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Seminario 23  El Sinthome

JACQUES LACAN

Tenía una esperanza – no se hagan la idea de que se trata de coquetería, de hacerles cosquillas – tenía una esperanza, había puesto una esperanza en el hecho de las vacaciones. Casi todo el mundo se va. En mi clientela, eso es sorprendente. Pero aquí no lo es. Quiero decir que siempre veo las puertas tan obstruidas; y, para decirlo todo, esperaba que la sala estuviera aligerada, mediante lo cual,  y luego, además, todo eso me exaspera, porque no es de muy buen tono, en fin, mediante lo cual esperaba pasar a las confidencias, instalarme en medio de… no se, si solamente estuviera la mitad de la sala, sería mejor. Va a ser necesario que vuelva a un anfiteatro que era el anfiteatro 3, si recuerdo bien. Así, podría hablar de una manera más íntima. De todos modos sería simpático si yo pudiera obtener que se me responda, que se colabore, que nos interesemos. Me parece difícil interesarse en lo que es, en suma, en lo que se vuelve una búsqueda; quiero decir que comienzo a hacer lo que implica el término búsqueda: a girar en redondo. Hubo un tiempo en el que yo era un poco estridente. Decía como Picasso – porque eso no es mío – yo no busco, encuentro. Pero ahora me cuesta más desbrozar mí camino.

Entonces, de todos modos voy a volver a entrar en lo que yo supongo – es una pura suposición, estoy reducido a suponerlo – en lo que yo supongo que ustedes han entendido la última vez, y para entrar en lo vivo del asunto lo ilustro. He aquí un nudo:

Este es el nudo que se deduce de lo que no es un nudo, pues el nudo borromeo, contrariamente a su nombre que, como todos los nombres, refleja un sentido, tiene el sentido que permite en la cadena, en la cadena borromea, situar en alguna parte el sentido. Es cierto que si llamamos a este el elemento de la cadena lo Imaginario, este otro lo Real, y a ése lo Simbólico, el sentido estará allí. No podemos esperar mas, esperar situarlo en otra parte, porque todo lo que pensamos, estamos reducidos a imaginarlo. Pero no pensamos sin palabras, contrariamente a los psicólogos de la escuela de würzbourg han adelantado.

Como Uds. ven, estoy un poco decaído, y me cuesta arrancar entonces voy a entrar en lo vivo del asunto y decir lo que puede ocurrir en lo que hace nudo.

Para lo que hace nudo, es decir como mínimo el nudo de tres, con el que me contento, puesto que es el nudo que se deduce de esto, que los 3 redondeles, los redondeles de hilo como en otro tiempo les adelanté esta imagen, los redondeles de hilo de lo Imaginario, de lo Real y de lo Simbólico, y bien, esta claro que hacen nudo, a saber que no se contentan con poder aislarse, de terminar un cierto número de campos de calce, de sitios donde si uno mete el dedo queda agarrado. Uno queda agarrado también en un nudo. Pero el nudo es de una naturaleza diferente.

Entonces, si Uds. se acuerdan bien, naturalmente yo no espero tanto, la última vez adelanté esta observación que no es evidente, es suficiente que haya un error en alguna parte en el nudo de 3. Supongamos que en lugar de pasar por debajo, aquí (x) eso pase por arriba. Y bien eso basta para hacer, por supuesto, eso va de suyo, porque todos sabemos que no hay nudo en 2. Basta pues con que haya un error en alguna parte para que esto – pienso que eso les salta a la vista – se reduzca a un sólo redondel. Eso no va de suyo , porque si, por ejemplo, ustedes toman el nudo de 5, éste, como hay un nudo de 4 que es bien conocido y que se llama el nudo de Listing, he llamado a éste así, idea chiflada, el nudo de Lacan. (……….) el que conviene más – pero eso se los diré otra vez – es en efecto el que conviene más. Si es absolutamente sublime: como cada vez que uno dibuja un nudo uno arriesga a engañarse. Recién, recién en el momento en que dibujaba esas cosas para presentárselas, tuve que hacer algo análogo que forzó a Gloria a volver a poner aquí un pedazo, algo análogo porque al dibujar uno se engaña.

Entonces, ese nudo, si ustedes se equivocan en uno de esos dos puntos, en lo mismo que para el nudo de 3: el todo se libera. Es manifiesto que si se toma aquí, eso no hace más que redondel; si, por el contrario, ustedes se equivocan en uno de esos tres puntos, pueden constatar que se mantiene como nudo, es decir que eso queda como un nudo de 3. Esto para decirles que no va de suyo que al equivocarse en un punto de un nudo, todo el nudo se evapora, si puedo expresarme así.

Bueno, entonces, lo que dije la última vez es esto: haciendo alusión al hecho de que el síntoma, lo que este año he llamado el sinthoma, que el sinthoma es lo que en el borromeo, la cadena borromea, es lo que permite en esta cadena borromea, si no hacemos más cadena de ella, es, a saber, si aquí cometemos lo que he llamado un error (véase p. 91), aquí y también aquí, es decir al mismo tiempo si lo Simbólico se libera. Como en otra ocasión lo he señalado bien, tenemos un medio de reparar eso, esto es hacer lo que por primera vez he definido como el sinthoma, a saber algo que permite a lo Simbólico, a lo Imaginario y a lo Real continuar manteniéndose juntos, aunque ahí ninguno se sostenga más con el otro, esto gracias a 2 errores. Me he permitido definir como sinthoma a lo que, no permite al nudo, de 3, hacer todavía nudo de 3, sino lo que lo conserva en una posición tal que tenga el aspecto de hacer nudo de 3.

Eso es lo que he adelantado muy suavemente la última vez. Y se los vuelvo a evocar incidentalmente. He pensado – pensado, hagan lo que quieran con mi pensamiento – he pensado que ahí estaba la clave de lo que le había sucedido a Joyce. Que Joyce tiene un síntoma que parte de que su padre era carente, radicalmente carente, él no habla más que de eso. He centrado la cosa alrededor del nombre, del nombre propio, y he pensado – hagan lo que quieran con este pensamiento – y he pensado que es por quererse un nombre que Joyce ha hecho la compensación de la carencia paterna. Esto es al menos lo que he dicho, porque no podía decir mas. Trataré de articular eso de una manera más precisa. Pero esté claro que el arte de Joyce es algo tan particular que el término sinthoma es precisamente lo que le conviene.

Resulta que el viernes, en mi presentación de algo que se considera generalmente como un caso, un caso de locura seguramente, un caso de locura que comenzó por el sinthoma, palabras impuestas (nota del traductor). Es al menos así que el propio paciente articula algo que me parece todo lo que hay de más sensato en el orden de una articulación que puedo decir que es lacaniana. ¿Como es que no sentimos todos que unas palabras de las que dependemos nos son de alguna manera impuestas? Es precisamente en eso que lo que llamaron un enfermo llega algunas veces más lejos que lo que llamamos un hombre normal. La cuestión es más bien saber por qué es que un hombre normal, llamado normal, no se da cuenta de que la palabra es un parásito, que la palabra es un enchapado, que la palabra es la forma de cáncer de la que el ser humano está afligido. ¿Cómo es que hay quienes llegan hasta sentirlo? Es cierto que al respecto Joyce nos da una pequeña sospecha. Quiero decir que la última vez no hablé de su hija, Lucía, puesto que el dio a sus hijos nombres italianos, no hablé de la hija.

Lucía, por un designio de no dar en lo que podemos llamar la historia pequeña. La hija Lucía vive todavía. Esta en una casa de salud, en Inglaterra. Ella es lo que se llama así, corrientemente, una esquizofrénica. Pero la cosa me fue recordada, durante mi última presentación de casos, porque el caso que presenté había sufrido una agravación luego de haber tenido el sentimiento – sentimiento que, en cuanto a mi, considero como sensato – el sentimiento de palabras que le eran impuestas. Las cosas se agravaron, no solamente cuando él tuvo el sentimiento de que unas palabras le eran impuestas. Las cosas se agravaron y tuvo el sentimiento, no solamente de que unas palabras le eran impuestas, sino que él estaba afectado por lo que él mismo llamaba telepatía, que no era lo que corrientemente llamamos con ese término, a saber, estar advertido de cosas que ocurrían a los otros, sino que, por el contrario, todo el mundo estaba advertido de lo que él mismo se formulaba por su parte, a saber sus reflexiones más íntimas, y muy especialmente las reflexiones que se le ocurrían al margen de las famosas palabras impuestas. Pues él escuchaba algo: “Sucio asesinato político” por ejemplo, lo que él hacia equivalente a “Sucio asistenato político” . Se ve bien que ahí el significante se reduce a lo que es: al equívoco, a una torsión de voz. Pero a “sucio asistenato” o a “sucio asesinato llamado político”, él se decia así mismo algo como respuesta, a saber algo que comenzaba por un “pero” y que era su reflexión el respecto. Y lo que lo volvía completamente enloquecido, era el pensamiento de que lo que él se hacía como reflexiones agregadas, agregadas a lo que él consideraba como unas palabras que le eran impuestas,  era eso lo que era también conocido por todos los demás. El era pues, como se expresa, “telépata-emisor”, dicho de otro modo: ya no tenía secretos. Y eso mismo, es eso lo que le hizo cometer una tentativa de terminar con ello, siéndole la vida por este hecho, por este hecho de ya no tener secretos, de ya no tener nada reservado, lo que le hizo cometer lo que se llama una tentativa de suicidio, que era también aquello por lo cual él estaba ahí y aquello por lo cual, en suma, yo tenía que interesarme en él.

Lo que hoy me impulsa a hablarles de la hija Lucía es muy exactamente esto – la última vez me había guardado de ello, para no caer en la historia pequeña – es que Joyce, Joyce quien defendió ferozmente a su hija, su hija la esquizofrénica, lo que se llama una esquizofrénia, contra la empresa de los médicos, Joyce no articulaba sino una cosa: que su hija era una telépata. Quiero decir que, en las cartas que escribió a propósito de esto, él formula que ella es mucho más inteligente que todo el mundo, que ella lo informa milagrosamente – y el término esta sobreentendido – de todo lo que le sucede a un cierto número de personas, que para ella esas personas no tienen secretos. ¿No hay algo sorprendente?, no, de ningún modo, que yo piense que Lucía fue efectivamente una telépata, que ella supiera lo que les sucedía a unas personas de las que ella no tenía, sobre las cuales ella no tenía más informaciones que otra, sino que Joyce le atribuía esta virtud a partir de un cierto número de signos, de declaraciones que ella escuchaba de una cierta manera, esto es precisamente algo donde yo veo que para “defender”, si podemos decir, a su hija, él le atribuye algo que esta en la prolongación de lo que momentáneamente llamaré su propio síntoma, a saber: es difícil en su caso no evocar a mi propio paciente, tal como eso había comenzado en él a saber que en el. sitio de la palabra no se puede decir que algo no estaba impuesto a Joyce, quiero decir que en el progreso de alguna manera continuo que ha constituido su arte, a saber, esta palabra que llega a ser escrita, al quebrarla, al descomponerla, al hacer que al final lo que al leerlo parece un progreso continuo desde el esfuerzo que él hacía en sus primeros Ensayos críticos, luego continuación en el Retrato del artista, y finalmente en Ulises, para terminar en Finnegan’s Wake, es difícil no ver que una cierta relación a la palabra le es cada vez, más impuesta, hasta el punto en que él termina por disolver el lenguaje mismo – como lo notó muy bien Philippe Sollers – imponer al lenguaje mismo como una especie de quebradura, de descomposición, que hace que ya no hay identidad fonatoria Sin duda hay ahí una reflexión a nivel de la escritura, quiero decir que es por intermedio de la escritura que la palabra se descompone imponiéndose como tal, a saber en una deformación en la que queda ambigüo saber si es de liberarse del parásito palabrero del que hablaba recién que se trata o, al contrario, de algo que se deja invadir por las propiedades; de orden esencialmente fonémicas de la palabra, por la polifonía de la palabra. Sea como fuere, que Joyce articule a propósito de Lucía, para defenderla, que ella es una telépata, me parece, en razón de este enfermo cuyo caso consideraba la última vez que hice lo que se llama mi presentación en Sainte-Anne, me parece ciertamente indicativo de algo de lo que diré que Joyce testimonia en ese punto mismo que (es} el punto que designé como siendo el de la carencia del padre.

Lo que quisiera señalar, es que lo que yo llamo, lo que yo designo, lo que yo soporto del sinthoma, que aquí esta marcado con un redondel, con un redondel de hilo, esto está considerado por mi que se produce en el lugar mismo donde, digamos, el trazado del nudo produce un error. Nos es difícil no ver que el lapsus es aquello sobre lo cual, en parte, se funda la noción del inconsciente. Que el chiste lo sea también, hay que verterlo en la misma cuenta, si puedo decir; pues después de todo no es impensable que el chiste resulte de un lapsus. Es al menos así que Freud mismo lo articula, a saber que es un cortocircuito, que, como él lo adelanta, es una economía  respecto de un placer, de una satisfacción. Que esto (el sinthoma) esté en el lugar mismo en que el nudo falla, donde hay una especie de lapsus del nudo mismo, esto es algo que está hecho precisamente para retenernos; que a mí mismo me suceda – como se los he mostrado aquí – fallarlo dado el caso, esto es precisamente lo que de alguna manera me confirma que, un nudo, eso se falla. Eso se falla tanto como que el inconsciente está ahí para mostrarnos que es a partir de su consistencia, la suya, la del inconsciente, que hay montones de fallados.

Pero si aquí se renueva la noción de falta (faute), ¿es que la falta, cuya conciencia constituye el pecado, es del orden del lapsus? El equívoco de la palabra es también lo que permite pensarlo, pasar de un sentido al otro. ¿Es que hay en la falta, esta falta primera que Joyce nos pone de manifiesto de tal modo, es que hay algo del orden del lapsus? Esto, por supuesto, no deja de evocar todo un embrollo Y ahí estamos, estamos en el nudo y, al mismo tiempo, estamos en el embrollo. Lo que hay de notable, es que al querer corregir el lapsus en el punto mismo  donde se produce, ¿qué quiere decir que se produzca ahí?

– hay equívoco ( sobre la manera de corregirlo), puesto que en otros dos puntos  la consecuencia del lapsus que se produjo en otra parte. Lo impactante, es que en otra parte, eso no tiene las mismas consecuencias. Es lo que yo ilustro de la manera que aquí he tratado de dibujar. Ustedes pueden, si prestan atención, ustedes pueden ver de una manera por la que el nudo responde, ustedes pueden ver que al reparar por medio de un sinthoma en el punto mismo donde el se produjo?, ustedes no obtienen el mismo nudo poniendo el sinthoma en el lugar mismo donde se produjo la falta, o bien corrigiendo igualmente la cosa por medio de un sinthoma en los otros dos puntos, pues al corregir la cosa, el lapsus en los otros dos puntos,  lo que también es concebible, ya que de lo que se trata es de hacer que algo subsista de la primitiva estructura del nudo de 3 – el  algo que subsiste por el hecho de la intervención del sinthoma es diferente, cuando eso se produce en el punto mismo del lapsus, es diferente de lo que se produce si (del mismo modo) ustedes corrigen en los otros dos puntos del nudo de 3 por medio de un sinthoma.

Cosa sorprendente, hay algo en común en la manera en que se anudan las cosas, ya que se marca con una cierta dirección, con una cierta orientación, con una cierta, digamos, dextrogiria de la compensación. Pero no resulta menos claro que aquí, lo que resulta de la compensación anudada, de la compensación por medio del sinthoma, es diferente de lo que se produce aquí y allí. La naturaleza de esta diferencia es la siguiente: es que entre esto y esto, a saber que el sinthoma y el bucle que se produce aquí, si puedo decir, espontáneamente, son invertibles, que esto con eso, a saber el 8, digamos, rojo, y el redondel verde, es estrictamente equivalente. A la inversa, no tienen más que tomar un nudo de 8 hecho así obtendría muy fácilmente la otra forma. No hay nada más simple. Es incluso imaginable. Les basta concebir que al tirar ustedes las cosas de tal modo,  hablo sobre el rojo de modo de hacer que el rojo haga aquí un redondel, nada más fácil como ver, sentir que hay todas las posibilidades de que lo que entonces es primero redondel verde se convertirá en 8 verde. Y con el uso ustedes verán que es un 8 exactamente de la misma forma, de la misma dextrogiria.

Hay pues estrictamente equivalencia, y no es, después de lo que yo he destrozado alrededor de la relación sexual, no es difícil sugerir que, cuando hay equivalencia, es precisamente en eso que no hay relación. Si por un instante suponemos que lo que es por lo que desde entonces es una falla del nudo de 3, esta falla es estrictamente equivalente,  no hay necesidad de decirlo,  en los dos sexos. Y si lo que vemos aquí como equivalente es soportado por el hecho de que tanto en un sexo como en el otro ha habido falla, falla del nudo, está claro que el resultado es esto, que los dos sexos son equivalentes, salvo sin embargo que si la falta está reparada en el lugar mismo (de la falla), los dos sexos, aquí simbolizados por los dos colores, los dos sexos no lo son más, equivalentes. Pues si ustedes ven lo que corresponde a lo que recién he llamado equivalencia, lo que allí corresponde es esto, que está lejos de ser equivalente.

Si aquí un color puede ser reemplazado por el otro, inversamente aquí ustedes pueden ver que el redondel verde es, si puedo decir, interno al conjunto de lo que aquí está soportado por el doble 8 rojo y que aquí se vuelve a encontrar en el doble 8 verde. Aquellos,  y es intencionalmente que los he inscrito de esta manera, es para que ustedes los reconozcan como tales,  aquí el verde es interno a ese doble 8, aquí el rojo es externo. Es incluso sobre eso que hice trabajar a nuestro estimado J.-A. Miller, quien estaba en mi casa de campo en el mismo momento en que yo cogitaba esto. A justo título le he contrariamente a lo que le dije, le he adelantado esta forma rogándole que descubra su equivalencia, la que habría podido producirse. Pero está claro que la equivalencia no puede producirse como aparece por esto: es que el verde, respecto del doble 8 que es el 8 rojo, es algo que no podría franquear, si puedo decir, la banda externa de ese doble 8 rojo. No hay pues, al nivel del sinthoma, no hay equivalencia de las relaciones del verde y del rojo, para contentarnos con esta designación simple. Es en la medida en que hay sinthoma que no hay equivalencia sexual, es decir que hay relación; pues es bien seguro que si decimos que la no-relación resulta de la equivalencia, es en la medida en que no hay equivalencia que se estructura la relación.

Hay entonces, a la vez, relación sexual y no relación, salvo que ahí donde hay relación, esto es en la medida en que hay sinthoma, es decir donde, como lo he dicho, es por el sinthoma que está soportado el otro sexo. Me he permitido decir que el sinthoma, esto es muy precisamente el sexo al cual no pertenezco, es decir una mujer. Si una mujer es un sinthoma para todo hombre, es completamente claro que hay necesidad de encontrar otro nombre para lo que es del hombre para una mujer, puesto que justamente el sinthoma se carácteriza por la no-equivalencia. Se puede decir que el hombre es para una mujer todo lo que les guste, a saber una aflicción peor que un sinthoma; pueden ustedes articularlo como les convenga: incluso un estrago. Pero si no hay equivalencia, ustedes estan forzados a especificarlo que es del sinthoma.

No hay equivalencia, esto es lo único, es el único reducto donde se soporta lo que se llama en el parlêtre, en el ser humano, la relación sexual.. ¿No es eso lo que nos demuestra lo que se llama, es otro uso del término en la clínica, es el caso decirlo: la cama? Cuando vemos a los seres en la cama (lit), es de todos modos ahí, no solamente en las camas de hospital, es igualmente ahí que podemos hacernos una idea de lo que es esa famosa relación. Esta relación se liga (lie) – es el caso decirlo L-I-E esta vez – esta relación se liga a algo de lo que no podría adelantar – y esto es precisamente lo que resulta, mi Dios, de todo lo que yo escucho sobre otra cama, sobre el famoso diván donde se me cuenta de ello a lo largo – esto es que el lazo estrecho del sinthoma, es algo de lo que se trata de situarlo que tiene que ver con lo Real, con lo real del inconsciente, si es que el inconsciente es real (nota del traductor). ¿Cómo saber si el inconsciente es real o imaginario? Esa es precisamente la cuestión. El participa de un equívoco entre los dos, pero de algo en lo cual, gracias a Freud, estamos desde entonces comprometidos, y comprometidos a título de sinthoma. Quiero decir que, de ahora en adelante, es con el sinthoma que tenemos que hacer en la relación misma tenida por Freud como natural – lo que no quiere decir nada -, la relación sexual.. Es sobre esto que los dejaré hoy, porque también es muy necesario que yo señale de una manera cualquiera mi decepción por no haberlos encontrado aquí más escasos.

próxima clase

índice del seminario 23

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Clase 8. Pedazos-de-real.

9 de Marzo de 1976

 

 

Pedazos-de-real

9 de Marzo de 1976

 

 

 

 

Aquí me ven reducido a improvisar, no, por supuesto, porque yo no haya trabajado desde la ultima vez, abundantemente, pero como no me esperaba forzonamente hablar, puesto que en principio está la huelga, aquí me ven entonces reducido a hacer lo que, de todos modos, tengo un poco preparado, e incluso mucho. Hoy voy – yo esperaba que ustedes serían menos numerosos, como de costumbre – hoy voy a mostrarles algo. No es forzosamente lo que ustedes esperan, pero no deja de tener relación. Pero antes de partir yo lleve una cosa en la cual desearía mucho pensar porque lo había prometido a la persona – que no deja de estar en ello un poco interesada – es esto: quisiera hacerles conocer o recordarles, para los que ya lo saben, que hay alguien que me gusta mucho, que se llama Hélene Cixous – eso se escribe con C al comienzo, se termina con una S, se pronuncia Cixous en este caso. Entonces, la susodicha Hélene Cixous ya había hecho, parece – en cuanto a mi, lo había dejado un poco vago en mi recuerdo – ya había hecho, parece, en el mismo número agotado de littérature donde se me lo recordó – yo lo ignoraba, totalmente yo había hecho Litturaterre en ese número agotado – lo, que no les volverá más fácil volver a encontrarlo, salvo para aquellos que ya lo tienen – ella había hecho una pequeña nota sobre Dora. Entonces, después ella hizo una pieza con eso: El retrato de Dora – este es el título- de una pieza que se representa en el, Petit Orsay, es decir en un anexo del Grand Orsay, ocupado por Jean-Louis Barrault, y Madeleine Renaud. Entonces, este retrato de Dora, yo no lo encontré mal. Dije lo que pensaba de ello a la que llamo Hélene desde el tiempo que la conozco; y le dije que hablaría de ello.

 

El retrato de Dora, se trata de la Dora de Freud, y por eso sospecho que eso puede interesar a algunas, personas como para que vayan a ver como está realizado. Está realizado de una manera real, quiero decir que la realidad es lo que,  la realidad de las repeticiones, por ejemplo,  es lo que, al fin de cuentas, ha dominado a los actos puesto, que él esta muy fastidiarlo, y esta muy fastidiado y eso se ve. Va a ello con precaución, y esto es tanto menos feliz, al menos para él, como que no es un actor. El se ha consagrarlo a eso. Entonces, todo el tiempo tiene miedo de cargar con Freud. Eso se ve en su despacho, En fin, lo mejor que tengo para decirles, es que vayan a verlo. Lo que verán es algo que a pesar de todo esta marcado por esta precaución del Freud actor. Entonces, resulta de ello, en el conjunto, algo que es completamente curioso al fin de cuentas: ahí tenemos a la histeria,  pienso que esto les chocará, pero después de todo, quizás lo apreciarán de todos modos – ahí tenemos a la histeria que yo podría decir incompleta, quiero decir que la histeria es siempre – en fin, desde Freud – es siempre dos. Y ahí la vemos de alguna manera reducida, a esta histeria, a un estado que yo podría llamar – y es por eso además que esto no va a andar mal con lo que voy a explicarles – al estado de alguna manera material. Falta allí ese elemento que se ha añadido desde hace algún tiempo – y desde antes de Freud, al fin de cuentas – a saber cómo debe ella ser comprendida. Eso produce algo muy impactante y muy instructivo, es una especie de histeria rígida. Van a ver, ya que voy a mostrárselos, lo que quiere decir en este caso el término rigidez, porque voy a hablarles de una cadena, que es lo que resulta que he avanzado ante vuestra atención, la cadena, para llamarla así, la cadena borromea, de la que no es por nada que, se la llama nudo, porque eso desliza hacia el nudo. Voy a mostrarles eso enseguida. Pero ahí, lo que ustedes verán, es una especie de implantación de la rigidez ante algo de lo que no esta excluido, que el término cadena se los representifique, si podernos decir, porque una cadena es rígida a pesar de todo. El fastidio es que la cadena de la que se trata sólo puede concebirse, como muy flexible. Es incluso importante considerarla como completamente flexible. Eso también voy a mostrárselos

 

En fin, no les diré más sobre el retrato de Dora. Espero, ¿qué espero? Tener de eso algún eco por parte de las personas que, por ejemplo, vienen a verme. Eso sucede.

 

Bueno, entonces, al respecto, hablemos de lo que esta en cuestión: de la cadena que he sido llevado a articular, incluso a describir, conjugando en ella, como he sido llevado a ello, lo Simbólico, lo Imaginario y Lo Real. Lo que es importante, es lo Real. Después de haber hablado mucho tiempo de lo Simbólico y de lo Imaginario, he sido llevado a preguntarme lo que podía ser, en esta conjunción, lo Real; y lo Real, por supuesto, es que eso no puede ser uno sólo de esos redondeles de hilo. Es la manera de presentarlos en su nudo de cadena la que, enteramente por ella, hace lo real del nudo

 

Entonces, a pesar de todo, ustedes deben haber captado un poco eso con lo que he tratado de soportar la cadena borromea. Vean lo que en suma da eso: algo que sería más o menos así. No estaba llevado a completarla, pero es evidente que es necesario completarla para hacer sentir eso de lo que se trata. Ahí esta la cadena típica. Es cierto que el hecho de que yo la dibuje así ustedes ya han visto cómo esto puede transformarse por una nada en algo que tiene el aspecto de merecer más el nombre de cadena,  es decir por hacer entre el azul y el rojo algo, ahí, ya no sabemos como decir, que hace, hace cadena o que hace nudo. Porque a pesar de todo eso es lo que más se parece a lo que se considera de costumbre como una cadena. Lo que tiene de ventaja finalmente al representarlo así, a saber al representar los 3 redondeles de una manera, en suma, que hay que llamar proyectiva, es también lo que vale, no resultará menos que lo que así será presentado, será, atención: aquí ustedes ven bien que estamos forzados a poner los 3 redondeles de una manera que respeta la disposición de lo que he dibujado ante todo,  como lo vemos,  la ventaja de la manera de presentarlos así, es que eso simula la esfera. Como se lo hice observar a Galy, con quien me entretuve con eso ya no sé cuando, la diferencia que hay entre esta cadena borromea y lo que se dibuja siempre en una esfera armilar cuando se trata de circularizarla a 3 niveles respectivamente que podemos llamar transversal, sagital,  horizontal, jamás se ha visto representar una esfera similar de la manera con que se  presenta este nudo borromeo.

 

gráfico

 

Entonces, esta falsa esfera que he dibujado ahí completamente sobre la derecha, hay una manera de manipularla, en tanto que tomada en el nivel de lo que constituye un octavo. Eso ahí consiste,  porque esta esfera es soportada por círculos,  hay una manera de darla vuelta sobre sí misma. Una esfera, como tal, es difícil concebir que no está ligada a la idea de todo. Es un hecho:  es que el hecho de que representemos muy gustosamente una esfera por un círculo, liga la idea de todo, que sólo se soporta de la esfera, liga la idea de todo al círculo. Pero esto es un error, porque la idea de todo implica el cierre Si se puede dar vuelta ese todo, el interior se vuelve el exterior: y esto es lo que se produce a partir del momento en que hemos soportado en círculos la cadena borromea, es que la cadena borromea puede darse vuelta. Ella puede darse vuelta por el hecho de que el círculo no es de ningún modo lo que se cree: lo que simboliza la idea de todo, sino que en un círculo hay un agujero. Es en la medida en que los seres son inertes, es decir soportados por un cuerpo, que se puede,  como se lo ha hecho a iniciativa de Popilius, decir a alguien: “Tú no saldrás de ahí, porque tengo un redondel alrededor tuyo, tu no saldrás de ahí antes de haberme prometido tal cosa”.

 

gráfico

 

Volvemos a encontrar ahí, en suma, esto por lo cual he adelantado que en lo que concierne a lo que he llamado con el nombre de La mujer, ella es no-toda. Ella es no-toda: esto quiere decir que las mujeres no constituyen más que un conjunto.

 

 

 

 

 

En efecto, con el tiempo, hemos llegado a disociar la idea de todo de la idea de conjunto. Quiero decir que hemos llegado al  pensamiento de esto, que un cierto número de objetos pueden ser soportados de letras minúsculas; y entonces la idea de todo se disocia, a saber que el círculo que se considera que los junta en una representación completamente frágil, el círculo que es exterior a los objetos  a minúscula, b minúscula, etc…Especificar que la mujer es no-toda implica una disimetría entre un objeto que no podemos llamar  A mayúscula – y se trata de saber lo que es – y un conjunto de 1 elemento, estando reunidos los dos si hay pareja por estar contenidos dentro de un círculo que por este hecho resulta distinto, lo que se expresa habitualmente según la fórmula siguiente – estos son paréntesis, de los que se usa – y que se escribe así: {A{B}.  Hay un elemento por una parte, y por otra parte un conjunto de un sólo elemento.

 

Entonces, tengo que confesarles esto: que después de haber asentido a lo que Soury y Thomé me habían articulado, a saber que una cadena borromea de 3 se muestra que soporta dos objetos diferentes a condición de que los 3 redondeles que constituyen dicha cadena sean coloreados y orientados, siendo los dos exigibles lo que distingue los dos objetos en cuestión, en un segundo tiempo, es decir tras haber asentido a lo que ellos decían, pero de alguna manera superficialmente, me encontré en la desagradable posición de haberme imaginado que con solamente colorearlos era suficiente para distinguir dos objetos, esto porque yo había consentido de un modo completamente superficial a eso cuya afirmación me habían aportado. En efecto, eso tiene el aspecto de sentirse, que si coloreamos en rojo uno de los 3 redondeles, eso no es a pesar de todo el mismo objeto si coloreamos a éste en verde y a éste en azul, o si hacemos a la inversa. Sin embargo, es el mismo objeto; damos vuelta  a la esfera, obtendremos muy fácilmente,  voy, mi Dios, a dibujárselos muy rápidamente, obtendremos muy fácilmente una disposición contraria. A saber que, para partir de lo que está ahí que, para representarlo así una vez más se da vuelta de la manera siguiente.

 

 

 

 

 

En efecto, si no consideramos a esto como rígido, es completamente plausible hacer del redondel rojo la representación siguiente. Si aquí, como es igualmente más que plausible, hacemos deslizar el anillo de manera de llevarlo ahí donde es completamente evidente que puede estar, obtendremos la transformación siguiente; y a partir de la transformación siguiente es totalmente plausible hacer deslizar este redondel de una manera tal que lo que se trataba de obtener, a saber que el redondel verde sea interno – en lugar de que lo sea el redondel azul – sea interno el redondel rojo y que, al contrario, el redondel azul sea externo, esto puede ser obtenido. Las cosas – después de todo, puedo decirlo- no son tan fáciles de demostrar; la prueba, es que lo que es inmediato con simplemente pensar que los 3 redondeles pueden ser dados vuelta los unos en relación a los otros, lo que es inmediato y es obtenido por la manipulación, no es obtenido tan fácilmente. La prueba, es que los llamados Soyry y Thomé, que me representaba a muy justo título esta manipulación, no lo hicieron más que embrollándose un poco.  He tratado de representarles ahí como esta transformación, efectivamente, se puede decir que se opera.

 

¿Qué es lo que, en suma, nos detiene en la inmediatez, que es otra especie de evidencia, esta evidencia (evidence) que, en lo concerniente a lo real, yo produzco un joke, que soporto del vaciamiento (évidement)? Lo que resiste a esta evidencia-vaciamiento, es la apariencia nodal que produce lo que llamaré el cadenudo, haciendo equívoco sobre cadena y sobre nudo. Esta apariencia nodal, esta forma de nudo, si puedo decir, es lo que hace de lo real la seguridad, y en este caso diré que es pues una falacia, puesto que hablé de apariencia,   es una falacia que testimonia de lo que es lo real.  Hay diferencia de la seudoevidencia – puesto que, en mi boludez, tuve primero como evidencia que no podía haber allí 2 objetos con solamente colorear los círculos – ¿qué es lo que quiere decir lo que, en suma, por medio de esta serie de artificios, yo quería demostrar? Es ahí que se muestra la diferencia entre el mostrar y el demostrar. De alguna manera hay una idea de decadencia en el demostrar por relación al mostrar. Hay un caer del mostrar. Todo el bla-bla a partir de la evidencia no hace más que realizar el vaciamiento, a condición de hacerlo significativamente. El more geométrico que ha sido durante largo tiempo el soporte ideal de la demostración, reposa sobre la falacia de una evidencia formal, y esto es completamente de una naturaleza como para recordarnos que geométricamente una línea no es más que el recorte de 2 superficies que están, ellas mismas, cortadas en un sólido. Pero es otro soporte el que nos suministra el anillo, el círculo, cualquiera que sea, a condición de que sea flexible; es otra geometría, que hay que fundar sobre la cadena.

 

Es cierto que sigo excesivamente impactado por mi error, que con razón llamé boludez, que fui afectado por él hasta un punto que difícilmente se puede imaginar. Es precisamente porque quiero emperejilarme que ahora voy a oponer a lo que creo que están, los unos coloreados, los otros orientados, o un otro orientado, aquí yo formulo, y creo poder demostrarlo, en el sentido en que demostrar está todavía próximo del mostrar, aquello de lo que se trata. Soury y Thomé procedieron por una exhaustivación combinatoria de 3 coloreados y de 3 orientaciones colocadas sobre cada uno de los círculos. Ellos tienen un deber de proceder a esta exhaustivación para demostrar que hay 2 cadenas borromeas diferentes. Creo poder aquí oponerme, en esto que resulta de la manera en que yo represento a la cadena borromea. Para mantener los mismos colores que son aquellos de los que me he servido, he aquí como represento habitualmente lo que ustedes habían visto ahí. Yo los represento diferentemente en cuanto hago jugar allí 2 rectas infinitas. Ahí, el uso de estas 2 rectas infinitas como opuestas al círculo que las junta es suficiente para permitirnos demostrar que hay 2 objetos diferentes en la cadena con esta condición, que un par sea coloreado y el tercero orientado.

 

 

 

 

 

Si hablé de rectas infinitas, es que la recta infinita, de la que, con prudencia, Soury y Thomé  no hacen uso,  la recta infinita es un equivalente del círculo, al menos  para lo que es la cadena. Es un equivalente del que en un punto está en el infinito. Lo que es exigible de 2 rectas infinitas, es que ellas sean concéntricas, quiero decir que entre ellas no hagan cadena, lo que es el punto que desde hace mucho tiempo había valorizado Desargues, pero sin precisar este último punto, a saber que las rectas de las que se trata, rectas llamadas infinitas, deben no encadenarse, puesto que nada está precisado en lo que ha formulado Desargues, y que yo evoqué en su momento en mi seminario, nada está precisado sobre lo que es de ese punto llamado en el infinito.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Vemos entonces el hecho siguiente. Orientemos el redondel del que decimos que no tiene necesidad de ser llamado con un color, esto es evidentemente ya aislarlo; y en virtud de este que no está dicho que sea de un color, esto es ya hacer con él algo diferente. Sin embargo, no es indiferente decir que los 3 deben estar orientados.

 

Si ustedes proceden a partir de esta orientación, esta orientación que desde ahí donde la vemos es dextrógira.

 

No hay que creer que una orientación sea algo que se mantenga en todos los casos. La prueba es fácil de dar: es a saber que al dar vuelta – y dar vuelta implicará la inversión de las rectas infinitas – al dar vuelta el redondel, el redondel rojo tendrá, visto a partir del retornamiento, una orientación exactamente inversa. He dicho que uno sólo basta para ser orientado. Esto es tanto más concebible cuanto que, al hacer las rectas infinitas, ¿a partir de qué daríamos orientación a dichas rectas? El segundo objeto es completamente posible ponerlo en evidencia a partir de esto, que estaba en el principio de mi ilusión sobre el coloreado, a partir de esto, que al tomar el primero invirtiendo sus colores, al tomar el primero – es lo que he dibujado ahí – a saber poniendo aquí el color verde y aquí el color azul, se obtiene un objeto indiscutiblemente diferente, a condición de dejarla orientación del que está orientado, de dejarla igual ¿Por qué, en efecto, cambiaría yo la orientación? La orientación no tiene razón de ser cambiada si he cambiado la pareja de los colores. ¿”Como reconoceré la no identidad del objeto total si cambio la orientacion? Del mismo modo, si ustedes lo dan vuelta se percataran de que este objeto es perfectamente diferente, pues lo que se trata de comparar, es el objeto constituido por esto, a saber, haciéndolo volver por aquí?, compararlo con este objeto que esta ahí?, “y en suma darnos cuenta que aquí es la orientación, una orientación definida de este objeto, la orientacion mantenida la que se opone, la que diferencia este triple de esto en lo cual se puede decir que tiene la misma presentación.

 

 

 

 

 

Esto nos permite distinguir la diferencia de lo que hace un momento he llamado lo Real como marcado de falacia, de lo que es de lo Verdadero. Sólo es verdadero lo que tiene un sentido. ¿Cual es la relación de lo Real con lo Verdadero? Lo verdadero sobre lo real – si puedo expresarme así – es que lo real, lo real de la pareja aquí, no tiene ningún sentido. Esto juega sobre el equívoco de la palabra sentido: ¿cuál es la relación del sentido con lo que aquí se escribe como orientación? Podemos formular la pregunta y podemos sugerir una respuesta: a saber que es el tiempo. Lo importante es esto: es que hacemos jugar en este caso una pareja llamada coloreada, y que esto no tiene ningún sentido. ¿La apariencia del colores de la visión en el sentido en que la he distinguido de la mirada? ¿Es la mirada o la visión la que distingue el color? Esta es una pregunta que por hoy dejaré en suspenso.

 

La noción de pareja (couple), de pareja coloreada, esta ahí para sugerir que en el sexo no hay nada más que, diré, el ser del color, lo que en sí sugiere que puede haber hombre color de mujer, diría, o mujer color de hombre los sexos, en este caso, si soportamos del redondel rojo lo que es de lo Simbólico, los sexos en este caso están o puestos como lo Imaginario y lo Real, como la idea, y lo imposible, para retomar mis términos. ¿Pero es muy seguro que siempre sea lo Real lo que esté en cuestión?

 

He adelantado que en el caso de Joyce, es la idea y el sinthoma más bien, como yo lo llamo. De donde el esclarecimiento que resulta de lo que es una mujer: no-toda aquí por no haber captado, por quedar para Joyce particularmente extraña, por no tener sentido para él. Por lo demás una mujer ¿tiene jamás un sentido para el hombre? El hombre es portador de la idea de significante, y la idea de significante se soporta, en la lengua, esencialmente de la sintaxis. No deja de ser cierto que, si algo en la historia puede ser supuesto, esto es que el conjunto de las mujeres las que,  ante una lengua que se descompone -el latín en este caso, ya que es de eso que se trataba en el origen de nuestras lenguas- que es el conjunto de las mujeres la que engendran lo que he llamado lalengua.  Es este decir interrogado sobre lo que es de la lengua, sobre lo que ha podido guiar a un sexo sobre los dos hacia lo que llamaría esta prótesis del equívoco; pues lo que carácteriza a lalengua entre todas, son los equívocos que son posibles en ella. Es lo que he ilustrado con el equívoco de deux (dos) D-E-U-X- con d´eux (de ellos). Un conjunto de mujeres ha engendrado en cada caso lalengua.

 

 

 

 

 

A pesar de todo, quiero indicarles algo sobre eso. Es que hoy hemos hablado de muchas cosas, salvo de lo que constituye lo propio de la cadena borromea. La cadena no tendría lugar sino hubiera esto que yo dibujo, y que como de costumbre dibujo mal, porque es así que debe ser dibujado que es lo que le es propio y que es lo que llamaré el falso agujero. En un circulo lo subrayé recién, hay un agujero. Que podamos con un círculo adjuntándole allí otro, hacer este agujero que consiste en lo que pasa ahí en el medio, y que no es ni el agujero de uno ni el agujero del otro, es eso lo que yo llamo el falso agujero. Pero hay esto sobre lo cual reposa toda la esencia de la cadena borromea: esto es que, recta infinita o circulo, si hay algo que atraviesa lo que hace un instante he llamado falso agujero, si hay algo, lo repito: recta o circulo, este falso agujero es, si podemos decir, verificado. La función de esto, la verificación del falso agujero, el hecho de que esta verificación lo transforme en REAL, ahí – y en este caso me permito recordar lo que tuve ocasión de releer, mi significación del falo, ahí tuve la buena sorpresa de encontrar desde las primeras líneas la evocación del nudo, esto en una fecha que yo estaba muy lejos de haberme interesado en lo que se llama el nudo borromeo, las primeras líneas de la significación del falo indican el nudo como siendo lo que es del resorte en este caso – es este falo que tiene este papel de verificar, del falso agujero, que es real. Es en tanto que el Sinthoma hace un falso agujero con lo simbólico que hay una praxis cualquiera, es decir algo que resulta del decir, de lo que llamaría también en este caso, el arte-decir (l´art-dire) incluso para deslizar hacia el ardor ( l´ardeur).

 

Joyce, para terminar, no sabia que él hacía el sinthoma, quiero decir que lo simulaba. Le era inconsciente, y es por este hecho que el es un puro artífice, que es un hombre de saber-hacer es decir lo que se llama también un artista. El único real que verifica lo que sea, es el falo en tanto que he dicho recién de que el falo es el soporte, a saber de lo que yo subrayo en este articulo, a saber de la función del significante en tanto que ella crea todo significado. Todavía es necesario, añadiría, para retomar la próxima vez, todavía es necesario que no haya más que el para verificarlo, a ese real.

 

 

 

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índice del seminario 23

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Clase 9. Pedazos-de-real.

16 de Marzo de 1976

 

 

Pedazos-de-real

16 de Marzo de 1976

 

Nota del traductor

 

 

 

Eso, es el último truco que me dieron Soury y Thomé. Es un nudo borromeo de mi especie, hecho de dos rectas infinitas y de algo circular. Ustedes pueden constatar con un poco de esfuerzo, sin duda, que es borromeo.

 

 

 

 

 

Vean. Entonces, la única excusa, porque en verdad tengo necesidad de excusas, al menos a mis ojos, la única excusa que tenga para decirles algo hoy, es que eso va a ser sensato, mediante lo cual no realizaré lo que yo quisiera,  y van a ver que aclararé eso  lo que yo quisiera, es darles un pedazo de eso que no puede llamarse de otro modo:  un pedazo de Real Estoy reducido a decirme que sirve provisoriamente. Pero quiero decir que no estoy seguro de cuanto tiempo podrá servir eso. Vean.

 

Me he preocupado mucho por Joyce todo este tiempo. Voy a decirles en qué Joyce, si podemos decir, es estimulante: es que él sugiere, sugiere, pero no es más que una sugerencia, sugiere una manera fácil de presentarlo, mediante lo cual, y ahí precisamente está su valor, su peso, mediante lo cual todo el mundo se rompe ahí los dientes, incluso mi amigo Jacques Aubert, quien está ahí en la primera fila, y ante quien me siento indigno. He dicho que él mismo se rompería ahí los dientes, porque Jacques Aubert no llega,  no más que cualquiera, por otra parte, no más que un tal Adams, quien ha hecho unas cosas muy difíciles en ese género,  no llega a esa manera fácil de presentarlo. Quizá en seguida yo mismo voy a inculcarles, no a sugerirles, a indicarles en qué se sostiene eso. Por supuesto, yo también he soñado,  y esto hay que tomarlo en el sentido literal,  esta manera fácil de presentarlo, he soñado con ella esta noche. Ustedes, evidentemente (évidemment), vaciamente (évidement), como se dice,  ustedes evidentemente eran mi público, pero yo no era actor; incluso, yo no era actor para nada. De lo que les daba parte era de la manera en que yo,  para nada actor, a eso más bien lo llamaría escribidor,  yo juzgaba a los otros personajes que el mío, con lo cual, evidentemente, yo salía del mío, o más bien no tenía papel. Era algo en el género de un psicodrama, lo que es una interpretación.

 

Que Joyce me haya hecho soñar con funcionar así debe tener un valor, un valor por otra parte, puesto que, como lo he dicho, sugiere eso a cualquiera, que allí debe haber un Joyce manejable. Sugiere eso por el hecho de que está el psicoanálisis, y es precisamente sobre esta pista que un montón de personas se precipitan. Pero no es porque soy paicoanalista, y al mismo tiempo demasiado interesado, que es necesario que yo me rehuse a considerarlo bajo esa luz. A pesar de todo hay ahí algo objetivo. Joyce es un a-Freud, diría, con el juego de palabras sobre affreux (horroroso), Es un a-Joyce. Todo objeto, salvo el objeto llamado por mi a minúscula, que es un , todo objeto se sostiene en una relación. Lo fastidioso es que esté el lenguaje, y que las relaciones se expresen en él, en el lenguaje, con epítetos. Los epítetos, eso empuja al sí o no. Un tal Charles Sanders Pierce construyó sobre eso su lógica, la de él, que por el hecho del acento que él pone sobre la relación, lo conduce a hacer una lógica trinitaria. Es completamente la misma vía que sigo yo, salvo que yo llamo a las cosas de las que se trata por su nombre: Simbólico, Imaginario y Real, en el buen orden, pues empujar al si o no, es empujar a la pareja, porque hay una relación entre el lenguaje y el sexo, una relación ciertamente no todavía completamente precisada, pero que yo he, si se puede decir, empezado a cortar (entamé). Ustedes ven eso: al emplear el término entamé, me doy cuenta de que hago una metáfora, ¿y qué es lo que quiere decir, esta metáfora? La metáfora,  puedo hablar de ella en sentido general; pero lo que quiere decir ésa, les dejo a ustedes el cuidado de descubrirlo,  la metáfora no indica más que eso: la relación sexual, salvo que ella prueba de hecho, por el hecho de que ella existe, que la relación sexual es tomar una vejiga por una linterna (nota del  traductor), es decir lo que mejor se puede decir para expresar una confusión: una vejiga puede hacer una linterna a condición de poner fuego en el interior; pero en tanto que no hay fuego, no es una linterna. ¿De dónde viene el fuego? El fuego, es lo Real. Eso pone fuego a todo, lo Real, dije. Pero es un fuego frío. El fuego que arde es una máscara, si puedo decir, de lo Real. Lo Real hay que buscarlo del otro lado, del lado del cero absoluto. A pesar de todo se ha llegado a eso. No hay límites para lo que se puede imaginar como altas temperaturas, no hay límites imaginables por el momento. Lo único que hay de real, es el límite de abajo. Es eso lo que yo llamo algo orientable. Es por eso que lo Real lo es. Hay una orientación, pero esta orientación no es un sentido. ¿Qué quiere decir eso? Eso quiere decir que yo retomo lo que he dicho la última vez al sugerir que el sentido, es quizá la orientación. Pero la orientación no es un sentido, puesto que ella excluye el único hecho de la copulación de lo Simbólico y de lo Imaginario, en lo cual consiste el sentido. La orientación de lo Real, en mi temario, el mío, forcluye el sentido.

 

Digo eso porque anoche se me formuló la pregunta de saber si había otras forclusiones que la que resulta de la forclusión del Nombre-del-Padre. Es muy cierto que la forclusión, eso tiene algo de más radical, puesto que el Nombre-del- Padre es algo al fin de cuentas ligero: pero es cierto que es ahí que esto puede servir, en lugar que la forclusión del sentido por la orientación de lo Real, ¡ No llegamos ahí todavía! Hay que romperse, si puedo decir,  con un nuevo imaginario concerniente al sentido. Es lo que trato de instaurar con mi lenguaje. Este lenguaje tiene la ventaja de aportar sobre el psicoanálisis, en tanto que yo trato de instaurarlo como discurso, es decir como el semblante más verosímil. Es un ejemplo, en suma, el psicoanálisis, nada más, de cortocircuito que pasa por el sentido,  el sentido como tal que he definido recién  por la copulación, en suma, del lenguaje,  puesto que es de eso que yo soporto el inconsciente,  de la copulación del lenguaje con nuestro propio cuerpo. Es preciso que les diga que en el intervalo he ido a escuchar a Jacques Aubert a una parte donde ustedes no estaban convidados, y que ahí yo hice algunas reflexiones sobre el ego, lo que los ingleses llaman el ego y los alemánes el Ich.  El ego es un truco. Es un truco al propósito del cual he cogitado alrededor de un nudo, un nudo que ha cogitado él mismo, un matemático que no tiene otro nombre que Milnor. El ha inventado algo, a saber una idea de cadena,  a eso en inglés lo llaman link. Es preciso que yo dibuje eso de otro modo, porque es de eso que se trata: eso, es un nudo. lo vuelvo a hacer porque, por supuesto, como cada vez que hago un nudo, he tropezado. No es la primera vez que me sucede ante ustedes. Ahí está correcto, abajo . Deben ver que eso está anudado. Pero supongan dice Milnor, que ustedes se den este permiso, que en una cadena cualquiera, ésa, cadena de dos elementos, que en una cadena cualquiera un mismo elemento pueda atravesarse a sí mismo, entonces ustedes obtienen esto ‚ de lo que nos muestra inmediatamente que, por el hecho de que un elemento pueda atravesar(se a sí) mismo, resulta de ello que lo que estaba arriba aquí y aquí está ahí debajo: no hay más nudo. Por supuesto, hay de esto una cantidad de otros ejemplos. No hay más link.

 

Lo que les propongo a vuestra astucia, es esto, observar que, si en el primer nudo ustedes doblan cada uno de los elementos de dicha cadena, es decir que en lugar de tener aquí uno, ustedes tienen dos que tienen la misma circulación, que hagan lo mismo para aquí, ya no será verdadero, por inverosímil que eso pueda parecerles,  y ustedes lo controlarán, espero; no he traído mis dibujos, de  manera que.., como por otra parte sólo he hecho poner aquí un papel blanco, no me arriesgaré a mostrarles cómo esto se retuerce,  es suficiente con que haya dos de ellos, lo que sin embargo no parece hacer objeción, puesto que un bucle en 8, si se atraviesa a sí mismo, se libera fácilmente del circular o del óvalo tal como lo he dibujado, se libera fácilmente cuando ese 8 en cuestión se atraviesa a sí mismo, ¿por qué eso no sería también verdadero cuando hay dos de ellos – digo dos 8 y dos óvalos? No resulta menos que,  ustedes lo controlarán, espero, volveré a ello la próxima vez,  no solamente hay un obstáculo, sino que es radicalmente imposible separar los cuatro elementos.

 

 

 

 

 

Al respecto, es preciso que yo diga que no puedo trazar todos los algoritmos que he enunciado del tipo S(A/). Qué quiere decir que yo protesté en mi seminario Otra vez (Encore), parece, porque por supuesto yo no lo leí jamás, son los otros quienes lo leen, contra la equivalencia dada, parece, por algunos,  yo lo había olvidado totalmente, -del S(A/) [A mayúscula barrada] con la función F no dije j minúscula, sino la F mayúscula – que es una función, como lo implica lo que he indicado, a saber que existe un x para quien esta función es negativa: $´.F´.. Por supuesto, el ideal del matema es que todo se corresponda. Es precisamente por eso que el matema agrega a lo Real. Pues contrariamente a lo que uno se imagina,  no se sabe por qué,  esto no es el fin de lo Real. Como lo he dicho hace un momento, sólo podemos alcanzar unos pedazos de Real. Lo Real, aquel del que se trata en lo que se llama “mi pensamiento”, lo Real es siempre un pedazo, un troncho, un troncho por cierto alrededor del cual el pensamiento borda; pero su estigma, el de ese Real como tal, es no ligarse a nada. Es al menos así que yo lo concibo, a lo Real. Y sus pequeñas emergencias históricas, hubo un día un tal Newton, quien encontró un pedazo de Real, eso les pateó suciamente en el hígado a todos aquellos, a todos aquellos que pensaban, especialmente a un cierto Kant de quien se pues de decir que, de Newton, ¡hizo una enfermedad! Y por otra parte todo el mundo, todos los seres pensantes de la época, hicieron una de él, cada uno a su manera. Eso llovió, no solamente sobre los hombres, sino sobre las mujeres. Mme. de Châtelet escribió todo un libraco sobre el Newtonian system, donde eso boludea a pleno.

 

De todos modos es extraordinario, cuando se alcanza un pedazo de Real, que eso produzca este efecto, y es de aquí que hay que partir. Es el signo mismo de que se ha alcanzado el troncho. Yo trato de darles un pedazo de Real a propósito de esto que en la piel de lo cual estamos, a saber la piel de esta historia increíble que es la especie humana, y les digo que no hay relación sexual. Pero esto es bordado. Esto es bordado porque eso participa del si o no. Desde el momento en que yo digo no hay, esto ya es muy sospechoso. Es sospechoso de no ser verdaderamente un pedazo de Real. El estigma de lo Real, es no ligarse a nada, lo dije recién. Ahí donde uno se reconoce, es solamente en lo que se tiene. Uno no se reconoce jamás – esto está implicado por lo que yo avanzo, está implicado por el hecho reconocido por Freud de que hay inconsciente – uno no se reconoce jamás en lo que uno es. Este es el primer paso/no (pas) del psicoanálisis, porque lo que uno es, es del orden, cuando uno es hombre, es del orden de la copulación, es decir de lo que desvía dicha copulación en la no menos dicha, y significativarnente, en la no menos dicha cópula constituida por el verbo ser. El lenguaje encuentra en su inflexión hacia la cópula la prueba de que él es una vía de rodeo completamente vejiga, es decir oscura – y oscura no es ahí sino una metáfora, porque si tuviéramos un pedazo de Real sabríamos que la luz no es más oscura que las tinieblas, e inversamente. La metáfora cópula no es una prueba en sí; es la manera que tiene el inconsciente de proceder. El sólo da unas huellas, y unas huellas, no solamente que se borran solas, sino que todo uso de discurso tiende a borrar, el discurso analítico como los otros. Ustedes mismos no soñarán más que con borrar las huellas del mío, del discurso, puesto que soy yo quien, a este discurso, he comenzado por darle su estatuto, su estatuto a partir del hacer-semblante del objeto a, o sea al fin de cuentas de lo que yo nombro de lo que el hombre se pone en lugar de la basura que es, al menos a los ojos de un psicoanalista, quien tiene una buena razón para saberlo: es que él mismo se pone en ese lugar. Hay que pasar por esta basura decidida para quizá rehallar algo que sea del orden de lo Real. Pero, ustedes ven, empleo el término rehallar; rehallar ya es un deslizamiento, como si todo lo de este orden hubiese sido ya hallado. Esa es la trampa de la historia. La historia es el mayor de los fantasmas, si podemos expresarnos así. Detrás de la historia, la historia de los hechos en los cuales se interesan los historiadores, está el mito, y el mito es siempre cautivante. Lo prueba, que Joyce, después de haber testimoniado cuidadosamente del sinthoma, del sinthoma de Dublín, que no toma alma más que del suyo, el de él, no deja, cosa fabulosa, de caer en el mito de Vico que sostiene el Finnegan’s Wake. Lo único que lo preserva de ello, es que a pesar de todo Finnegan’s Wake se presenta como un sueño, no solamente un, sino que designa que Vico es un sueño otro tanto, al fin de cuentas, como las habladurias de Mme. Blavateky, el Mahanvantara y todo lo que se sigue de eso, la idea de un ritmo donde yo mismo he recaido, si puedo decir, en mi rehallar de más arriba: uno no rehalla, o bien esto es designar que uno no hace jamas sino girar en redondo, uno halla. La única ventaja del sueño de este rehallar, es valorizar lo que yo indico, que no podría haber progreso, que uno gira en redondo. Pero quizá hay otra manera de explicarlo, que no haya progreso: es que sólo hay progreso marcado por la muerte.

 

Lo que Freud subraya de esta muerte, si puedo expresarme así, la ha triebado al hacer de ella un Trieb, lo que se ha traducldo en francés por – no se sabe por qué – la pulsión, la pulsión de muerte – no se ha encontrado mejor traducción, mientras que estaba la palabra, deriva  la pulsión de muerte, es lo Real en tanto que no puede ser pensado más que como imposible, es decir que cada vez que el muestra la punta de su nariz, es impensable, abordar a este imposible, no podría constituir una esperanza, puesto que este impensable es la muerte, cuyo fundamento de Real es que ella no puede ser pensada. Lo increíble es que Joyce, quien tenía el más grande desprecio por la historia, en efecto fútil, que él califica de pesadilla, cuyo carácter es soltar sobre nosotros unas grandes palabras de las que él subraya que nos hacen tanto mal, no haya podido finalmente hallar más que esta solución escribir Finnegan’s Wake, o sea un sueño que como todo sueño es una pesadilla (incluso si es una pesadilla atemperada). Fuera de esto, dice, y es así que está hecho Finnegan’s Wake (…..), es que el soñador no es allí ningún personaje particular: es el sueño mismo. Es en eso, es en eso que Joyce desliza a Jung, desliza al inconsciente colectivo, del que no hay mejor prueba, no hay mejor prueba que Joyce, de que el inconsciente colectivo es un sinthoma. Pues no se puede decir que Finnegan’s Wake, en su imaginación, no participe de ese sinthoma.

 

Entonces, lo que es el signo de mi traba, es precisamente Joyce. Es precisamente Joyce, justamente, en tanto que lo que él avanza, y avanza de una manera muy especialmente artista – el sabe hacer allí -, es el sinthoma, y el sinthoma tal que no haya nada que hacer allí para analizarlo. He dicho eso recientemente. Un católico, un católico de buena madera como era Joyce, como jamás pudo ser quien no haya sido sanamente educado por los jesuitas, un católico, uno verdadero de verdad,  pero por supuesto no hay aquí uno verdadero, por supuesto, ustedes no han sido educados en lo de los jesuitas, ninguno de ustedes y bien, ¡un católico es inanalizable!. Al respecto, hay alguien que me hizo observar que yo había dicho lo mismo de los japoneses. Se trata de J.-A. Miller, por supuesto, quien no perdió esa ocasión. En fin, lo mantengo. Lo mantengo, no es por la misma razón; pero después de esa velada con Jacques Aubert a la que ustedes no fueron convidados, vi un film, un film japonés, él también. Era en una salita, ustedes no podían ser convidados, no más que a lo de Jacques Autert. Y luego, yo no hubiera querido darles malas ideas. A pesar de todo extraje a algunas personas de mi escuela que asistieron a ese film y que fueron por él, como yo, supongo,  es de eso que me serví como término para decir el efecto que eso me había producido, hablando propiamente, he sido inspirado. He sido inspirado porque eso es del erotismo – no me esperaba eso yendo a ver ese film japonés – es del erotismo femenino. Ahí comencé a comprender el poder de los japoneses. Parece, al ver ese film,  ustedes un día u otro van a verlo, ésa era una representación privada, pero a pesar de todo espero que se nos dará el permiso; y haciendo algunos movimientos de reptación, ustedes llegarán a verlo en las salas limitadas. Se les requerirá que muestren la contraseña, ¡pero ustedes dirán que vienen a mi seminario!

 

El erotismo femenino allí parece ser llevado – no voy a hacer sobre este film simplemente una linea de división -parece llevado a su extremo; y este extremo es el fantasma, ni más ni menos, de matar al hombre. Pero incluso eso no basta. Es preciso que, después de haberlo matado, se vaya más lejos. Después – ¿por qué después?, ahí está la duda – después de este fantasma, la japonesa en cuestión, que es una mujer de iniciativas – es el caso decirlo – a su partenaire le corta el rabo – es así que se llama. Uno se pregunta por qué ella no lo corta antes; es que eso es un fantasma, tanto más cuanto que yo no sé cómo sucede eso después de la muerte, ¡pero hay mucha sangre en el film! Estoy de acuerdo con que los cuerpos cavernosos estén bloqueados, pero después de todo no sé nada de eso. Hay ahí un punto que recién llamé de duda. Y es ahí que vemos que la castración no es el fantasma. Ella no es tan fácil de situar, hablo en la función que es la suya en el análisis. Ella no es fácil de situar, puesto que puede ser fantasmatizada. Es precisamente por eso que vuelvo a mi F , mi F   mayúscula, que también puede ser la primera letra de la palabra fantasma. Esta letra sitúa las relaciones de lo que llamaré una función de fonación esa es la esencia del F, contrariamente a lo que se cree – una función de fonación que resulta ser sustitutiva del macho dicho hombre como tal con – ahí está eso contra lo cual me levantaba – es que la sustitución de este F al significante que no he podido soportar sino de una letra complicada de notaciones matemáticas, a saber lo que he escrito ahí abajo: S(A/). S(A/) [A mayúscula barrada], es muy otra cosa. No es con eso que el hombre hace el amor, es decir, al fin de cuentas, (el hombre hace el amor) con su inconsciente, y nada más). En cuanto a lo que fantasmea la mujer, si es precisamente eso lo que nos presenta el film, es algo que de todos modos impide el encuentro. Pero S(A/) [A mayúscula barrada], ¿qué quiere decir? Eso quiere decir que si el intérprete, dicho de, otro modo el instrumento con el que se opera -se opera con este instrumento para la copulación – si este instrumento es precisamente, como es patente, para descartar, esto no es del mismo orden que aquello de lo que se trata en mi S mayúscula paréntesis de A barrado. Esto es porque no hay Otro, no ahí hay suplencia, a saber el Otro como lugar del inconsciente, de lo que he dicho que es con eso que el hombre hace el amor en un otro sentldo de la palabra con, eso es el partenaire; pero lo que guiere decir esta S mayúscula de A mayúscula barrada,  y me excuso por no haber tenido otra cosa que la barra de la que servirme, hay una barra que cualquier mujer sabe saltar: es la barra entre el signiflcante y el significado como, lo espero, lo ha probado el film al que hice alusión hace un momento. Pero hay otra barra que consinte en barrar, a saber ella en como esta barra:  Fx, por otra parte lamento no haberla hecho de la misma manera, es así que eso hubiera sido lo más ejemplar. Ella dice que no hay Otro que respondería como partenaire, siendo toda la necesidad de la especie humana que haya un Otro del Otro. Este es aquél que generalmente llamamos Dios, pero cuyo análisis devela que es muy simplemente La mujer lo único que permite designarla como La, puesto que les he dicho que La mujer no existía – y cada vez tengo más razones para creerlo, sobre todo después de haber visto ese film – lo único que permite suponer la mujer, es que, como Dios, ella sea ponedora. Pero ahí está el progreso que el análisis nos hace hacer, es percatarnos de que aunque el mito la haga toda salir de una sola madre, a saber de Eva, y bien, sólo hay ponedoras particulares. Y es por eso que recordé en el seminario Otra vez (Encore), parece, lo que quería decir esta letra complicada, a saber el significante de que no hay Otro del Otro.

 

Vean, todo lo que les cuento ahí no es sino sensato, y en virtud de esto lleno de riesgos de engañarse, como toda la historia lo prueba. Jamás se ha hecho otra cosa. Si yo corro los mismos riesgos, es más bien para prepararlos para lo que podría decirles de distinto, tratando de hacer una locura-sofía (folle-sophie), si puedo decir, menos siniestra que lo que es el libro llamado de La Sabiduría en la Biblia, aunque después de todo es lo que mejor se puede hacer para fundar,  les aconsejo su lectura, es sobria y del mejor tono, los católicos no hacen a menudo esta lectura, hay que decirlo; incluso podemos decir que el catolicismo ha consistido durante siglos en que se impida a los partidarios de leer la Biblia,  pero para fundar la Sabiduría sobre la falta (manque), que es la única fundación que pueda tener, verdaderamente no está para nada mal, es extraordinario.

 

¿Llegaré a decirles – sería necesario que no fuera solamente un sueño – llegaré a decirles lo que se llamaría un pedazo de Real, en el sentido propio de la palabra pedazo (bout) que he precisado hace un momento? Por el momento, podemos decir que Freud mismo no ha hecho más que algo sensato, y que eso me quita toda esperanza. No es por eso una razón, no para que lo espere, sino para que yo lo haga realmente un día.

 

Vean. Ya tenemos bastante por hoy.

 

 

 

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índice del seminario 23

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Clase 10. Lo real es sin ley.

13 de Abril de 1976

 

 

Lo real es sin ley

13 de Abril de 1976

 

Nota del traductor

 

 

 

De costumbre, tengo algo para decirles. Pero hoy, así, desearía – desearía porque tengo una ocasión: es el día de mi aniversario – desearía que yo pueda verificar si sé lo que digo. A pesar de todo, decir apunta a ser en tendido. Yo quisiera verificar, en suma, si no me contento con hablar para mi, como todo el mundo lo hace, por su puesto. Si el inconsciente tiene sentido, es precisamente eso. Digo: si el inconsciente tiene un sentido. Hoy preferiría, pues, que alguien – no pido maravillas, no pido que la chispa brote por todas partes – sin duda me hubiera gustado que alguien escriba algo que, en suma, justificaría este trabajo que me doy desde hace aproximadamente 22 años, un poco más. La única manera de justificarlo, sería que alguien invente algo que pueda servirme a mi. Estoy persuadido de que es posible. (Hoy, les pido que me formulen una pregunta que me recompense).

 

He inventado lo que se escribe como lo Real. Naturalmente, no basta con escribirlo: Real, porque no pocas personas lo han hecho antes que yo. Pero a este Real, yo lo he escrito bajo la forma de lo que se llama el nudo borromeo, que no es un nudo, que es una cadena que tiene ciertas propiedades, y bajo la forma mínima bajo la cual he trazado esta cadena, hacen falta al menos 3. (Uno de sus tres elementos mínimos, yo lo llamo real). Lo Real, es eso que consiste en llamar a uno de esos 3 Real, e so quiere decir ahí que hay 3 elementos y que estos 3 elementos, en suma, tales que se dice que están anudados, en realidad encadenados, hacen metáfora. Eso no es nada más, por supuesto, que metáfora de la cadena. ¿Cómo es posible que haya una metáfora de algo que no es más que numero? A esta metáfora, a causa de eso la llamamos la cifra. Hay un cierto número de maneras de trazar esas cifras. Pero, en fin, la manera más simple, es la que he llamado del trazo unario: hacer un cierto número de trazos, o por otra parte de puntos, y eso basta para indicar un número.

 

Hay algo importante: es que lo que se llama la energética no es otra cosa que la manipulación de un cierto número de números, de un cierto número de números de donde se extrae un número constante. Era eso a lo cual Freud, refiriéndose a la ciencia tal como se la concebía en su tiempo, a lo cual Freud se refería, es decir que con ella él sólo hacia una metáfora. La idea de una energética psíquica, el jamás la fundó verdaderamente. Incluso no hubiera podido sostener su metáfora con alguna verosimilitud. La idea de una constante, por ejemplo, que liga el estímulo con lo que él llama la respuesta, es algo completamente insostenible. En la metáfora de la cadena borromea, yo digo que he inventado algo. ¿Qué es inventar? ¿Es una idea? A pesar de todo, que esto no les impida tratar, en un instante, de formularme una pregunta que me recompense, que me recompense, no del esfuerzo que hago por el momento, porque, justamente, lo que yo pienso por el momento es que lo que les digo por el momento no tiene muchas posibilidades de obtener una respuesta.

 

¿Es una idea, esta idea de Real, entiendo tal como se escribe en lo que llamamos el nudo borromeo, que, lo subrayo, es una cadena? No es una idea, no es una idea que se sostenga, porque en suma es ahí que palpamos que la idea, la idea que llega así, la idea que llega cuando uno está acostado, porque al fin de cuentas es eso: la idea, al menos reducida a su valor analítico, es una idea que se les ocurre cuando uno esta acostado. Pero que uno esté acostado o de pie, el efecto de cadena que se obtiene por la escritura no se piensa fácilmente. Quiero decir que, al menos en mi experiencia, no es para nada fácil decir cómo una cadena, una cadena compuesta por un cierto número de elementos, incluso al reducirlos a 3, eso no se imagina fácilmente. Eso no se escribe fácilmente. Y más vale haberse roto allí de antemano para estar seguro de tener éxito en dar su escritura. Es muy exactamente eso de lo que ustedes han tenido mil veces el testimonio por mí mismo en los errores, los lapsus de pluma que he cometido cien veces ante ustedes tratando de hacer ¿qué? De hacer una escritura, una escritura que simbolice esta cadena.

 

Considero que haber enunciado bajo la forma de una escritura lo Real en cuestión tiene el valor de lo que generalmente se llama un traumatismo, no porque mi objetivo haya sido traumatizar a nadie, sobre todo de mis oyentes, con los cuales no tengo ninguna razón para quererlo, hasta el punto de causarles lo que generalmente se llama un traumatismo. Digamos que es un forzamiento de una nueva escritura que, por metáfora, tiene un alcance que bien hay que llamar simbólico. Es un forzamiento de un nuevo tipo de idea, que no es una idea que florezca de alguna manera espontáneamente por el sólo hecho de lo que produce sentido, en suma, es decir de lo Imaginario. No es -tampoco que esto sea algo completamente extraño. Diría incluso mas: es eso lo que vuelve sensible, lo que hace palpar, pero de manera completamente ilusoria, lo que puede ser lo que se llama la reminiscencia. La reminiscencia consiste en imaginar a propósito de algo que hace función de idea y que no lo es: uno se imagina que uno se la “reminiza”, si puedo expresarme así. Es en eso que las dos funciones están distinguidas en Freud, porque él tenia el sentido de las distinciones, es en eso que la reminiscencia es distinta de la rememoración. La rememoración, es evidentemente algo que Freud ha forzado completamente, que ha forzado gracias al término “impresión”. El suponía que en el sistema nervioso había cosas que se imprimían. Y a estas cosas que se imprimían en el sistema nervioso, el las proveía de letras, lo que ya es decir demasiado, por que no hay ninguna razón para que una impresión se figure como algo ya tan alejado de la impresión como en una letra, porque ya hay un mundo entre una letra y un símbolo fonológico. La idea cuyo testimonio produce Freud en el Proyecto, al figurar por unas redes – unas redes, por su puesto que esas redes, es quizá lo que me ha incitado a darles una nueva forma, más rigurosa, es decir a hacer de esas redes algo que se encadena en lugar de simplemente trenzarse.

 

Hablando propiamente, la rememoración es hacer entrar – y es cierto que esto no es fácil, y pienso que les he dado el testimonio de ello – no es fácil hacer entrar la cadena o el nudo llamado, puesto bajo el patronazgo de los Borromeo, no es fácil hacerlas entrar en lo que está ya ahí – los lapsus que he cometido frecuentemente, tratando de trazarlos sobre algo como este trozo de papel, son la prueba de ello – algo que está ya ahí y que se nombra el saber. He tratado de ser riguroso haciendo observar que lo que Freud soporta como el inconsciente supone siempre un saber, y un saber hablado como tal, que es lo mínimo que supone el hecho de que el inconsciente pueda ser interpretado. Es enteramente reductible a un saber. Tras lo cual, está claro que este saber exige como mínimo 2 soportes que llamamos términos simbolizándolos con letras de donde mi escritura del saber como soportándose de S, no a la segunda potencia, de S con este índice que lo soporta, este índice de un pequeño 2 abajo, eso no es S al cuadrado, es el S supuesto ser 2: S2.

 

La definición que yo doy de ese significante como tal y que yo soporto de S índice 1: S1, es representar un sujeto como tal, y representarlo verdaderamente. Verdaderamente quiere decir en este caso: de manera conforme a  la realidad lo verdadero es decir conforme a la realidad, la realidad que es en este caso lo que funciona, lo que funciona verdaderamente. Pero lo que funciona verdaderamente no tiene nada que hacer con lo que yo designo por lo Real. .Es una suposición completamente precaria que mi Real – es preciso que me lo ponga en mi activo – que mi Real condicione la realidad, la realidad de vuestra audición por ejemplo. Hay ahí un abismo, del que estamos lejos de poder asegurar que se franquee. En otros términos, la instancia del saber que Freud renueva, quiero decir que renueva bajo la forma de]. inconsciente, es una cosa que no supone para nada obligatoriamente lo Real del que yo me sirvo.

 

Yo he vehiculizado mucho de lo que llamamos cosa freudiana. Incluso he titulado una cosa que escribí La Cosa Freudiana. Pero en lo que yo llamo lo Real, he inventado. He inventado algo, no porque…, eso se me impuso. Quizá hay alguien que se acuerde de cómo y en que momento surgió este famoso nudo que es todo lo que hay de más figurativo, es lo máximo que se pueda figurar de él decir que, a lo Imaginario y a lo Simbólico, es decir a unas cosas que son muy extrañas (la una a la otra (l)), lo Real, él, aporta el elemento que puede hacerlas mantenerse juntas. Esto es algo de lo que puedo decir que yo lo concibo como no siendo más que mi síntoma. Quiero decir que, si es que hay lo que se puede llamar una elucubración freudiana, ésta es mi manera, la mía, de llevar su grado de simbolismo a su segundo grado. Es en la medida en que Freud ha articulado el inconsciente que yo reaccióno a ello – pero ya vemos ahí que es una manera de llevar el sinthoma mismo al segundo grado – es en la medida en que Freud ha hecho verdaderamente un descubrimiento y al suponer que este descubrimiento sea verdadero, que podemos decir que Lo Real es mi respuesta sintomática. Pero reducir la a ser sintomática, no es evidentemente nada. Reducirla a ser sintomática, es también reducir toda invención al sinthoma.

 

Cambiemos de lugar. A partir del momento en que se tiene una memoria, ¿se tiene una memoria? ¿Podemos decir que se haga mas, al decir que se la tiene, que imaginar que se la tiene, imaginar que se dispone de ella? Yo quisiera decir que se decir-s-pone de ella, se tiene que decir. Y es en eso que la lengua, la lengua que he llamado lalengüinglesa, tiene todo tipo de recursos: “I have to tell”, tengo que decir. Es así como se lo traduce, es por otra parte un anglicismo. Pero que se pueda decir, no solamente “have”, sino “awe” – A-W-E – “I awe to tell”, da el deslizamiento: “tengo que decir” se con vierte en “debo decir”, y que se pueda en esta lengua poner el acento sobre el verbo y de manera tal que se pueda decir “I do make” – en suma, insisto sobre el hecho de que por este “making” no hay más que fabricación – que se pueda igualmente separar la negación bajo esta forma de manera que se diga “I don’t”, eso quiere decir: “me abstengo de hacer algo” – “I don’t talk”, no elijo hablar, ¿hablar de qué’?, en el caso de Joyce es el gaélico – esto supone, implica que uno elige hablar la lengua que uno habla efectivamente. De hecho, uno no hace más que imaginar se elegirla, y lo que resuelve la cosa es que esta lengua, al fin de cuentas, uno la crea. Uno crea una lengua en tanto que en todo momento uno le da sentido. No esta reservado a las fases en que la lengua se crea; en todo momento uno da un pequeño retoque, sin lo cual la lengua no estaría viva. Ella sólo está viva en tanto que en todo momento uno la crea, y es en eso que no hay inconsciente colectivo, que sólo hay inconscientes particulares, en tanto que cada uno, a cada instante, da un pequeño retoque a la lengua que habla.

 

Entonces, se trata para mi de saber si no sé lo que digo como verdadero. Esto es para cada uno de los que están aquí, que me digan cómo lo entienden, y especialmente sobre esto de que, cuando yo hablo – porque después de todo no es seguro que lo que yo diga de lo Real sea más que hablar a tontas y a locas. Decir que lo Real es un sinthoma, el mío, no impide que la energética de la que he hablado recién lo sea menos. Cuál seria el privilegio de la energética, si no es que, a condición de hacer las buenas manipulaciones, las manipulaciones conformes a una cierta enseñanza matemática, uno encuentra siempre un ángulo constante. Pero a todo instante sentimos bien que esto es una exigencia, si podemos decir, preestablecida, es decir que es preciso que se obtenga La constante y que es eso lo que en sí constituye la energética: es que es necesario encontrar un truco para encontrar la constante. El truco conveniente, el que tiene éxito, es por supuesto conforme a lo que se llama la realidad; pero yo hago la distinción de este órgano, si puedo decir, de este órgano que no tiene absolutamente nada que ver con un órgano carnal, yo hago completamente la distinción de este órgano por el cual Imaginario y Simbólico están, como se dice, anudados, hago completamente la distinción de este supuesto Real por relación a lo que sirve para fundar la ciencia de la realidad.

 

Lo Real del que se trata está ilustrado por este nudo puesto en el plano, esta ilustrado por el hecho de que en este nudo puesto en el plano yo muestro un campo como esencialmente distinto de lo Real, que es el campo del sentido. A este respecto, podemos decir que lo Real tiene y no tiene un sentido respecto de esto: es que el campo de él es distinto. Que lo Real no tenga sentido, es lo que esta figurado por esto, es que el sentido está ahí y que lo Real está ahí, y que ellos son distintos como campos establecidos.

 

 

 

 

 

Lo sorprendente es esto: es que aquí lo simbólico se distingue por estar especializado, si podemos decir, como agujero, pero el verdadero agujero está aquí. Está aquí donde se revela que no hay Otro del Otro, que estaría ahí el lugar, del mismo modo que el sentido es el Otro de lo Real, que estaría ahí su lugar, pero que no hay nada de tal. En el lugar del Otro del Otro, no hay ningún orden de existencia. Es precisamente por eso que yo puedo pensar que lo Real, él tampoco está en suspenso, que lo Real puede ser eso a lo cual lo he reducido bajo forma de pregunta, a saber a no ser más que una respuesta a la elucubración de Freud, de la que podemos decir que de todos modos repugna a la energética, que esta completamente en el aire respecto de esa energética, y que la única concepción que allí pueda suplir a dicha energética, es la que yo he enunciado bajo el término de Real. Listo.

 

 

Pregunta:— Si el psicoanálisis es un síntoma, ¿ que es lo que hace usted con su nudo y sus matemas…?

 

LACAN —Si el psicoanálisis, se me plantea como pregunta, es un sinthoma- yo no he dicho que el psicoanálisis fuera un sinthoma – ¿es que lo que usted hace, con su nudo y sus matemas, no es descifrarlo, con la consecuencia de disipar su significación? Yo no pienso que el. psicoanálisis sea un sinthoma. Pienso que el psicoanálisis es una práctica cuya eficacia, a pesar de todo tangible, implica que yo haga lo que se llama mi nudo, a saber ese nudo triple, implica esto para mi. Es en eso que yo suspendo este abordaje de ese tercero que se distingue de la realidad y que yo llamo lo Real, es en eso que no puedo decir “yo pienso”, puesto que es un pensamiento todavía completamente cerrado, es decir, en último término enigmático. La distinción de lo Real por relación a la realidad es algo de lo que no estoy seguro que eso se confunda con, diría, el propio valor que yo doy al término Real. Estando lo Real desprovisto de sentido, no estoy seguro de que el sentido de este Real. no podría aclararse de ser tenido por nada menos que sinthoma. Ahí está lo que yo respondo a la pregunta que se me ha formulado. Es en la medida en que creo poder, de algo que es una topología grosera, soportar lo que está en cuestión, a saber la función misma de lo Real como distinguida por mí de lo que creo poder sostener con certeza – con certeza: porque tengo la  practica de ello – del término de inconsciente, es en esta medida, y en la medida en que (la función de) el. inconsciente no deja de tener referencia al. cuerpo, que pienso que la función de lo Real puede ser distinguida de ella.

 

 

Pregunta:—Si, según el Génesis – les leo las cosas que tuvieron la bondad de escribirme, lo que no está tan mal., dado lo que he dicho, que lo Real se sostiene en :la escritura – si según el Génesis traducido por André Chouraki., Dios creó para el hombre una ayuda, una ayuda contra él, ¿qué es del psicoanalista como ayuda contra?

 

LACAN: que, efectivamente, el psicoanalista no puede concebirse de otro modo que como un sinthoma. No es el psicoanálisis lo que es un sinthoma, ¡es el psicoanalista! Es a eso que responderé con lo que recién me fue formulado como pregunta, esto es que es el psicoanalista quien es al fin de cuentas una ayuda de la cual, en los términos del Génesis, podemos decir que es en suma un dar vuelta ( retournement) , puesto que también el Otro del Otro es lo que acabo de definir hace un instante como ahí, el pequeño agujero. Que ese pequeño agujero, por si solo, pueda suministrar una ayuda, es justamente en eso que la hipótesis del inconsciente tiene su soporte. La hipótesis del inconsciente – Freud lo subraya – es algo que no puede sostenerse más que al suponer el Nombre-del-Padre. Suponer el Nombre-del-Padre, por cierto, esto es Dios. Es en eso que el psicoanálisis, de tener éxito, prueba que el Nombre-del-Padre, se puede también prescindir de él. Se puede muy bien prescindir de él a condición de servirse de él.

 

 

Pregunta:—Cada acto de palabra, hazaña de un inconsciente particular, ¿no es colectivización del inconsciente?

 

LACAN: es que si cada acto de palabra es una hazaña de un inconsciente particular, es completamente claro que, como tenemos la teoría de esto, cada acto de palabra puede esperar ser un decir, y el decir desemboca en eso de lo que hay teoría, la teoría que es el soporte de toda especie de revolución: es una teoría de la contradicción. Podemos decir cosas muy diversas, cada una siendo dado el caso contradictoria, y que de ahí salga una realidad que se presume ser revolucionaria. Pero esto es precisamente lo que jamás ha sido probado. Quiero decir que no es por que haya algo de jaleo contradictorio, que jamás haya salido de ello nada que constituya una realidad. Esperamos que una realidad saldrá de ello. Pero esto es precisamente lo que como tal no se ha comprobado jamás.

 

 

Pregunta:— ¿Qué límites asigna usted al campo de la metáfora?

 

LACAN: Esta es una pregunta muy buena. No es porque la recta sea infinita que ella no tiene límites. Pues la pregunta continúa por: “¿Son infinitos – los campos de la metáfora – son infinitos como la recta, por ejemplo?”. Es cierto que el estatuto de la recta merece reflexión. Que una recta cortada sea seguramente finita, como teniendo límites, no dice por eso que una recta infinita sea sin límites. No es porque lo finito tiene límites que una recta infinita, puesto que ella puede ser supuesta como teniendo lo que se llama un punto en el infinito, es decir en suma haciendo círculo, no es por eso que la recta baste para metaforizar el infinito. Lo que plantea como cuestión esta cuestión de la recta, es justamente esto: es que la recta no es recta. Aparte del rayo luminoso, que parece darnos – y todos sabemos que no nos da – una imagen – no nos da, a condición de suponerlo, como parece según las últimas novedades de Einstein, de suponerlo flexible; ese mismo rayo luminoso se inflexiona, se inflexiona aunque a corto alcance da, a nuestro corto alcance, aunque da todas las apariencias de no estarlo, a saber de realizar la recta. Cómo concebir una recta que dado el caso se tuerce, esto es evidentemente un problema que levanta mi pregunta por lo Real: ella implica que podamos formular unas preguntas como, mi Dios, la que Lenin formulaba, a saber que está dicho, expresamente formulado, que una recta podía ser torcida. El lo ha implicado en una metáfora que era la suya y que se soportaba de esto, que incluso un bastón puede serlo, y que siendo un bastón lo que groseramente se llama la imagen de una recta, un bastón puede ser, por el sólo hecho de ser bastón, torcido, y al mismo tiempo en posición de poder ser vuelto a enderezar. Cuál es el sentido de este “vuelto a enderezar” por relación al uso que podemos hacer en el nudo borromeo, que ya les he representado aquí como dos rectas, como dos rectas interviniendo allí expresamente, es en efecto la cuestión. ¿Cuál puede ser la definición de la recta por fuera del soporte de lo que se llama, a corto alcance, el rayo luminoso? No hay ninguna otra que lo que se llama el camino más corto de un punto a otro. ¿Pero cómo saber cuál es el camino más corto de un punto a otro?

 

Pero Siempre espero que usted juegue sobre los equívocos: usted ha dicho “Hay uno”. Habla de lo Real como imposible. No se apoya sobre “Un posible”. A propósito de Joyce, usted habla de palabras impuestas, no se apoya sobre el Nombre-del-Padre como “Un puesto”.

 

 

LACAN:— Esto es una cosa que está firmada. Quién es el que espera siempre que yo juegue sobre los equívocos santos. No me atengo especialmente a los equívocos santos. Creo que, me parece que los demistifico. Hay uno (Y a d’ l ‘n): es cierto que este Uno me embaraza mucho. No sé qué hacer con él, puesto que, como todos saben, el Uno no es un número, y que incluso dado el caso lo subrayo.

 

Yo hablo de lo Real como imposible en la medida en que creo que lo Real – en fin, creo: si es mi síntoma, díganmelo – en que creo que lo Real es, hay que decirlo, sin ley. El verdadero Real implica la ausencia de ley. Lo Real no tiene orden. Y esto es lo que yo quiero decir al decir que lo único que quizá llegaré a articular ante ustedes, es algo que concierne a lo que he llamado un “pedazo de Real”.

 

 

Pregunta:— ¿Qué piensa usted del jaleo contradictorio que se efectúa desde hace algunos años en China?

 

LACAN: Aguardo, pero no espero nada.

 

 

Pregunta:— El punto se define por la intersección de 3 planos. ¿Se puede decir que es real? La escritura, el trazo en tanto que alineamientos de puntos, ¿son reales en el sentido…? – supongo que esto debe ser escrito: en el sentido en que usted lo entiende; está escrito: en el sentido de que usted lo entiende… No hay de qué reír…

 

 

LACAN:— Es cierto que es una pregunta que vale completamente la pena que se formule, que el punto se define por la intersección de 3 planos, y con la pregunta que se formula a su término: ¿podemos decir que es real? Como, ciertamente, la implicación de lo que yo llamo la cadena borromea, es que no haya, entre todo lo que es consistente en esta cadena, que hablando propiamente no haya ningún punto común, excluye ciertamente el punto como tal de lo Real, porque que una figuración de lo Real no pueda soportarse más que de la hipótesis de que no haya ningún punto común, ninguna ramificación, ninguna Y en la escritura, implica ciertamente que lo Real no comporta el punto como tal.

 

Estoy completamente reconocido.

 

 

Pregunta:— ¿Es que el número constante del que usted habla tiene una relación con el falo o con la función fálica?

 

LACAN: Justamente, no pienso absolutamente – en fin, pienso, pienso en tanto que mi pensamiento es más que un síntoma – no pienso absolutamente, en efecto, que el falo pueda ser un soporte suficiente para lo que Freud concebía como energética; e incluso, lo que es completamente sorprendente, es que él mismo no lo haya identificado jamás.

 

 

Respuesta: Alguien me escribe en chino, lo que es muy muy amable, alguien me escribe en chino, no en japonés, quiero decir que reconozco algunos pequeños carácteres. Me gustaría que la persona que me ha enviado este texto me lo traduzca.

 

 

Pregunta:— ¿Es usted anarquista?

 

LACAN: – Seguramente no.

 

 

Pregunta:— ¿Cuál puede ser el estatuto de una respuesta dada a una elucubración, a partir de la cual ella se definiría como sinthoma?

 

LACAN: Se trata, en lo que he observado hace un momento, de una elucubración que es la del inconsciente. Y ciertamente ustedes se han percatado de que era necesario que yo bajara el sinthoma de un grado para considerar que era homogéneo a la elucubración del inconsciente, quiero decir que se figurara como anudado con él. Lo que he supuesto hace un momento, es esto: es que yo reducía el sinthoma que está aquí a ser algo que responde no, no a la elucubración del inconsciente, sino a la realidad del inconsciente. Es cierto que, incluso bajo esta forma, esto implica un tercer término, un tercer término que, a esos dos redondeles, para llamarlos por su nombre, el redondel de hilo, los mantiene separados. Entonces, este tercer término puede ser lo que se quiera; pero si el sinthoma es considerado como siendo el equivalente de lo Real, este tercer término no puede ser en este caso sino lo Imaginario. Y después de todo, podemos hacer la teoría de Freud haciendo de este Imaginario, a saber del cuerpo, todo lo que mantiene separados a los 2, el conjunto constituido aquí por el nudo del sinthoma y de lo simbólico.

 

 

 

 

 

Les agradezco haberme enviado, aparte de esto: “¿Su cigarro torcido es un síntoma de su Real?”. Ciertamente, ciertamente. Mi cigarro torcido tiene la más estrecha relación con la pregunta que he formulado sobre la recta, igualmente torcida, del mismo nombre.

 

 

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Clase 11. El ego de Joyce.

11 de Mayo de 1976

 

 

El ego de Joyce

11 de Mayo de 1976

 

Nota del traductor

 

 

 

La última vez les hice en suma la confidencia de que la huelga me venía muy bien; quiero decir que, como no tenía ninguna gana de contarles cualquier cosa porque yo mismo estaba embarazado… Me sería muy fácil encontrar otro pretexto, el pretexto de que eso no anda por ejemplo (el micrófono), no que esta vez no tenga algunas cosas para decirles. Pero en fin, es cierto que la última vez estaba demasiado trabado ahí, entre mis nudos y Joyce, como para que tuviese la menor gana de hablarles de ello. Estaba embarazado. Ahora lo estoy un poco menos porque, así, he creído encontrar algunas cosas, en fin, unas cosas transmisibles. Evidentemente, yo soy más bien activo, quiero decir que eso me provoca, la dificultad, de manera que durante todos mis week-end me encarnizo en romperme la cabeza sobre algo que no va de suyo. No va de suyo que yo haya encontrado lo que se llama, en fin, el pretendido nudo borromeo, y que trate de forzar las cosas en suma, porque Joyce (…..), él no tenía ninguna especie de idea del nudo borromeo. No es que él no haya hecho uso del círculo y de la cruz. Incluso no se habla más que de eso, y un tal Clive Heart, quien es un espíritu eminente que se ha consagrado a comentar Joyce, se apoya mucho sobre este uso del círculo y de la cruz, hace de eso un gran uso en el libro que él mismo tituló Structure in James Joyce, y muy especialmente a propósito de Finnegans Wake.

 

Entonces, la primera cosa que puedo decirles, es esto: es que la expresión “hay que hacerlo” tiene un estilo de ahora, quiero decir que jamás se la ha dicho tanto, y eso se aloja muy naturalmente en la fabricación de este nudo: hay que hacerlo. Hay que hacerlo, ¿quiere decir qué? Eso se reduce a escribirlo. Lo que hay de sorprendente, de curioso, es que este nudo así que yo califico de borromeo – ustedes deben saber por qué – es un apoyo para el pensamiento. Esto es lo que yo me permitiré ilustrar con el término que es preciso que yo escriba: “apoyo para el appensamiento” (appui à l’appensée), eso permite escribir de otro modo “el pensamiento” (la pensée). Es un apoyo para el pensamiento que justifica la escritura que acabo de ponerles ahí, sobre esta pequeña hoja de papel blanco, es un apoyo para el pensamiento, para el “appensamiento”; pero es curioso que le haga falta “este apoyo”, si puedo expresarme así, es curioso que sea necesario escribirlo para extraer algo de ello, porque es completamente manifiesto que no es fácil representarse esta cadena -puesto que se trata en realidad, no de un nudo, sino de una cadena – esta cadena borromea, no es fácil verla funcionar nada más que en el pensamiento – esta ves cortando el término, cortando el la (el) de pensée (pensamiento). No es fácil, incluso para el más simple, y es precisamente por eso que este nudo lleva algo con él. Hay que escribirlo para ver cómo funciona, este nudo-bo. Esto hace pensar en algo que está evocado en alguna parte en Joyce, donde “sobre el monte Nebo la ley nos fue dada”.

 

Una escritura es entonces un hacer que da soporte al pensamiento. A decir verdad, el “nudo bo” en cuestión cambia completamente el sentido de la escritura. Eso da a dicha escritura, eso da una autonomía, y es una autonomía tanto más notable cuanto que hay otra escritura que es aquella sobre la cual Derrida ha insistido, a saber la que resulta de lo que se podría llamar una precipitación del significante. Derrida ha insistido, pero está completamente claro que yo le he mostrado la vía, porque el hecho de que yo no haya encontrado otra manera de soportar el significante que escribirlo S es ya una suficiente indicación. Pero lo que queda, es que el significante, es decir lo que se modula en la voz, no tiene nada que ver con la escritura. En todo caso, esto es lo que demuestra perfectamente mi “nudo bo” Eso cambia el sentido de la escritura, eso muestra que hay algo a lo cual se puede enganchar significantes, ¿y se los engancha cómo, a esos significantes? Por intermedio de lo que yo llamo dit-mension ahí también, porque no estoy para nada seguro de que eso no se les haya escapado, es así que yo lo escribo: mención del dicho (mention du dit). Eso tiene una ventaja, esta manera de escribir, es que permite prolongar mención en menstira (mensionge), y que indica que el dicho no es en absoluto forzosamente verdadero. Helo ahí.

 

Dicho de otro modo, el dicho que resulta de lo que se llama la filosofía no deja de tener cierta carencia, carencia a la cual yo trato – trato… – de suplir por este recurso a lo que no puede, en el “nudo bo”, más que escribirse, lo que no puede sino escribirse para que uno saque un partido de ello. No queda menos por ello que lo que hay de philia en la philo la philia de la sabiduría, la escritura en este caso cambia su sentido, el modo. La sabiduría, ¿qué es? Es lo que no es muy fácil de soportar de otro modo que de la escritura misma del “nudo bo”. De manera que en suma -perdonen mi infatuación – lo que yo hago, lo que yo trato de hacer con mi “nudo bo”, no es nada menos que la primera filosofía que me parece sostenerse. La sola introducción de esos “nudos bo”, de la idea de que ellos soportan un hueso (os), en suma, un hueso que sugiere, si puedo decir, suficientemente, algo que en este caso llamaría os-bjeto, que es precisamente lo que carácteriza la letra por la que lo acompaño a este os-bjeto, la letra a; y si yo lo reduzco, este os-bjeto, a esta a, es precisamente para marcar que la letra en este caso no hace más que testimoniar de la intrusión de una escritura como otra (autre) – como “otra” con, precisamente, una a minúscula. La escritura en cuestión viene de otra parte que del significante. De todos modos no es de ayer que me he interesado en este asunto de la escritura, que en suma promoví la primera vez que hablé del trazo unario, einziger Zug en Freud. Por el hecho del nudo borromeo le he dado otro soporte a este trazo unario, otro soporte que todavía no les he sacado, que en mis notas yo escribo RI. RI, son iniciales, y quiere decir recta infinita. La recta infinita en cuestión – no es la primera vez que me escuchan hablar de esto – es algo que yo carácterizo por su equivalencia con el círculo; éste es el principio del nudo borromeo: que al combinar dos rectas con el círculo, se tiene lo esencial del nudo borromeo. ¿Por qué la recta infinita tiene esta virtud, esta cualidad? Porque es la que en un círculo hay un agujero en el medio, e incluso que uno se pone a soñar sobre lo que hace su centro, lo que se prolonga en todo tipo de efectos de vocabulario: el centro nervioso, por ejemplo, del que nadie sabe muy exactamente lo que eso quiere decir; la recta infinita tiene por virtud tener el agujero todo alrededor. Es el soporte más simple del agujero.

 

 

 

 

 

Entonces, ¿qué es lo que esto nos da para referirnos a la práctica? Es que el hombre – y no Dios – es un compuesto trinitario de lo que llamaremos elemento. ¿Qué es un elemento? Un elemento, es lo que hace Uno, dicho de otro modo el trazo unario. Lo que hace Uno por una parte, y lo que, por el hecho de hacer Uno, inicia la sustitución. La carácterística de un elemento, es que procedemos a su combinatoria. Entonces Real, Imaginario y Simbólico, eso vale bien después de todo, me parece, la otra tríada con la que, de escuchar a Aristóteles, se nos hacía el ,jugo  de componer al hombre, a saber

 

 

 

o aún voluntad, inteligencia, afectividad. Listo.

 

Lo que yo trato de introducir con esta escritura, no es nada menos que lo que llamaré una lógica de bolsa y de cuerda, porque evidentemente está la bolsa cuyo mito, si puedo decir, consiste en la esfera. Pero nadie, parece, ha reflexionado suficientemente en las consecuencias de la introducción de la cuerda y que lo que la cuerda prueba, es que una bolsa sólo está cerrada al atarla, y que en toda esfera tenemos que imaginar algo que por supuesto está en cada punto de la esfera y que la anuda, esta cosa en la cual uno sopla, que la anuda con una cuerda.

 

La gente escribe sus recuerdos de infancia. Esto tiene consecuencias: es el pasaje de una escritura a otra escritura. Dentro de un momento les hablaré de los recuerdos de infancia de Joyce, porque evidentemente me es preciso mostrar en qué esta lógica llamada de bolsa y de cuerda es algo que puede ayudarnos a comprender cómo Joyce ha funcionado como escritor.

 

El psicoanálisis, es otra cosa. El psicoanálisis pasa por un cierto número de enunciados. No está dicho que el psicoanálisis ponga en la vía de escribir. Es precisamente lo que estoy por imponerles por mi lenguaje: en que eso merece que se mire allí dos veces cuando se viene a demandar, en nombre de no sé qué inhibición, ser puesto en posición de escribir. En cuanto a mí, miro allí dos veces cuando – eso me sucede como a todo el mundo – se viene a demandarme eso, levantar no sé qué inhibición de escribir, porque no esta para nada zanjado que con el psicoanálisis se llegará a ello. Esto supone una investigación, hablando propiamente, de lo que significa escribir. Y muy precisamente lo que voy a sugerirles hoy concierne a Joyce. Me ha venido así, en el bocho, el bocho que en este caso está lejos de ser esférico puesto que se relacióna con todo lo que sabemos, me ha venido así, en el bocho, que Joyce, eso es algo que le ha llegado por una vía de la cual creo poder dar cuenta, algo que le ha sucedido y que hace que en él lo que se llama así, corrientemente, el ego, ha jugado un muy otro papel que el papel simple -que nos imaginamos simple – que el papel simple que juega en el común de lo que llamamos mortal – mortal, justificadamente – el ego en él ha cumplido una función de la que por supuesto yo sólo puedo dar cuenta por mi modo de escritura. Lo que me puso en la vía vale de todos modos un poco la pena que sea señalado, es lo siguiente: que la escritura es completamente esencial a su ego y él lo ilustró cuando, en un encuentro con ya no sé qué pillo que acababa de entrevistarlo – no he vuelto a encontrar su nombre, no porque no lo haya buscado, pero es un episodio bien conocido; quizá está en Gorman, no lo encontré en Ellmann que es seguramente la mejor, la más cuidadosa de las biografías de Joyce, no lo volví a encontrar, seguramente no porque no esté allí, es porque no tuve tiempo, esta mañana, de volverlo buscar – se trata de algo sobre lo que se apoya uno cualquiera de los biógrafos de Joyce: un día alguien llegó a verlo y le pidió hablar de lo que concernía a una cierta imagen; era una imagen que reproducía un aspecto de la ciudad de Cork. Entonces Joyce, quien sabía dónde esperar a su tipo, aprovechando la ocasión le respondió que era Cork; a lo cual el tipo dijo: “Pero, es evidente que yo sé lo que es, un aspecto de la gran plaza, digamos, de Cork, la reconozco. ¿Pero qué es lo que encuadra?”; a lo cual Joyce, que lo esperaba a la vuelta, le respondió: “Cork”, es decir lo que eso quiere decir traducido en francés: corcho. Esto es dado como ilustración del hecho de que en Joyce, en lo que él escribe, siempre pasa en eso – es suficiente leer el cuadrito que dió de Ulises, que le dió a Stuart Gilbert, que dió también a alguien un poco diferente, a Linati, que dió a algunos otros, que dió a Valery Larbaud – esto es que en cada una de las cosas que el recoge, que él cuenta para hacer con ella esta obra de arte que es Ulises, en cada una de esas cosas, el encuadramiento tiene siempre como mínimo, con lo que se supone que cuenta como relación a una imagen, tiene siempre una relación, al menos de homonimia. Que cada uno de los capítulos de Ulises se quiera estar soportado de un cierto modo de encuadramiento que según el caso es llamado “dialéctico” por ejemplo, o “retórico”, o “teológico”, esto es lo que para él está ligado a la estofa misma de lo que cuenta. Y entonces esto, por supuesto, no deja de evocar mis pequeños redondeles que, ellos también, son el soporte de algún encuadramiento.

 

La cuestión es la siguiente: ¿qué ocurre cuando, a continuación de una falta (faute) condicionada no únicamente por el azar (…)?, pues lo que el psicoanálisis nos enseña es que una falta no se produce nunca por azar, que hay detrás de todo lapsus, para llamar a eso por su nombre, una finalidad significante, a saber que la falta tiende, si hay un inconsciente, a querer expresar algo, no solamente que el sujeto sabe, puesto que el sujeto reside – esto es lo que les he expresado en su momento por la relación de un significante a otro significante – el sujeto reside en esta división misma, que es la vida del lenguaje, siendo la vida para el lenguaje muy otra cosa que lo que se llama simplemente vida, que lo que significa muerte para el soporte somático tiene lugar otro tanto en esas pulsiones que resultan de lo que acabo de llamar “vida del lenguaje”.

 

Estas pulsiones en cuestión resultan de la relación con el cuerpo, y la relación con el cuerpo no es en ningún hombre una relación simple. Además que el cuerpo tiene agujeros, esto es incluso, al decir de Freud lo que hubiera debido poner al hombre sobre la vía de esos agujeros abstractos – porque esto es abstracto – de esos agujeros abstractos que conciernen a la enunciación de lo que sea. Y entonces, algo que es en suma sugerido por esta referencia, es que hay que tratar de destrabarse de una idea esencialmente confusa que es la idea de eternidad. Esta es una idea que no se liga más que al tiempo pensado (pensé), (escritura en griego) de la que hablé hace un momento. Se piensa -e incluso sucede que se hable de ello a tontas y a locas – se piensa un amor eterno. ¡No se sabe verdaderamente lo que se dice! ¿Es que se entiende por eso la otra vida, si puedo expresarme así? Ven ustedes como todo se engancha, y dónde, en suma, esta idea de eternidad, de la que nadie sabe lo que es, los lleva. Bueno.

 

En lo que a Joyce concierne, yo quisiera, yo hubiera podido leerles en este caso – pero, en fin, sepan que eso existe y que ustedes pueden leerlo (nota del traductor) muy fácilmente en francés, porque hubo una traducción del Portrait of the artist as a young man, retrato no of the artist pues ahí naturalmente cometí un lapsus – of an artist (nota), retrato de un artista como un joven hombre – hay una confidencia que nos hace Joyce, que concierne a lo siguiente: que a propósito de Tennyson, de Byron, en fin, de cosas que se referían a unos poetas, él se encontró con que unos camaradas lo han atado a una alambrada, no cualquiera – era incluso de alambre de púas – y le han dado, a él, Joyce, James Joyce… El camarada que dirigía toda la aventura era un llamado Heron, lo que no es un término completamente indiferente: es el (escritura en griego): este (escritura en griego) le ha pues pegado durante un cierto tiempo, ayudado por supuesto por algunos otros camaradas, y después de la aventura Joyce se interroga sobre lo que ha hecho que, pasada la cosa, él no se lo reprochara. Joyce se expresa de una manera – podemos esperarlo de él – muy pertinente, quiero decir que él metaforiza algo que no es nada menos que su relación con su cuerpo. El constata que todo el asunto se ha evacuado, él mismo se expresa diciendo que eso es como una mondadura. ¿Qué es lo que esto nos indica? Esto nos indica que algo ya tan imperfecto en todos los seres humanos, la relación con el cuerpo – ¿quién sabe lo que pasa en su cuerpo? – está claro que esto es algo que es extraordinariamente sugestivo y que incluso para algunos es el sentido que dan – estos algunos, estos algunos en cuestión – es el sentido que dan al inconsciente. Pero si hay algo que desde el origen he articulado con cuidado, es muy precisamente esto: que el inconsciente no tiene nada que ver con el hecho de que uno ignora un montón de cosas en cuanto a su propio cuerpo, y que lo que se sabe es de una muy otra naturaleza. Uno cabe cosas que resultan del significante. La antigua noción de lo inconsciente, de lo Unbekannte, era precisamente algo que tomaba apoyo en nuestra ignorancia de lo que pasa en nuestro cuerpo. Pero el inconsciente de Freud – esto en algo que vale la pena que sea enunciado en este caso – es justamente lo que yo he dicho, a saber la relación que hay entre un cuerpo que nos es extraño y algo que hace círculo, incluso recta infinita, que de todos modos son equivalentes el uno a la otra, algo que es el inconsciente.

 

Entonces, qué sentido dar a eso de lo que Joyce testimonia, a saber que eso no es simplemente la relación con su cuerpo, es, si puedo decir, la psicología de esa relación, pues después de todo la psicología no es otra cosa que eso, a saber ente imagen confusa que tenemos de nuestro propio cuerpo. Pero esta imagen confusa no deja de comportar – llamemos a eso como se llame – afectos, a saber que al imaginarse justamente eso, esa relación psíquica, hay algo psíquico que se afecta, que reaccióna, que no está desprendido, como Joyce testimonia de ello tras haber recibido los bastonazos de sus 4 o 5 camaradas, hay algo que no demanda más que irse, dejarse caer como una mondadura. Eso es algo sorprendente, que haya gente que no tenga afecto a la violencia sufrida corporalmente. Hay ahí un tipo de cosa que por otra parte es ambigüa; eso quizá le ha producido placer; el masoquismo no está para nada excluido de las posibilidades de estimulación sexual de Joyce, él ha insistido bastante en ello en lo concerniente a Bloom. Pero yo diría que lo que es más bien impactante, son las metáforas que él emplea, a saber el desprendimiento de algo como una cáscara. Esa vez él no ha gozado, él se ha…, él tuvo – esto es algo que vale psicológicamente – él tuvo una reacción de asco, y este asco concierne a su propio cuerpo, en suma. Es como alguien que pone entre paréntesis, que aleja el mal recuerdo. De eso se trata. Esto es dejado completamente como posibilidad de relación con su propio cuerpo como extraño. Es precisamente lo que expresa el uso del verbo “tener”: su cuerpo, uno lo tiene, uno no lo es en ningún grado, y esto es lo que hace creer en el alma, a continuación de lo cual no hay razón para detenerse y uno piensa también que tiene un alma, lo que es el colmo.

 

Esta forma del “dejar caer”, del “dejar caer” de la relación con el cuerpo propio, es completamente sospechosa para un analista. Esta idea de sí, de sí como cuerpo, tiene algo que tiene un peso. Eso es lo que se llama el ego. Si el ego es llamado narcisista, es porque hay algo en un cierto nivel que soporta al cuerpo como imagen. ¿Pero es que en el caso de Joyce el hecho de que esta imagen en este caso no esté interesada, es que eso no es lo que señala que el ego tiene una función en este caso muy particular? ¿Cómo escribir eso en mi “nudo bo”?

 

Entonces ahí yo trazo, yo franqueo algo que no es forzoso que ustedes lo sigan. ¿Hasta dónde llega, si puedo decir, la père-version (nota del traductor), que ustedes saben cómo la escribo? El “nudo bo” es eso: es la sanción del hecho de que Freud hace sostener todo sobre :la función del padre. El “nulo bo” no es más que la traducción de esto: que, como se me recordaba anoche, el amor, y además el amor que se puede calificar de eterno, es lo que se relacióna con la función del padre, que se dirige a él en nombre de que el padre es el portador de la castración. Es al menos lo que Freud avanza en Tótem y tabú, a saber en la referencia a la horda primitiva: es en la medida en que los hijos son privados de mujeres que ellos aman al padre. Esto es en efecto algo completamente singular y turbador, y que sólo sanciona la intuición de Freud. Pero a esta intuición, yo trato de darle otro cuerpo, precisamente en mi “nudo bo”, que está tan bien hecho para evocar el monte Nebo o como se dice la Ley, la ley que no tiene absolutamente nada que ver con las leyes del mundo real, siendo las leyes del mundo real una cuestión que queda enteramente abierta; la Ley en este caso es simplemente la ley del amor, es decir la perversión (perversion).

 

Es muy curioso que aprender a escribir, a escribir al menos mi “nudo bo”, sirva para algo. Y con lo que voy a ilustrarlo inmediatamente es esto: supongan que haya en alguna parte, especialmente ahí, un error, a saber que la escritura cometa aquí una falta, ¿qué resulta de ello? Que el nudo borroneo tiene este aspecto, es decir, como ustedes ciertamente no lo hubieran imaginado de tomar las cosas así, por su naturaleza, imaginaria, es decir que, como ustedes lo ven, el redondel I que está ahí no tiene sino que abandonar el campo. Se escabulle, se escabulle exactamente como lo que Joyce siente tras haber recibido su paliza; se escabulle, la relación imaginaria no tiene lugar (………). No tiene lugar en este caso y esto deja para pensar que si Joyce se ha interesado tanto en la perversión, era quizá por otra cosa. Quizá porque después de todo la paliza le asqueaba: quizá no era un verdadero perverso. Porque es preciso tratar de imaginarse por qué Joyce es ilegible. Si es ilegible, quizá es porque no evoca en nosotros ninguna simpatía. ¿Pero es que algo no podría ser sugerido en nuestro asunto por el hecho – por el contrario patente – de que él tiene un ego de una muy otra naturaleza que aquella que no funciona precisamente en el momento de su rebelión, que no funciona en seguida justamente después de dicha rebelión? (nota) Pues él consigue liberarse — es un hecho – pero después de eso yo diría que él de eso no conserva más ningún reconocimiento de lo que sea, de haber recibido esa paliza.

 

Y entonces, lo que sugiero es esto: es que – no es complicado de ver – supongan que aquí – lo marco bien ahí para mostrar que pasa por arriba – supongan que la corrección de ente error, de esta falta, de este lapsus que después de todo no hay nada más común de imaginar: ¿por qué no ocurriría que un nudo no sea borroneo, que eso falle? Diez mil veces he cometido errores en el pizarrón al dibujarlo. He ahí exactamente lo que pasa y donde yo encarno aquí el ego como corrector de esta relación faltante, de lo que no anuda borromeanamente a lo que hace nudo de Real y de Inconsciente en el caso de Joyce (nota del traductor).

 

Por este artificio de escritura, diré que se restituye el nudo borroneo. Ustedes lo ven, no es de una cara del nudo borroneo que se trata, es de un hilo. La diferencia entre la geometría común que es aquella de donde sale el término cara – la geometría, esto es cosas que juegan sobre las caras: los poliedros, todo está lleno de caras, de aristas y de vértices – pero el nudo, que es cadena en este caso, nos introduce a una muy otra dimensión de la que diré que, a diferencia de la evidencia de la cara geométrica, está vaciado. Y justamente por estar vaciado (évidé), no es evidente (évident).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hay alguien que, en un tiempo, me interpeló: ¿por qué no dice lo verdadero sobre lo verdadero? Yo no digo lo verdadero sobre lo verdadero porque decir lo verdadero sobre lo verdadero, en decir: es una mentira. Lo verdadero “in-tensional” – me permitirán escribir aquí la “intención”, ya he distinguido “in-tensión” de La palabra ex -tensión lo verdadero “in-tensional” – escrito así – eso puede cada tanto tocar algo real; pero eso, por esta vez, es por azar. No nos imaginamos hasta qué punto hacemos falidos en la escritura. El lapsus calami no esta primero en relación al lapsus linguae, pero puede ser concebido como tocante a lo Real. Sé bien que mi nudo es eso por lo cual, y únicamente eso por lo cual, se introduce lo Real como tal. No hay que sorprenderse: eso no va tan lejos. No hay más que yo que tenga su manejo. Tanto más hacer uso de él, puesto que me sirve para explicarles algo. Bien se puede tolerar – puesto que ésa es la situación donde están ustedes – que yo juguete con mis débiles medios. Pero es una manera de articular precisamente esto, que toda sexualidad humana es perversa, si seguimos bien lo que dice Freud. El no logró jamás concebir dicha sexualidad de otro modo que perversa, y es por eso que yo interrogo lo que llamaría la fecundidad del psicoanálisis.  Ustedes me han escuchado muy a menudo enunciar que el psicoanálisis incluso no ha sido capaz de inventar una nueva perversión. Es triste, porque después de todo, si la perversión es la esencia del hombre, qué infecundidad en esta práctica.

 

Y bien, pienso que gracias a Joyce tocamos algo en lo que yo no había pensado – yo no había pensado en ello en seguida, pero me sucedida con el tiempo – me sucedió con el tiempo considerar el texto de Joyce, la manera en que está hecho: está hecho completamente como un nudo borromeo, y lo que sorprende, es que sólo a él le escapaba eso, a saber que no hay huella en toda su obra de algo que se le parezca. Pero eso me parece más bien un signo de autenticidad. Si me he detenido en esto, es que lo que sorprende, cuando uno lee ese texto y sobre todo sus comentadores, es que el número de enigmas que Joyce, su texto, contiene, eso es algo, no solamente que abunda, sino que podemos decir sobre lo cual él ha jugado, sabiendo muy bien que tendría joyceanos durante docientos o trecientos años. Esa gente esta únicamente ocupada en resolver los enigmas, a saber como mínimo por qué Joyce ha puesto eso ahí. Naturalmente, ellos siempre encuentren una razón: él ha puesto eso ahí porque justo después hay otra palabra; en fin, es exactamente como en mis historias de “os-bjeto”, de “menstira” y de dit-mension, y todo lo que sigue. Yo, hay razones, quiero expresar algo, hago equívocos. Pero con Joyce uno pierde allí siempre lo que se podría llamar su latín (nota), tanto más cuanto que el latín, de eso él conocía un cacho.

 

Entonces, el enigma, felizmente así, en un tiempo, me he interesado en él. Eso lo escribí así, E e – E, una E mayúscula, se trata de la enunciación y del enunciado – y el enigma consiste en la relación de la E mayúscula con la e minúscula, a saber por qué, diablos, ha sido pronunciado un enunciado tal. Es un asunto de enunciación y la enunciación, es el enigma. El enigma llevado a la potencia de la escritura es algo que vale la pena que uno se detenga en ello. ¿Es que no estaría ahí la consecuencia de esa costura tan mal hecha de un ego de función enigmática, de función reparatoria?

 

Que Joyce sea el escritor por excelencia del enigma, es lo que yo los incito – hubiera podido citarles veinte ejemplos de esto si no fuera tan tarde – pero les aconsejo que vayan a verificarlo. Existe un Ulises en traducción francesa, se encuentra en Galimard, si no tienen el viejo volumen del tiempo de Silvia Beach.

 

De todos modos voy a puntualizar algunas cositas que me parecen notables, antes de abandonarlos. Es preciso que ustedes conciban lo que les he dicho de las relaciones del hombre con su cuerpo, que se sostiene enteramente – lo que les he dicho – en el hecho de que el hombre dice que el cuerpo – su cuerpo – él lo tiene. Ya decir “su” es decir que lo posee, que lo posee como un mueble por supuesto, y que eso no tiene nada que ver con lo que sea que permita definir estrictamente al sujeto. El sujeto no se define de una manera correcta sino por el hecho de que un sujeto es un significante en tanto que es representado al lado de otro significante.

 

Quisiera también decirles algo que quizá podría sin embargo frenar un poquito lo que hace abismo en lo que nos está permitido estrechar, por el uso de este nudo borromeo, de esta perversión. Hay algo, de todos modos, de lo que uno está completamente sorprendido que eso no sirva más, no al cuerpo, sino que eso no sirva más el cuerpo como tal: es la danza. Eso permitiría escribir un poco diferentemente el término “condanzación”. Ven ustedes que yo me entrego en este caso a…

 

Sí. ¿Lo real es recto? Es precisamente sobre eso que hoy yo quisiera plantear la pregunta ante ustedes. Quisiera también hacerles observar que en la teoría de Freud lo Real no tiene nada que ver con el mundo. ‘Porque lo que él nos explica en algo que concierne precisamente al ego, a saber el Lust-Ich, es que hay una etapa de narcisismo primario, y que ese narcisismo primario se carácteriza por esto, no que no haya sujeto, sino que no hay relación del interior con el exterior. Seguramente tendré que volver a ello, no digo forzosamente ante ustedes porque después de todo no tengo ninguna especie de certeza en la hora actual que el año próximo poseeré todavía este anfiteatro. Pero supongan que yo encuentre en alguna parte un sitio de 70 metros cuadrados, y bien, eso dará el lugar para ocho personas contándome a mí. Y es lo mejor de lo que deseo.

 

Todavía sería necesario que yo diga algunas palabras – las había preparado – algunas palabras de la “Epifahía”, la famosa Epifahía de Joyce, que ustedes encontrarán en todos los recocodos, la Epifahía de la que les ruego que controlen esto: que cuándo él da una lista de ellas, todas esas Epifahías están siempre carácterizadas por la misma cosa y que es muy precisamente ésta: la consecuencia que resulta de este error, a saber que el inconsciente está ligado a lo Real. Cosa fantástica, Joyce mismo no habla de ello de otro modo. Es completamente legible en Joyce que la Epifahía, ahí está lo que hace que, gracias a la falta, Inconsciente y Real se anuden.

 

Hay algo – hoy he estado un poco lento, pero es porque quería hacerme entender – hay algo que de todos modos quiero dibujarles aquí. Si ustedes saben un poco lo que quiere decir un nudo borromeo, les indico esto: que, si aquí está el ego tal como se los he dibujado recién, nos encontramos en postura de ver restituirse estrictamente el nudo borromeo bajo la forma siguiente: aquí está lo Real; aquí está lo Imaginario; aquí está el Inconsciente y aquí está el ego de Joyce. Ustedes pueden ver fácilmente sobre este esquema que la ruptura del ego libera la relación imaginaria (nota del traductor). Es fácil, en efecto, imaginar que lo Imaginario abandonará el campo por aquí si el Inconsciente, como es el caso, lo permite, e indiscutiblemente lo permite.

 

 

gráfico

 

 

He ahí las pocas indicaciones que yo quería decirles para esta última sesión. Se piensa contra un significante – éste es el sentido que he dado a la palabra “appensamiento” (appensée) – uno se apoya (appuie) contra un significante para pensar. Bueno, los libero.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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