Alicia Leisse de Lustgarten

Lo particular de la transmisión en psicoanálisis: la Institución Psicoanalítica y la práctica contemporánea

Alicia Leisse de Lustgarten
Preguntarse por la transmisión del psicoanálisis y ser parte de un panel que reúne a colegas de ámbitos diversos, pone sobre la mesa una práctica psicoanalítica inserta en los cambios que supone el mundo contemporáneo. Considerar esos cambios a la luz de lo particular que hace a la transmisión, es lo que hoy traemos en la idea de seguir pensando nuestro oficio.
En 1924 se crea el primer Instituto de Psicoanálisis en Berlín. De la mano de Max Eitingon se sistematizaba el entrenamiento psicoanalítico, procurando un espacio para el modelo de formación; esto es, transitar por la teoría psicoanalítica, la clínica supervisada y el análisis personal. Otros modelos surgieron con el devenir de los años: el francés y el uruguayo, proponiendo nuevas maneras de entender el análisis de formación, las supervisiones y el ejercicio de la función didáctica. La introducción de cambios en los parámetros que hacen al entrenamiento ha levantado siempre polémica. Un colega me decía tiempo atrás, que los psicoanalistas somos inevitablemente conservadores. Se refería a eso riesgoso que supone para muchos proponer variantes en el método en la idea que se alteren los principios que rigen la práctica. Schmuel Erlich (2006) planteó la polaridad que asoma la pregunta; si se trata de engrosar las filas de los psicoanalistas o mantener los principios que rigen la aplicación clínica del mismo. Ciertamente son dilemas que crean dificultades; pero no se puede sostener una disciplina, ciencia o arte que tenga una propuesta única o que no diseñe nuevas alternativas; so pena de caer en el dogmatismo. En nuestro caso, si se preservan los estándares de manera cerrada, se cierran las posibilidades de encontrar o capitalizar nuevas mentes capaces de brindar terapias basadas en la comprensión del sujeto desde la perspectiva del inconsciente. La formación en los tiempos actuales requiere atender clínicas de creciente complejidad así como responder a demandas diversas con el telón de fondo que traen los cambios sociales para ambos protagonistas del proceso analítico.
Sobre transmisión
Eje de la convocatoria que nos reúne, es por si sola una variante que define la formación psicoanalítica. Esto es, no pretendemos el adoctrinamiento desde una línea teórica determinada, sino que aquel que se entrene sea capacitado en un aparato para pensar lo pensamientos psicoanalíticos que no puede ser repetido, que tiene mucho de lo de cada quien. Cómo ensambla sus ideas, cómo entiende la clínica, cómo decide un abordaje y cómo es el artífice de una escena que también es propia de cada quién. No resulta ajeno hablar también de enseñanza en tanto es un oficio que se aprende; claro está, con las mayores o menores destrezas para ejercerlo. Refiere a principios técnicos, tanto como a la clínica psicoanalítica y las teorías; hoy por hoy plurales, con el enriquecimiento de otros aportes.
Me corresponde exponer las modificaciones mayores que ha supuesto la formación psicoanalítica en un área muy específica: la formación a distancia. Esto es, en países que no tienen Sociedades Psicoanalíticas de la IPA. Primero fue Europa del Este, el Instituto Psicoanalítico de Europa del Este, PIEE, que por el año 1988 inicia la creación de espacios para el análisis y organiza la formación de candidatos en el exilio, por la prohibición que pesaba para su ejercicio en países que habían estado bajo regímenes comunistas. Cercano a la caída de “la Cortina de Hierro” empezaron a formalizarse las aplicaciones a la IPA después que en algunos lugares había continuado un entrenamiento clandestino, restringido en número de aplicantes y recursos para dar formación. El que ha tenido la experiencia de participar en uno de estos países, queda conmovido por el esfuerzo y la mística que colegas del mundo psi le ponen a procurarse de una comprensión del sufrimiento humano fuera de medicaciones o técnicas únicas, que desconocen el escenario inconsciente. Por diferentes razones y procurando también el pedido de formación, el Instituto Psicoanalítico de América Latina, ILaP, nace 7 años atrás a partir del acuerdo que suscriben Fepal y la IPA con la intención de dar “un marco único y coordinado para formar, enseñar y promover el psicoanálisis en la región latinoamericana”.
Se daba así respuesta al pedido sostenido de entrenamiento y la creación de los procedimientos que aplicarían. Algunos años atrás esto era impensable; podríamos decir que la demanda fue moviendo la respuesta. La educación a distancia, los seminarios condensados, los análisis condensados, las supervisiones presenciales y virtuales se abrían paso, suscribiendo el modelo tripartito que definió a la formación psicoanalítica desde los comienzos. La difusión del Psicoanálisis hasta hace poco, quedaba un poco al azar. En algunos casos a la suerte de analistas que debieron emigrar, por razones políticas, por ejemplo, a países donde constituyeron el germen para la creación de nuevas sociedades. A partir de la instauración del Instituto Psicoanalítico para Europa del Este (PIEE) y del Instituto Latinoamericano de Psicoanásis (ILaP) la extensión del psicoanálisis a nuevos países, forma parte de una estrategia que sigue acciones planificadas.
Transmisión y formación a distancia.

Tomare la línea clásica del trípode que delinea lo que hace a la capacitación de un psicoanalista. Desde ese vértice, pretendo mostrar el escenario que refiere a la formación a distancia enmarcadas en lo que damos por entender como Instituto Virtual: un Consejo de analistas didactas y titulares que conforman la Dirección General; de Seminarios; Admisión y Formación; Extensión; Investigación y Seguimiento en países como Venezuela, Uruguay, Perú, México, Argentina y Chile, haciendo un equipo de 10 colegas que trabajan articulados y permanentemente conectados. Una manera de suplir y de situar, las dos al mismo tiempo, el marco institucional.

El análisis
Un testimonio ilustra, qué ocurre a nivel de la experiencia, en lo que entendemos como análisis.
Introducir el análisis en mi vida ha sido una experiencia no solo de mucho aprendizaje sino salvadora. En el momento que decido iniciarlo, me encuentro casi vencida por la pulsión de muerte. Viajo a X, me acuesto en un diván. En las paredes hay algunas pinturas, diplomas y una caricatura de Freud. Se inicia el proceso; me interno en ese mundo interior acompañada por mi analista. Voy desesperada, siento que es la única oportunidad que tengo de sobrevivir. El análisis se lleva a cabo dos veces cada jornada durante 5 días, después viene la despedida y el retorno a casa. Tengo miedo de perder lo ganado, de perder la conexión con la analista. Dos semanas después la doctora está en mi ciudad, ahora me acuesto ya no en un diván sino en un sofá improvisado, las paredes son otras, desnudas de cuadro. Solo estamos ella, yo y el encuadre y eso es suficiente para que el inconsciente surja. En ese momento me siento como si estuviera en el país de mi analista; no encuentro diferencias para que se dé el proceso. Seis meses después otro cambio, ahora la analista llega a la capital y de nuevo todo fluye con la misma naturalidad que antes. Diez meses después de haber comenzado mi análisis personal y por problemas económicos, no puedo viajar, y recibir únicamente las 6 sesiones a las que tengo opción durante la estadía de la psicoanalista en mi país, no es suficiente. Solicito permiso para comenzar mi proceso por Skype durante la temporada alta y así continuar con el mismo ritmo que he llevado. Ahora el escenario es otro, me acuesto en un sofá, ya no es la persona de la analista la que se sienta atrás sino una computadora. Otro ambiente de trabajo y una máquina de por medio; al inicio me asaltan muchas dudas. Pero desde el primer momento el proceso sigue igual y yo avanzo como siempre a tientas por el camino del inconsciente. Al final no importa la ciudad, si es presencial o virtual; el análisis es el mismo, la transferencia se establece, afloran las resistencias y mi proceso avanza”.
Los análisis a distancia son concentrados y/o condensados: el analista viaja al país donde están los candidatos o ellos donde vive el analista. La condición de interrupción de la frecuencia analítica es posiblemente el factor que más hay que afrontar con las ansiedades de separación correspondientes. Los analizandos buscan trabajar por skype para mantener la continuidad, aunque esas horas no sean contables para el número de presenciales que se piden. Preservar el método va en la línea de apostar por el surgimiento del inconsciente inmerso en un discurso donde la dimensión temporal y espacial, hacen figura, no fondo.
El análisis concentrado pretende que el candidato encare su inconsciente de manera sostenida y profunda en vista también de su trabajo con pacientes. En el proceso de formación hemos sido testigos de las transformaciones que ocurren con el inicio del análisis: cambios en la dinámica grupal, en la capacidad para comprender los temas de lectura, en la manera de leer el material clínico. Surge más claramente el deseo de ser psicoanalistas. Se va manifestando un cambio; mayor tolerancia a la incertidumbre y al no saber; así como en la capacidad de escucha.
Encarando preguntas, procurando respuestas.
Partimos de la premisa que llegar a personas que viven en zonas remotas y entrenarlas es fundamental. Fue la línea que tomo Siegel (2000) en su trabajo “En torno al aprendizaje a distancia“, utilizando la educación online desde lo que ha llamado “tecnología sincrónica”, en la que se crea un salón de clase virtual en tiempo real con la utilización de audio y/o video. Los estudiantes se reúnen con un profesor a una hora prefijada. Queda establecido así el espacio para un intercambio interactivo. Otros colegas, y es la modalidad que hemos implementado, utilizan la tecnología asincrónica que rige en los seminarios virtuales, uno por año que se dicta con simultaneidad en todos los países donde opera el ILaP. Esta forma es conducida a través de textos que los candidatos leerán para intercambiar con el docente, quien responderá en un momento posterior. Oigamos un testimonio: “Significa un esfuerzo extra a la ya intensa dedicación que lleva tanto el armado de los seminarios como las respuestas que van llegando al foro y que requieren de una elaboración, a veces casi como una ampliación de las clases. Justamente esto es algo muy interesante de los seminarios virtuales, ya que a diferencia de los presenciales, me permiten responder haciendo referencias muy concretas a qué tomo y en qué página, con lo que la explicación va acompañada de la cita textual, lo que aumenta la rigurosidad en la docencia. Esto es una diferencia notable con las intervenciones en los seminarios habituales. También noté que en el foro o en consultas por mail o skype hay candidatos que son más activos que en las presenciales”.
Se abren diversas cuestiones:
Cómo hacer transmisión sin una presencia constante desde lo institucional.
Cómo podemos favorecer transferencias e identificaciones institucionales en un candidato que se hace analista con contactos cortos y discontinuos.
Partiendo del punto que la identidad psicoanalítica se forma también por la convivencia del grupo, los candidatos no disponen de un marco societario inmediato ni tienen cerca otros colegas para supervisar o escoger para los análisis. Los más próximos son los miembros del Consejo de ILaP que conforman la infraestructura institucional, y los docentes que viajan. Es un ejercicio que pide un plus de presencia desde lo virtual, suerte de “suministros adicionales” con las consecuencias que satisfacer esos pedidos pueden provocar: aumento de la dependencia, expectativas idealizadas o creatividad comprometida, entre otros. Se trata de atravesar un camino difícil que requiere de esfuerzo, compromiso y estudio; pero donde la necesidad asoma esperando respuestas garantes y hasta mágicas que subsanen otras carencias. Recuerdo en un seminario para miembros y candidatos en Tallin (Estonia), al que asistí en la ocasión de participar en una de las tres escuelas que funcionan anualmente en Europa del Este, se produjo un intercambio grupal que adquirió un tono jocoso con el relato de experiencias donde la realidad inmediata irrumpía en lo que significaba afrontar la formación. Salir en volandas para el país de origen o esperar transporte en el medio de un invierno oscuro sin conocer el idioma del lugar ni disponer de la moneda local, o portar vestimenta o calzado ajenos al clima de la ciudad que recién se conocía, impactaba en el esfuerzo narcisísta adicional que requería la tarea.
El trípode, sostenedor de la formación, no es sincrónico, al menos de manera continua y para todos los candidatos. Se desarticula por las particularidades individuales y la respuesta de un Instituto menos “sancionador” en tanto está llamado también a diseñar opciones que sorteen dificultades. El esfuerzo de formar un analista a distancia, encara el poco contacto personal que tiene lugar y en todo caso interrumpido, lo que ha llevado a procurar nuevos puentes. Aquí cumple un papel relevante la figura del enlace desde y hacia el Consejo. Coordinar reuniones mensuales con los candidatos y un miembro que rota, para dar lugar a lo que surja dentro del contexto de entrenamiento, muestra no solo algunas circunstancias especiales que deben considerarse: diferencias locales, económicas, de vida; también el cuidado en la selección de candidatos que se forman en el ILaP, que además de la condición sine qua non de ser analizables, asoma el carácter pionero de los aspirantes. Tienen que ser más creativos, empeñosos y con una visión de largo plazo, lo que no es usual y es en un proceso de trabajo personal que algunas de esto recursos asoman.
Los seminarios se enmarcan en una dimensión espacio temporal única, por cuanto el entrenamiento supone una transmisión específica al cursar un poco en solitario. Nadie podría afirmar que es lo mismo un vínculo presencial que uno virtual. Este, acerca opciones, pero la presencia es insustituible. Lo virtual responde, pero el candidato está más solo: No hay institutos físicos; el grupo que atiende la formación entra en contacto con los docentes que viajan a impartir seminarios presenciales, 4 veces al año; el quinto es virtual. Ciertamente son encuentros intensos, en tiempo y en la dinámica que se establece. Es una suerte de investimento libidinal que se dispone con el estudio de las temáticas, el envío del material y el trabajo que cursa durante 16 horas académicas en un fin de semana largo. Después de esta experiencia, intensa por demás, la continuidad se interrumpe y el candidato queda sin la presencia de lo que la Institución significa y también sus compañeros. Transitan en un ir y venir de encuentros y separaciones que se amortiguan en la causa común que los reúne. En palabras de Ashworth (2011): “Los puentes transferenciales tardan, el nuevo conocimiento no es investido libidinalmente en los comienzos y no todos los aspirantes inician su análisis didáctico al mismo tiempo. Todo ello, hace efecto en cómo se van armando los grupos”. Yo agregaría que las vicisitudes de este tipo de formación pueden derivar en splitting tempranos antes de que se consolide un grupo de estudio y apuntaría a prestar cuidados particulares desde el entrenamiento. Combinar figuras docentes estables, como referente institucional, con otras que rotan aportando distintas líneas de pensamiento y abordajes teórico- clínicos plurales, forma parte del marco institucional que pretendemos se vaya consolidando. Ello ha llevado a ofrecer otras actividades de manera sostenida. Un cine foro mensual y una videoconferencia bimensual donde participan los candidatos del ILaP, abierto también a otros de institutos regulares, crea un espíritu de discusión virtual que no solo resulta de interés por el conocimiento como tal, sino por las redes libidinales que se van entramando. Da continuidad a los seminarios propiamente de formación, suministrando una referencia de tiempo y espacio relevante a lo que llevan adelante.
La metodología de seminarios es pertinente con una postura no magistral que convoca inevitablemente un riesgo de enseñanza dogmática. Lo que se pretende es el análisis crítico de las ideas. Los seminarios presenciales condensados requieren promover el clima posible para esta modalidad de intervención y no centrar en el conductor las expectativas del que trae los conocimientos.
Finalmente, la supervisión. Ha tomado una vía más expedita para el candidato por cuanto ofrece la posibilidad de que sea llevada combinando 70 % de horas virtuales con 30% de horas presenciales. También acá concurre un encuadre: hora, frecuencia, pagos. Decía una supervisanda, que el espacio que ella tiene con su analista y con el encuentro semanal de la supervisión “le da estructura”. Hace varias semanas había escrito un correo; lucía como un pedido rescatador. No tenía colegas con quien intercambiar y un espacio institucional le ponía trabas diversas, sin hablar de las diferencias culturales que la movían a buscar diálogos más cercanos en idioma, país, tanto como en afinidades teóricas. El supervisando nos relata que escribir las sesiones lo lleva a rencontrarse. Una suerte de salida del imaginario que supone quedarse con sus propias reflexiones ajenas al intercambio simbólico, lo que queda significado en el encuentro de la supervisión.
Los cambios que hacen a nuestro oficio responden a nuevas demandas clínicas; ciertamente; pero no menos importante supone atender entornos inesperados o impensados. En palabras de Freud, (1918)…“revisar el estado de nuestra terapia y examinar en que nuevas direcciones puede continuar su desarrollo”. Qué suponen tales ajustes así como re-definirlos desde nuestra tarea, es lo que pretendemos.

Resumen
Lo particular de la transmisión en psicoanálisis: la Institución Psicoanalítica y la práctica contemporánea
Este trabajo propone considerar los cambios a la luz de lo particular que hace la transmisión en psicoanálisis. Seguir pensando nuestro oficio invita no solo a conocer las nuevas demandas clínicas que asoman; refiere también a atender entornos inesperados o impensados. Las ideas que hoy desarrollo pretenden recoger las modificaciones mayores que ha supuesto la formación psicoanalítica en un área muy específica: la formación a distancia.
Summary
The particular transmission in psychoanalysis: the psychoanalytic institution and contemporary practice
This paper proposes to consider the changes in the light of the particular which makes the transmission in psychoanalysis. To continue thinking on our craft invites not only to meet new clinical demands that arise; it refers also to meet unexpected or unforeseen environments. The ideas that I develop today pretend to collect major modifications that resulted in psychoanalytic training in a very specific area: distance training.
Résumé
La transmission particulière dans la psychanalyse: l’institution psychanalytique et la pratique contemporaine
Cet article propose d’examiner les modifications à la lumière particulière qui rend la transmission de la psychanalyse. Pour continuer la réflexion sur notre invite de métier non seulement pour répondre aux nouvelles exigences cliniques qui se présentent ; Il s’agit également pour répondre aux environnements inattendus ou imprévus. Les idées que je développe aujourd’hui prétendent à percevoir des modifications importantes qui ont abouti à la formation psychanalytique dans un domaine très spécifique: formation à distance
Referencias bibliográficas
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Descriptores: Transmisión, formación psicoanalítica, psicoanálisis didáctico, seminarios, supervisión.

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