Sodely Páez

EL CONSENTIMIENTO

Sodely Páez

Para comprender el trasfondo histórico de esta película, es necesario recordar las cartas, que por iniciativa de Gabriel Matzneff, fueron publicadas en 1977 en “Le Monde”y que fueron firmadas por 69 intelectuales – entre ellos, Jean‐Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Michel Foucault, Roland Barthes, Derrida, Philippe Sollers, Félix Guattari, Louis Aragon, Jack Lang y Françoise Dolto, sí, la gran psicoanalista de niños – los cuales pedían la despenalización de las relaciones sexuales entre adultos y menores.

Esa posición reflejaba el clima ideológico de una época en la que la liberación del deseo se concebía como un gesto político contra el orden represivo de la sociedad y sus sistemas de control sobre los cuerpos y la sexualidad. Sin embargo, ese ideal terminó confundiendo emancipación con impunidad. Deseo con goce, liberación con perversión.

El hecho de que figuras del pensamiento psicoanalítico como Dolto participaran en ese manifiesto, ilustra hasta qué punto incluso el discurso analítico pudo ser arrastradopor el espíritu libertario de la época y de una Francia que venía de la revolución de mayo del 68. Es importante aclarar que Dolto no promovia la pedofilia sino la idea abstracta de una libertad del deseo frente al estado. Su hijo Carlos Dolto y la Fundación Dolto, años más tarde, tomaron distancia de esa firma, reconociendo que había sido un “error de juicio y contexto”. La confusión entre deseo y consentimiento infantil, revela el riesgo de interpretar el inconsciente fuera del marco de la ley simbólica.

Décadas después, el libro “El Consentimiento “ vino a poner en palabras ese error colectivo, al encarnar la función ética del testimonio y denunciar lo aberrante de tal proclama. ¿Hasta dónde un niño es dueño de su deseo y hasta dónde ese deseo habilita al adulto a hacer uso de él? ¿Cuánta conciencia crítica, como normativa moral internalizada, puede existir en un niño o en un adolescente, cuya subjetividad se encuentra aún en vías de construcción? No se trata aquí de juegos de niños que actúan entre sí su curiosidad sexual infantil, ni de adolescentes que llevados por el empuje puberal y los desafíos psicosexuales que les supone la travesía adolescente, encuentran un otro, un otro par, al cual dirigir su líbido como objeto tanto de deseo como de amor.

Según la RAE, consentir significa, permitir, acordar. Se refiere a la manifestación de voluntad, expresa o TÁCITA, para autorizar o dar permiso a algo. ¿Cómo se interpreta,se lee, esa autorización? ¿Cómo es posible elucidar de manera inequívoca lo tácito?¿Cuántos elementos de poder entran en juego?. ¿Cómo, el consentimiento en relaciones asimétricas puede darse por cierto y válido para justificar un abuso? Un príncipe y el presidente de un país que aparecen en la lista de Epstein están libres, mientras una de las víctimas adolescentes y denunciantes del primero fue vilipendiada hasta morir el año pasado después de haber publicado sus memorias. No sólo pienso en la asimetría en cuanto a edad.

Recordemos la historia de Clinton, el PRESIDENTE de los Estados Unidos, a sus 49 años y la pasante, Mónica Lewinsky de 22, quien fue perseguida por organismos del estado, asediada y repudiada por todos, al punto de pensar en suicidarse mientras el presidente salía incólume de toda falta. Por qué una mujer no es escuchada cuando dice no, y se rehúsa a concretar en un coito lo que sería para ella un juego de seducción? Por qué se la llama histérica, en el mejor de los casos, cuando esto sucede? Sabemos la cantidad de epítetos que existen para ello, en todos los idiomas!. Nos sigue faltando mucho como sociedad para deconstruir el sistema patriarcal que dignifica cierto comportamiento machista condenando a la mujer, sea de la edad que sea, por provocadora de ciertos comportamientos masculinos.

Hoy en día, novelas como Lolita, sin embargo, o Alicia en el País de las Maravillas, creo que no conseguirían ser publicadas. O tal vez sí, y peco de ingenua. La pregunta por la mujer como objeto y moneda de cambio a lo largo de la historia sigue estando vigente: lo que fueron las dotes, la entrega de niñas a esposos y monarquías por tratados comerciales y de estado, la trata en general, las princesas del dólar en USA durante el siglo XX, la venta de esposas e hijas, desde los siglos XVII hasta el XX inclusive, en Inglaterra y ni hablar de lo que ocurre en Asia y África aún hoy.

El valiente y honesto libro autobiográfico de Vanessa Springora, publicado el 2020, un poco en reacción a muchos años de silencio, culpa y vergüenza, al haber sido expuesta y difamada por Matzneff, señalada luego y juzgada por todos los que a él aplaudían, constituye una obra fundamental, no sólo por exponer y denunciar a esta Francia permisiva y cómplice, más que tolerante, sino para comprender la relación entre deseo, poder y cultura. La autora, no se conforma con la confesión detallada de acontecimientos y datos vívidos y reflexivos de su experiencia, es una maestra de la narración, que consigue contar de un modo sorprendentemente hermoso el horror vivido e involucrarnos de manera envolvente en su historia.

Vanessa consigue poner al desnudo tanto la dinámica subjetiva del abuso como la complicidad simbólica de una sociedad que durante décadas legitimó el deseo sin límite bajo la máscara de la libertad intelectual. Sobre todo, la de una sociedad que idolatra a los intelectuales, escritores y artistas a los que les justifica sus “veleidades sexuales” en aras del genio, entendiendo éstas como materia prima para sus creaciones. Muchos de los firmantes de esas cartas son ampliamente conocidos por sus famosas aficiones al “turismo sexual” no sólo en Manila , sino en Marruecos o Tahití, donde terminó viviendo por ejemplo Gauguin con muchas niñas simultáneamente que inmortalizó en sus pinturas.

El impacto del libro publicado en 2020 fue tal, que en 2021 Francia reformó su legislación para fijar la edad mínima de consentimiento sexual en 15 años, reconociendo que el consentimiento de un menor frente a un adulto nunca puede considerarse libre del todo. Me pregunto por la historia de su presidente actual con su antigua profesora de bachillerato y posterior esposa, como ejemplo de un consentimiento que trascendió barreras y tiempos al empezar su relación cuando él tenía 15 y ella 40.

En Estados Unidos la edad mínima varía según el estado y, al igual que en Venezuela, suele ser de 16 años, en otros 18. Pero existe una ley, “Romeo y Julieta” que protege en cierta forma a los jóvenes, cuando la diferencia de edad es pequeña, de no más de tres años, para evitar condenas por delincuencia sexual: 16 y 18, 17 y 20, por ej.

La escritura de esta novela, cumplió una doble función reparadora: en Vanessa al recuperar la palabra cuando había sido silenciada, y en la sociedad al obligarla a mirarse para adentro. En ella, Springora describe y revela la manipulación afectiva, sexual y psicológica que el escritor Gabriel Matzneff ejerció sobre ella cuando apenas contaba con 13 años y que se prolongó durante tres años más. La novela nos da pistas de su infancia. Una vida transcurrida entre libros, muchos, en los que se refugiaba para escapar de la violencia , las obsesiones, los celos de su padre hacia su madre y las largas noches intervenidas por los susurros y jadeos que se oían a través de la puerta del cuarto de sus padres. Miedo y excitación que despertaron una precocidad sexual por la que una vez fueron llamados sus padres a la escuela. A los seis, la madre logra huir con ella.

El padre “ esa corriente de aire” como lo llamó, la fue dejando poco a poco de ver, siempre citándola de noche en restaurantes donde se quedó sola esperándolo más de una vez, hasta que terminó desapareciendo por completo. La madre, hasta entonces su amor, bella, atractiva, culta y amorosa, se convirtió en amante de muchos que iban y venían sin dejar huella en ninguna de las dos, salvo un odio que iba en aumento hacia ella progresivamente. La ambivalencia del vínculo predominaba. Obligada siempre a compartir cenas con adultos, aburrida con los chicos de su edad, sin sentirse mirada por nadie, sintiéndose fea, un buen día alguien la miró. Por primera vez se sintió linda y se sintió mujer.

La película, dirigida con sutil esmero, con un bello manejo de los primeros planos y unos diálogos impecables, por Vanessa Filho en 2023, con la participación y asesoría de la propia protagonista de la historia, y un casting insuperable, comienza con una chica a punto de desaparecer en las aguas,( al menos creo que es esa su intención). Las aguas de la desesperación ante la imposibilidad de cortar con un monstruo que la ahoga con palabras melosas, definitivas y culpógenas. O él o ella. No hay cabida para los dos.

La muerte física, muchas veces en estos casos de manipulación y gaslighting terminan siendo un triunfo sobre la muerte psicológica. La muerte del sujeto. Feminicidio o suicidio. Vanessa logró salvarse y la escritura fue una de sus vías. Luego, esa primera escena de la cena que lo explica todo. El cazador, 36 años mayor, que habla y habla, regodeándose en sí mismo, en sus palabras, en sus verdades de Amo, ante comensales que lo escuchan embelesados pero posando sus maquiavélicos y lujuriosos ojos sobre una única persona que observa en silencio, ella. Ella que no tiene voz en ese mundo de intelectuales adultos que citan autores importantes. Ella, como extensión de la madre que responde por ella y él, que desde el vamos, ya le dice que tienen mucho en común!!! Las condiciones están dadas, como sostiene en el capítulo que titula La presa. Y como jugarreta del azar, se retira con el libro que lleva esa noche, Eugenia Grandet: la ingenua ya es grande! Queda entonces hechizada y poseída durante mucho tiempo en una historia perversa, idealizada y romantizada por ella, que logró con el film traspasar las fronteras, no sólo geográficas sino de género, para que una historia, un delito , un tipo de perversión tan común y frecuente, no quedara reservado a unas cuantas y pocas bibliotecas.

El film muestra con precisión cómo el abuso no se impone sólo desde la violencia física y sexual sino desde la fascinación y el lenguaje, lo que lo inscribe directamente en el campo de la transferencia psicoanalítica.

La mujer, en general, suele ser fácilmente seducida por la palabra más que por la mirada. Matzneff las domina y maneja a su antojo al tiempo que es aclamado por todos: colegas, prensa, tv, aún concientes de su pedofilia. Vanessa no fue la primera de sus víctimas, tampoco la última. Niños o niñas, daba igual. Matzneff representa el discurso perverso: aquél que instrumentaliza al otro como objeto de goce, negando la castración y la ley simbólica. Ocupando el lugar del padre ausente, maestro o iniciador, como prefiere ser llamado. La joven, aún en formación subjetiva, vulnerable y confundida, se convierte en el espejo donde el monstruo proyecta su propio narcisismo maligno, quedando atrapada en una red real y simbólica de manipulación y deseo, el de ella, sufriente y desesperado, halagada como bajo un hechizo, al principio, al haber sido la elegida por tamaña deidad. Las cartas, la conquista, las palabras y declaraciones grandilocuentes, la pasión desbordada, son recibidas como los actos de amor más bellos y puros al estilo del amor romántico y cortés.

Don Giovanni se escucha varias veces. La madre prácticamente la entrega , el padre no está y nadie se opone o prohíbe esa relacion que a todas luces remite a un incesto en el sentido de la apropiación de un cuerpo aún en desarrollo por parte de un adulto. Freud plantea que la cultura nace cuando la pulsión se somete a la ley. Francia, tras el espíritu libertario de Mayo del 68 que ya mencioné, pareció invertir esta ecuación al convertir la liberación del deseo en una forma de emancipación total. La película muestra el costo de ese mito: la destrucción subjetiva de quien fue llamada a representar la libertad del otro, el gran Otro.

Así, “El consentimiento” no sólo relata un trauma personal, sino el derrumbe de una estructura cultural que confundió la libertad con la negación del límite. Un derrumbe no del todo logrado puesto que allí van a parar muchos consagrados, buscados, sentenciados o censurados en otras partes como Polanski, por haber violado a más de una adolescente y Woody Allen, por haberse casado con su hija-hijastra y seguir bajo sospecha de haber abusado de su hija biológica.

El trauma en Vanessa no sólo se produce en el acto de seducción y sexual , también es violentada por la medicina cuando le remueven el himen bajo anestesia para facilitar el abuso del partenaire. La traición es también simbólica por el que ocupa el lugar de objeto de amor, sabiéndose usada como objeto sexual por él. La escisión, como respuesta al trauma y como defensa, irrumpe. La película la muestra a través de los silencios, los planos cerrados, los momentos en los que Vanessa observa su reflejo fragmentado como si no se reconociera, en su rechazo a crecer y su dolor ante lo inevitable. Fragmentada ante la mirada del otro y la suya propia.

La adolescente que cree amar y la niña que intuye el abuso y calla. Mientras el mundo anglosajón comenzó a desarrollar una ética pública más vigilante sobre el consentimiento, Francia mantuvo su ideal de libre deseo sin culpa. Por eso ,el rechazo inicial de Francia al movimiento #MeToo se inscribe en esta misma matriz cultural. En 2018, figuras como Catherine Deneuve, Catherine Millet y otras intelectuales, firmaron un manifiesto defendiendo el “derecho a la seducción” , el derecho de los hombres a seducir oponiéndose al “puritanismo anglosajón”. Si Estados Unidos politizó el consentimiento, Francia lo estetizó. No fue sólo una reacción generacional, sino la defensa del mito del deseo libre, entendido como una forma de resistencia al límite. Desde una perspectiva psicoanalítica, este rechazo puede leerse como una defensa ante la castración simbólica: la imposibilidad de aceptar que la ley noes enemiga del deseo, sino su condición de posibilidad.

● “ El consentimiento” es la puesta en escena de una verdad incómoda: el abuso no es sólo el acto individual del perverso, sino el síntoma de una cultura que niega la falta. El goce se vuelve colectivo cuando la sociedad lo justifica. La verdadera libertad, sugiere la película, no reside en abolir la ley sino en asumirla. El film traza el pasaje de objeto a sujeto, de ser hablado por el Otro a hablar desde sí misma. El Consentimiento, es de este modo , la reconquista de la palabra.

La obra de Springora y la dirección de Vanessa Filho, desmantelan así uno de los mitos fundacionales de la cultura francesa moderna: la “excepción” que habría permitido a los artistas vivir al margen de la ética. “El consentimiento” muestra que no hay erotismo sin palabra, ni arte sin responsabilidad, ni deseo sin reconocimiento del otro como sujeto. En esa tensión entre pulsión y ley, entre libertad y límite, se juega no sólo la historia de Vanessa, sino la de toda una sociedad que empieza a despertar de su fascinación con el mito del genio intocable.

Esta película constituye no una mera catarsis, es más una elaboración colectiva: Francia, al mirar este relato, se enfrenta a su propio inconsciente e imaginario histórico. Y es justamente ahí, donde el psicoanálisis, el arte y la ética convergen: en la posibilidad de hacer consciente lo reprimido para que deje de repetirse bajo nuevas formas de seducción y silencio.

Sábado 25 octubre 2025
2023. Francia 🇫🇷
Guion y Dirección: Vanessa Filho.
París 1985. Vanessa tiene 13 años cuando conoce a Gabriel Matzneff, conocido escritor de 50 años, quien la hace su musa y su amante. Luego, el largo viaje de Vanessa para liberarse de Gabriel.
*Panel*

-Magdymar León. Psicólogo Clínico. Coordinadora de AVESA
-Sodely Páez. Psicoanalista de Sociedad Psicoanalítica de Caracas
*Moderadora*: Evelyn Pedrique. Psicoanalista de Sociedad Psicoanalítica de Caracas

Cine Paseo, Trasnocho Cultural
*Proyección: 10 am*
Discusión: 12 a 1:30 pm
Sociedad Psicoanalítica de Caracas

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