. El analista cree que él interpreta. ¿Pero es esto así? Permítanme preguntar, realmente ¿Quién interpreta? El analista en su decir propone un idea al analizando. Supongamos que esa idea es inédita y apunta a lo incons-ciente del analizando. Es decir el analista ofrece una interpretación. El analizando la escucha. Este decir atraviesa su ser, bajo los efectos de su subjetividad y tiene un efecto. Ese efecto depende de lo que el analizan-do entendió de esa interpretación, pronunciada originalmente por el ana-lista. Podríamos decir que el analizando construyó su nueva interpreta-ción a partir de lo que oyó de su analista. Finalmente la interpretación que tiene utilidad es la que el analizando construyó. Por eso la pregunta insiste ¿Quién interpreta? El objetivo de la intervención del analista es producir a través de la palabra. Se establece un lazo, un vínculo, entre el que emite la palabra y el que la recibe. Lacan decía que el saber habla solo. En su interpretación el analista emite un enunciado que lleva un contenido latente que Lacan llamaba enunciación, un algo que sobrepasa a la palabra pronunciada. Esto abre la oportunidad a que el analizando a través de la enunciación construya su propia interpretación y encuentre su propio sentido.

Con relación al acto puedo decir que algunas veces la palabra del analista desfallece. Se hace inefectiva. La interpretación emanada del analista se pierde en la nada. Ocurre entonces que un pasa a te-ner todo un sentido para la subjetividad del analizando y pasa a tener los efectos de una interpretación. Es común observar en supervisiones al analista sufriendo de sentimientos de culpabilidad por haber realizado un acto sin conciencia, es decir un legítimo acting out en su sesión [que está supervisando]. Al examinar la situación a posteriori encontramos que el acting out del analista, tiene una razón de ser y un efecto que en ese caso fue favorable. Esto abre la necesidad de diferenciar el acting out del pa-saje al acto. Para mí, la diferencia es clara. El acting out refiere a . Es decir un acto realizado por el sujeto sin tener clara conciencia de lo que está haciendo. El Pasaje al acto refiere a en el cual participan ambos miembros de la dupla analítica. Se trata de un sujeto analista que ante la angustia y el conflicto, decide realizar un acto del cual se hace responsable. Ambos actos pueden ocurrir durante el proceso analítico.

(b) En relación al problema de la revivencia, también denominada el hacerse-cargo: refiere a la presencia del afecto y las emociones en la cura. Me atrevo a decir que muchos analistas contemporáneos, pertenecientes a las tres regiones geográficas de la IPA, están de acuerdo en la importancia que tiene este aspecto. Donald Winnicott (1950) planteaba la importancia y la necesidad de la trabajar con la regresión intra-sesión al servicio de la cura analítica. Esta regresión va a permitir y facilitar la experiencia emocional durante la sesión. El recostarse, el silencio y la interpretación de ciertos aspectos transferenciales permite y facilita la regresión y la experiencia emocional en la sesión. Por esta vía de la re-vivencia la intervención del analista deja de ser una simple idea, un algo que puede ser intelectualizado. Las intelectualizaciones limitan las posi-bilidades de producir un cambio psíquico. La re-vivencia intensifica la experiencia emocional. Por eso la regresión al servicio de la cura, es bienvenida y muy necesaria para hacer posible ciertos cambios psíquicos dentro de la estructura presente en un caso dado. Las interpretaciones transferenciales de aspectos pre-verbales, pre- genitales que podríamos llamar del orden imaginario, intensifican la regresión y la experiencia emocional. Estas interpretaciones de los elementos transferenciales ar-caicos relacionados con la relación imaginaria temprana con el otro, es lo que le da mayor valor al trabajo de la interpretación transferencial y no la interpretación automática de la transferencia que más bien tiende a bana-lizarla.

Soy de los que piensa, que la estructura clínica inconsciente [neurosis, psicosis y perversiones] son estructuras que una vez establecidas, no se pueden intercambiar. Pero, dentro de cada estructura pueden ocurrir las transformaciones y todos las cambios psíquicos necesarios que van a permitir una realización personal y llegar a . Así una es-tructura psicótica basada en la ausencia originaria de ciertos mecanismos psíquicos, como por ejemplo, la ausencia de un orden simbólico operativo y la enorme dificultad de establecer un lazo social debido a la forclusión del nombre del padre, esa estructura no puede transformarse en una estructura neurótica que está fundamentada en el mecanismo básico de la represión [Verdrangun]. Pero esta estructura psicótica, si puede a través del análisis, establecer un nuevo equilibrio psíquico llamado estructura compensada o estabilizada y llegar a tener una armonía propia por la adquisición de un nuevo síntoma grapa [cuarto nudo] que amarra los tres órdenes [RSI] y así funcionar a nivel del lazo social. De este modo el sujeto psicótico estabilizado encuentra una forma útil de vivir en este mundo. Aún estabilizado su estructura seguirá siendo psicótica, ya que no puede ser de otra manera. Lo forcluído no es modificable, y no re-quiere de ser curado.

TEORÍA DEL FIN DE ANALISIS

Para abordar este tema es necesario precisar la diferencia que existe entre la interrupción del análisis, la terminación del análisis, y el fin del análisis. La interrupción va a referir a la simple interrupción por cualquier motivo: resistencias, mudanzas o impasses. La terminación refiere al deseo de terminar del analizando a sabiendas de que aún quedan muchas incongruencias dentro de su vida actual. Pero desea terminar y el analista está de acuerdo: se llega a una terminación, sin llegar al fin. El fin del análisis generalmente es un fin teórico. Refiere a llegar a ser lo que se és. Esto es algo que exige tanto sacrificio al analizando que la mayoría no puede acceder a eso. Se conforman con ciertas transacciones con los va-lores familiares y sociales en los cuales les toca vivir.

Tanto la terminación, como el fin de análisis, permiten revisar varios aspectos de la vida del analizando: (a) Lugar del Goce en el momento de la terminación de la cura (b) Cruzamiento del fantasma y su significación en el fin de análisis. (c) El problema de la identificación con el analista en la cura y en el fin del análisis. (d) El analista como un desecho. (e) Identificación con los ideales del analista. (f) La cura instantánea transfe-rencial (g) El destino de los efectos post-analíticos.

Lugar del Goce en el fin de análisis

La teoría del Goce en psicoanálisis como les he presentado otras veces constituye una contribución original de Jacques Lacan. A mi entender la lógica del Goce ofrece algo nuevo e inédito en la comprensión del sufri-miento humano. El concepto de Goce refiere a un algo que está más allá del principio del placer. Un algo que connota sufrimiento, más allá del placer. No es un síntoma y no es un fantasma. Es algo estructural que no convoca a ninguna curación. Cada sujeto tiene su necesario monto de goce para poder mantener su equilibrio psíquico. Este sufrimiento o Goce expresado por el analizando al ocurrir el fin de análisis no constituye síntoma y así es entendido por el analizante.

Cruzamiento del fantasma

La teoría del fantasma sexual en la cura analítica tiene su importancia por la forma con que el analista va a entender y a trabajar la vida sexual y erótica del analizando. Hace cien años, en los comienzos del psicoaná-lisis, la aceptación de las vicisitudes de la vida sexual no era cosa fácil. Distinguir lo normal, de lo patológico, en la conducta sexual, creaba se-rias discrepancias y problemas teóricos y prácticos. Hoy en día, a pesar de todos los progresos de la ciencia y la cultura, soy de los que piensan, que dentro del psicoanálisis y en relación a la vida sexual, existen criterios y actitudes que tienen ciertos colegas, que están marcadas por la moral personal y no por los valores de la ciencia. Cuando se plantea la lógica del fantasma en las presentaciones clínicas, encuentro que existen resistencias en los colegas a aceptar las variaciones legítimas de la vida sexual y se apresuran a calificar de patológicas ciertas conductas sexuales que caen dentro del capítulo del fantasma sexual del sujeto. El concepto del fantasma fue introducido en la teoría psicoanalítica por Jacques Lacan en 1967, corresponde como mencioné en un acápite anterior, a una fantasía sexual con imágenes y con un mini guión, particular y exclusivo, creada por el sujeto en la temprana infancia. Lacan decía que el fantasma es siempre sexual y además siempre perverso, porque apunta a velar la castración del sujeto. Con frecuencia lo llamaba el tesoro de la sexualidad.

Cada sujeto construye en su temprana infancia su propio fantasma sexual y por su naturaleza perversa es a veces censurado por el propio sujeto, por eso se encuentra muchas veces reprimido al inicio del análisis. Durante el análisis al modificarse los ideales y la censura del sujeto, el fantasma pasa a ser parte de la vida sexual. Si el analista considera patológico estas fantasías sexuales perversas, entonces las va a tratar como un síntoma neurótico y tratará de interpretarlas con la esperanza que desaparezcan. Si el analista, por el contrario, considera que esa fantasía sexual perversa es un tesoro de la sexualidad, entonces no lo tratará como un síntoma y no requiere de ninguna interpretación. El analizando aprende a conocer su fantasma y a disfrutarlo. Como ven, son dos formas muy diferentes de tratar este aspecto de la vida sexual del sujeto. Así, según la teoría del analista el fantasma sexual será abordado de diferente manera con diferentes consecuencias. En los años ochenta se decía que cuando el analizando a logrado conocer su fantasma sexual, entonces se decía ha-berlo cruzarlo o atravesamiento del fantasma, entonces está en capacidad de terminar su análisis. Equivocadamente casi se convirtió en un criterio de terminación de análisis. Hoy en día se considera muy importante el atravesar el fantasma sexual, más sin embargo, el criterio de terminación es otro: insistir en el deseo y ser lo que se és.

(c) Identificación con el analista en la cura

¿Es la identificación con el analista un factor curativo en el proceso? ¿O al contrario un aspecto ilusorio de la cura? ¿Puede distinguirse la identi-ficación con el analista de la identificación con la función analítica? La tesis de la identificación con la función analítica considera que esta iden-tificación con la función facilita la capacidad de insight del analizando. Yo coincido con esta idea y soy de la opinión de que es inevitable duran-te la cura analítica que él analizando se identifique con diversos signifi-cantes del analista.

(d) El analista como un deshecho

No olvidemos que el paciente se convierte en analizante, cuando descu-bre que su deseo de saber más de sí mismo, consiste y radica en el hecho de que el analizante puede preguntarse a sí mismo. Es cuando el anali-zante se abre a la posibilidad de descubrir lo ignorado los contenidos inconscientes. En un inicio ese saber buscado ilusoriamente es colocado por el paciente en el lugar del analista. Por eso el paciente inicialmente busca y escoge a ese analista particular. Es el lugar que Lacan llamó del sujeto-supuesto-saber [SSS]. Es un fenómeno inevitable del orden ima-ginario, también llamado fenómeno narcisista inicial. Al final teórico del análisis, esta idea del analista sabio y fálico, cae totalmente y el analista aparece en transferencia como castrado, deja de ser fálico y sabio. Wil-fred Bion decía que el destino del analista, al final del análisis, es con-vertirse en un des-hecho. Es decir, en este tema del fin de análisis, Bion y Lacan coinciden en sus propuestas. Ninguno de los dos considera que el final de análisis es cuando el analizante finalmente se identifica con el analista idealizado, que es lo contrario a un analista des-hecho. Si se mantiene la idealización del analista el análisis no ha terminado.

Identificación con los ideales del analista

Durante la cura analítica el analizante se va a identificar con ciertos sig-nificantes. Por ejemplo con los significantes de los ideales de su analista, que el paciente precisa y descifra a través de las interpretaciones del ana-lista. Leyendo entre líneas. Esto va a producir ciertos cambios en el fun-cionamiento del superyo del analizando. Estos cambios en el superyo van a abrir el camino para adquirir o aumentar la capacidad de insight del analizando. Este fenómeno que acabo de describir estaría muy cerca de la idea propuesta por los analistas Kleinianos sobre la identificación con la función analítica.

(f) La cura instantánea transferencial

Algo muy distinto ocurre con el mecanismo de la identificación con el analista, en el cual se pierde totalmente la otredad o alteridad en la dis-criminación con el analista. Este es un mecanismo de cura frágil y sin sustentación. Se puede considerar como una cura transferencial. Sin em-bargo las mejorías por identificación con el analista son sorprendentes y dramáticas. Similares a las producidas con el fenómeno de la hipnosis. Pero repito: no se sostienen en el tiempo, porque son artificiales y no corresponden a un proceso de descubrimiento y cambio interior. Lacan plantea que el analista y el analizando establecen una relación asimétrica, dando así origen al acto analítico. Esto no significa que durante la cura no existan otros momentos no analíticos propiamente dichos, momentos simétricos, como ocurre con el momento pedagógico o el momento orto-pédico es decir de sostén del Yo del analizando.

(g) Destino de los efectos post-analíticos

Los efectos post-analíticos en la cura serán considerados importantes o irrelevantes, según sea la teoría del analista. El concepto de los efectos post-analíticos se complica al abrirse la discusión de la diferencia que existe entre un análisis interrumpido y un análisis terminado. Obliga a precisar el concepto teórico de fin de análisis. Todos sabemos en relación a la terminación del análisis que no es posible guiarse por la simple cura del síntoma. En breve, hoy en día, la teoría estructural plantea que el fin teórico de análisis ocurre cuando el sujeto, primero descubre y luego acepta , segundo, ha atravesado su fantasma sexual y ter-cero, acepta su limitación e incompletud. Los efectos post-analíticos es-tán relacionados con el destino de la transferencia. En transferencia al final del análisis, el analista deja de ocupar el lugar del Sujeto-supuesto-saber [SSS] y aparece como un sujeto limitado e incompleto. Decimos que al final del análisis el analizando ha aceptado su castración simbólica e imaginaria. Además se identifica a su propio síntoma originario, el de Lacan [1976]. Esto quiere decir que el analizando acepta sin conflicto, ni sentimientos de culpa, las marcas indelebles de infancia que han pasado a la formación de carácter. Esto es posible solo cuando en el curso del análisis se ha modificado el sistema de ideales. Estos planteamientos teóricos del fin de análisis se instalan con las variaciones del caso por caso, como un efecto post analítico.

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