SPC

La Sustancia

Análisis de la película presentado en el espacio Cinepsicoanálisis de la Sociedad Psicoanalítica de Caracas de enero 2025.

por Katharina Trebbau, psicoanalista SPC.

Puntuación de Ideas para una conversación:

  1. El cuerpo, lo real y el goce

La sustancia gozante para el psicoanálisis ES el cuerpo. Es un título muy pertinente ya que es una película que lleva el goce del cuerpo a los extremos del exceso, del horror y del absurdo. Hablamos del goce para hacer referencia a lo que se repite sin cesar, cuestión enigmática, de la que sólo nos enteramos por la clínica, el síntoma que se repite compulsivamente sin poder parar, que siempre pide más. Los psicoanalistas distinguimos el cuerpo subjetivo del cuerpo de la medicina u organismo biológico. El cuerpo para nosotros está atravesado por el orden simbólico, es decir por el lenguaje y lo que llamamos castración, decimos que es un cuerpo hablado y sexuado, lo que permite la posibilidad de desear. No es un cuerpo desnudo, crudo, es un cuerpo in/vestido, bañado por el lenguaje. El deseo circula, se desliza por los bordes del cuerpo, las zonas erógenas, el conjunto de estos bordes sostienen a la estructura corporal… en la película se acentúan más que los bordes, los orificios del cuerpo, acentuando el horror (body horror) y el asco más que una erótica del deseo.

La muerte y la diferencia sexual NO tienen representación en nuestro Inconsciente, por eso constituyen los enigmas centrales de la experiencia humana. Ambas son realidades traumáticas para nuestra psique, irrepresentables e irreductibles, son así fuente de irritación o tensión constante (a veces también de horror).

Esto empuja a un trabajo o esfuerzo psíquico, que es lo que llamamos Pulsión. Idealmente este trabajo psíquico genera fantasías, y por ende goces posibles de acotarse-ligarse, donde se pone en juego lo corporal y de ahí sería viable anudar con el deseo y lo simbólico (pulsión de vida, Eros).

De eso barrado, la cosa imposible de representación existe “La Marca”. Ésta es atrapable en el cuerpo, hace nudo en lo corporal. En la película la pulsión ubicada como Real al salirse o soltarse del simbólico, se reduce al agujero: los orificios corporales, no llega a ligarse de manera exitosa con una fantasmática o registro simbólico que permita la posibilidad deseante de abrirse a un otro, no hay alteridad posible. Sostenida sólo en lo imaginario, la pulsión se desliga y desestabiliza fácilmente la estructura, ante la irrupción de “la marca-mosca”, se derrumba la armadura. Es puro vacío que se intenta fallidamente de obturar con un consumo compulsivo de la imagen, el objeto del espectáculo insaciable y cruel, ya que sin los velos del simbólico quedamos expuestos a lo brutal y cruel (pura descarga, pulsión sexual de muerte).

Una ilusión de completud se marca, se le hace un agujero que en la película desgarra… una duda en la certeza, una mosca en la copa de vino perturba la supuesta imagen engañosa de armonía-completud y degenera en una violencia llevada al límite del absurdo. (el retrato con la grieta)

El cuerpo en la película me parece que se utiliza de múltiples maneras como señuelo, como encarnando el objeto del deseo (falo), como sede del goce y como fetiche, para luego ser crudamente fragmentado, cuando se sale del discurso, con la alucinación del cuerpo psicótico que causa horror y angustia de un real que desborda lo imaginario sin mediación simbólica. Es el momento pico de la alucinación del muslo de pollo que se saca por el agujero del ombligo, donde la angustia catastrófica de la fragmentación del cuerpo, que se cae a pedazos, invade como un real y la Cosa se presentifica. Luego, con la caída las uñas y los dientes, la fragmentación es total y surge el mostro, ya no hay un cuerpo figurable o ninguna forma reconocible más que restos de pedazos encarnados, un no-cuerpo, no hay dentro ni fuera, interior-exterior indiferenciados, lo más primario del psiquismo, remite a lo prepulsional y pre-objetal.

Finalmente, de alguna manera podemos los espectadores a posteriori, usar ese “cuerpo de la película” como denuncia. Denuncia de un malestar social en la cultura, en el discurso de amo actual que es el discurso capitalista, donde todos podemos dejar de ser personas para pasar a ser meros objetos de consumo, cosificados y por ende desechables.

  1. El predominio de La Imagen y la pulsión escópica insaciable.

De los objetos pulsionales, la mirada, el campo de lo escópico, es el que más eficazmente elude la castración. La imagen en la fotografía o en el video engañan fácilmente, es el campo del espectáculo, del señuelo, semblante, o hacer suponer algo que no está: el falo o la completud, el absoluto. El (pre)dominio de lo escópico en la película es indiscutible, la primacía de lo visible sobre lo inteligible, las imágenes nos bombardean y atrapan hasta el punto de saturación y llegar a obligarnos a cerrar los ojos, a pedir no-más goce de mirada…

El cuerpo de la mujer se usa por excelencia como mascarada para velar la castración. Se hace bella, se maquilla, se peina, la bella forma seduce como señuelo. Elizabeth parecería una artista del dominio de la mascarada, pero realmente vemos que no es capaz de velar nada, no tiene respuesta propia ante la falta pues justamente falta su registro, es más bien una víctima del disfraz uniforme, de su imagen producida como producto.

La escena de la perfección ideal y del culto al cuerpo monolítico, escultural, falicizado se rompe ante el disturbio de lo imperfecto, como la mosca en la sopa, la mosca en el cuerpo y en la copa de vino, anuncia que se desatará la violencia. La agresividad resulta del retorno de aquel cuerpo fragmentado de los orígenes del sujeto, la furia surge cuando se rompe la ilusión de la imagen unificada del estadio del espejo, primera identificación imaginaria. Ese yo-ideal del narcicismo primario. Este momento fundante del yo, es un momento de tensión entre el cuerpo descoordinado y de impotencia motriz del bebé, y el contraste con el júbilo de su imagen especular completa. El sujeto constituye su narcicismo en vínculo con el otro, es esencial esa presencia para la propia constitución del yo. Pero con el costo de ser alienante pues pasa por un otro, que le decreta y legitima: eres tú.

El empuje interno por la tensión entre la insuficiencia y la anticipación se sucede desde una vivencia de cuerpo parcial o fragmentado a una forma que Lacan llama ortopédica, y se logra esa especie de armadura o defensa asumida en una imagen e identidad que es estructuralmente enajenante. La imagen, la mirada y la identidad son defensivas, paranoides, en el sentido que tienden a la ilusión de completud y todo lo que amenace esa ilusión provoca esa armadura. Somos extraños-extranjeros ante nuestra propia imagen en el espejo, es un cuerpo imposible de significar totalmente.

  1. La soledad, lo narcínico, repudio de la herencia y de la alteridad.

La tensión entre lo viejo y lo nuevo: lo Real del tiempo como castración ineludible, es lo que estalla en la fotografía de Elizabeth, como si hasta ese momento hubiese sido capaz de eternizarse en su refugio narcisista, sin enterarse de los efectos del tiempo en su cuerpo ni de su infinita soledad.

Desde Sue, la versión más joven, se pone en escena la repetición del dilema estructural de las nuevas generaciones: qué hacer con el legado de lo anterior. El problema es cuando se empuja al consumo de lo nuevo como un valor en sí mismo, desechando lo anterior, sin historización, sin reconocimiento de legados meritorios y desmintiendo el lugar generacional en la sociedad. Atacar, repudiar y desmentir la propia historia, el lugar en la cadena filiatoria, inevitablemente implica un vaciamiento que empobrece y deteriora la subjetivación y la relación con el otro. Por esto vemos la furia desatada de Elisabeth ante la renegación que hace Sue de su madre-matriz, no sólo desconociéndola sino humillándola como algo jurásico sin ningún reconocimiento, lo que va desatando pura pulsión de muerte, cada vez más desenfrenada y cava más profundamente el agujero mortífero para Elisabeth-Sue, que al final son una misma; al igual que cada uno de nosotros es parte de una historia vincular, por lo que alojamos inevitablemente algo ajeno en lo propio.

Lo nuevo como ya prefabricado, molde vacío, predefinido por el mercado global que busca imponer a todos los mismos modos de satisfacción es un aplanamiento de la complejidad de la experiencia humana. Cada generación debe hacer algo singular con su tiempo, lo que llamamos lo contemporáneo, sin repudiar su herencia transgeneracional, y a la vez sin dejarse uniformar o someter por los imperativos del mercado o a la ciencia-tecnología sin sujeto (imperativos deshumanizantes). (Kristeva, la revuelta íntima)

El imperativo cultural pretende degradar lo inaccesible de lo real y lo indefinible de lo femenino, lo irrepresentable de la sexualidad, sustituyéndolo con lo porno y demás productos de consumo exhibicionista, desestimulando el desarrollo de la fantasía y el simbolismo a la vez que se reniega del valor del legado de las generaciones anteriores. Se unifican las maneras de satisfacción y de goce. Se segrega y cancela lo otro, lo singular y lo anterior, todo lo que hace posible el lazo social.

La soledad es el resultado de la disolución de los lazos sociales, soledad en este caso que deja a Elizabeth y a cada uno solo con cosas y que falsea la verdadera soledad estructural, que nos llevaría a contactar con el misterio y la curiosidad, deseo por un otro, que empuja a la creación de vínculos sociales significativos. La Soledad de Elizabeth-Sue es tan impactante como la explotación que hace de su cuerpo.

La Psicoanalista Colette Soler lo define como Narcinismo. Describe al sujeto actual como narcínico, lo que combina el narcicismo de la época con el cinismo de servirse de su propio goce, renegando de la alteridad y de la historicidad del sujeto. El verdadero amo del discurso sería el objeto sin límite, del mercado, objeto tiránico.

Ni si quiera el capitalista tiene bajo control la producción ya que no se puede parar, no es dueño de su deseo. Círculo infernal de puro goce donde el sujeto que controla la producción es controlado por los productos que produce… el espectáculo es una demanda creciente, de huida de la propia realidad, recordemos que la mirada siempre pide más, gozar de la mirada busca traspasar los límites más que nunca y la película es un logro a la vez que una denuncia de ello.

Una manera de hacer esa denuncia crítica a la cultura actual es el uso de fragmentos y guiños bastante obvios que recuerdan a referentes clásicos (viejos), haciendo una especie de juego de yuxtaposición con esos restos “jurásicos”. Reconocemos así Películas viejas como The Shinning, The Fly (la Mosca), o la obra de la Ira de Eugene Ionesco (maestro del absurdo), donde una mosca en la sopa desata la violencia sinsentido y un apocalipsis en una comunidad perfectamente armónica, en esta versión: la autodestrucción gozosa, que se alarga y no puede parar.

El mostro Elisabeth-Sue es también la fusión entre lo humano y lo inmundo, inhumano cruel que nos habita desde los orígenes del sujeto y de la humanidad. El efecto de esa mezcla intencionalmente malograda es una extrañeza desagradable, siniestra que busca generar en el espectador una incomodidad, una queja que mueva al trabajo psíquico de quien acepte la invitación a pensar en ello.

Lo inmundo, inhumano, la crueldad y la soledad son parte de la experiencia humana. En lo contemporáneo caído Dios y sus sustitutos: queda la crueldad de lo sin Ley y brutalidad del mundo (M. Goldstein). Podemos a partir de la película parafrasear lo anterior como: Degradado lo femenino, el misterio de la interioridad del objeto, a pura carne y tejidos, solo queda el horror del cuerpo-cosa.

Bibliografía

Freud, S. (1919). Pegan a un niño: contribuciones a la génesis de las perversiones sexuales. Obras Completas. Amorrortu. Buenos Aires.

Freud, S. (1937). Análisis terminable e interminable. Obras Completas. Amorrortu. Buenos Aires.

Goldstein, M. (2023) Trans-modernidad, una diferencia traumática en La Época APA online. N° 34. www.laepoca.apa.org.ar

Goldstein, R. Mirta. (1998) La dirección irreversible de La Cura. Psicoanálisis Complejo. 1era edición. Catálogos S.R.L. Buenos Aires, Argentina.

Goldstein, M. (2023) Trans-formaciones. Polisexualidades en el malestar sexual actual. 1era edición. Lugar Editorial. Buenos Aires, Argentina.

Kristeva, J. (2001). La revuelta íntima, Literatura y psicoanálisis. Eudeba Editores.

Lacan, J. (1974). El Seminario, Libro 11: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis (J. A. Miller, Ed.). Paidós.

Laplanche, J. (1987): De la teoría de la seducción restringida a la teoría de la seducción generalizada. En: Nuevos fundamentos para el Psicoanálisis. La Seducción Originaria. Amorrortu. Bs. Aires. 1989.

Massota, O. (1995). Lecturas de Psicoanalisis: Freud, Lacan. Editorial Paidós.

Santesteban, O. (1997). El enigma de la feminidad. Buenos Aires, Semblant.

Schutt, F. (2025) grupo de estudio online del seminario 11 de Lacan.

Soler, C. (2000-2001). Declinaciones de la angustia (Curso, College Clinique de Paris; Eds. M. Pera Jane & M. Pelegri).

 

*CINEPSICOANÁLISIS*
Enero 2025. Sábado 25, 10 am.
*LA SUSTANCIA*
Título original:
THE SUBSTANCE
Año 2024 / Reino Unido
*Panel*
Dra. Luisa Elena Alvarez
Psic. Katharina Trebbau
Psicoanalistas de SPC
Modera Psic. José Daniel Aguilar
*Discusión* 12:30 pm

Taquilla desde el martes 21 de Enero. Trasnocho Cultural

*SINOPSIS*
Elisabeth Sparkle se enfrenta a un golpe devastador el día de su cumpleaños cuando su jefe la despide. En medio de su angustia, un laboratorio le ofrece una sustancia que promete transformarla en una versión mejorada de sí misma.
*Ficha Técnica*
Directora y guión: Coralie Fargeat.
Actores principales. Demi Moore y Margaret Qualley

Festival de Cannes 2024. Premio al Mejor Guión.

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